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Árboles de ciudad para mejorar la vida de más de la mitad de la población mundial

Una mujer corre por un parque lleno de árboles. EFE/David Aguilar

La mitad de la población mundial vive en ciudades y se calcula que en apenas un cuarto de siglo la proporción superará el 75 %, por lo que urge hacer de ellas espacios saludables y habitables en términos de temperatura o contaminación, algo para lo que los árboles representan una de las herramientas más efectivas y viables.

Entre los múltiples beneficios y servicios ecosistémicos que aportan: reducen la contaminación atmosférica y acústica, captan emisiones de CO2 (causa principal del calentamiento global), "enfrían" el ambiente, elevan la biodiversidad o permiten conectar con la naturaleza, algo esencial para el bienestar humano.

Sin embargo, actualmente, no les estamos sacando todo el partido que podríamos y hacerlo requiere cambiar tanto el uso que hacemos de ellos como el trato que les damos, según algunos de los expertos reunidos en el XX Congreso de Nacional de Arboricultura que se celebra en Santander.

¿Qué nos dicen los árboles?

Para Xavier Cancela, jefe de departamento de Estrategia de Verde en el Instituto Municipal de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Barcelona, todo pasa por seguir este orden: observar, planificar y, en último lugar, actuar.

"Hay que salir a la calle y observar cómo están los árboles, qué nos están diciendo, y desde ahí planificar cómo queremos hacer las ciudades, donde poner árboles y dónde no, y después, actuar", ha explicado el experto a EFEverde.

Lo que nos dicen los árboles es que, en muchas ocasiones, están enfermos y en malas ubicaciones y que eso hace que los queramos quitar. Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que las repuestas que nos dan están predeterminadas por decisiones previas incorrectas: mala elección de la especie, poco espacio, podas innecesarias, etc.

Solucionarlo pasa por cambiar la forma en la que se diseña, por ejemplo, una calle en la que se quieren árboles.

Lo habitual es que el arquitecto haga el proyecto y decida al final de todo si habrá árboles y dónde irán, en la mayoría de los casos, por cuestiones puramente estética, cuando el planteamiento debería ser al revés: si se quieren poner árboles, todo el proyecto debe girar en torno a ellos para urbanizar dándoles el máximo espacio y beneficios para que se desarrollen en su total plenitud.

"No son simple decoración, si quieres que una calle tenga árboles debe tener aceras anchas, suelos drenantes, alcorques grandes y con volúmenes de tierra adecuados, etc. Si lo haces ahí, tendrás éxito, si lo haces al revés, no", ha aseverado.

Darles lo que les da la naturaleza

Para la responsable del área de Ciudades de la Fundación Biodiversidad, Nuria Preciado, mejorar la calidad de vida en las ciudades pasa por renaturalizarlas con los árboles como eje central.

La renaturalizaicón debe hacerse desde un enfoque ecológico y dejando atrás la visión simplemente ornamental, pues el arbolado nos dará servicios ecosistémicos "siempre que le demos las condiciones optimas para su desarrollo".

Esto pasa, según Preciados, por hacer que las condiciones urbanas sean lo más similares posibles a las condiciones que se dan en la naturaleza, en la que los árboles se desarrollan sin podas o sin necesidad de riegos adicionales o fertilizantes.

En el contexto de cambio climático en el que nos encontramos, hay que repensar qué especies son las más adecuadas, dado que cada vez habrá menos agua y más calor, así como en aumentar la variedad para aumentar las oportunidades de subsistencia, ha añadido.

Pero, ¿hay espacio en las ciudades para árboles y espacios verdes? Su repuesta: hay espacio pero hay que reorganizarlo cambiando prioridades.

Hasta ahora, la prioridad ha sido el vehículo. Afortunadamente, esto está cambiando, y el peatón está empezando a ser el protagonista. "Las ciudades no puedan estar sometidas al coche, tienen que estar abiertas a los espacios naturales para ser saludables y garantizar la salud de sus habitantes".

"Debemos repensar las ciudades y pasar de diseñarlas de espaldas a la naturaleza a hacerlo tomando a la naturaleza como el eje central de la planificación", ha afirmado la bióloga.

Cinamomo, azahar de la China y olmo

En esa planificación, debe prestarse especial atención al efecto isla de calor que se da en las ciudades.

"Se trata de la diferencia de temperatura entre zonas urbanas, especialmente las muy céntricas, y las periurbanas y rurales y que se debe a factores como la presencia de superficies como asfalto y hormigón, la concentración de edificios altos y la falta de vegetación", ha apuntado Daniel Jato, investigador principal del grupo de investigación GREENIUS de la Universidad Internacional del Valencia.

En el marco del proyecto, y con la ayuda de inteligencia artificial, han determinado que entre las especies de árboles y arbustos que más recomdables para reducir ese efecto destacan cinamomo, azahar de la China y olmo común.

Las tres se caracterizan por tener hojas densas, copas frondosas y por nos ser muy altas, lo que permite plantar más en un mismo sitio, según Jato, que ha recordado que los árboles ayudan a enfriar una zona, tanto por la sombra que ofrecen como por su evapotranspiración.

"Si no bajos la temperatura de las ciudades, llegará un momento en el que no se podrá salir a las calles, serán inhabitables o no ofrecerán mínimos de confort", ha advertido Jato, tras apuntar a otras medidas para hacerlo como la cubiertas vegatales o las cunetas vegetadas.



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