Los afrolatinos en Estados Unidos se han destacado en las últimas décadas en múltiples sectores de la vida nacional y tienen un futuro sin límites, pero es necesario que se unan para seguir progresando y haciendo valer sus derechos porque “todavía queda mucho camino por recorrer”, afirmó el músico y percusionista de origen cubano René Ibáñez.
“Los afrolatinos podríamos recoger en un futuro cercano los frutos del sacrificio que hemos realizado diversas generaciones, pero es necesario que todos nos unamos para hacer valer más nuestros derechos y que se escuchen más nuestras voces”, dijo Ibáñez, quien por más de 30 años ha tocado con prestigiosas orquestas en Washington, DC, y en escenarios nacionales e internacionales.
Horas antes de presentarse con su orquesta ‘René Ibáñez y Cubano Groove’ en una Noche Latina en The Wharf en DC, el artista hizo un alto en su agenda musical para expresar sus sentimientos sobre la afrolatinidad.

“La verdad es que no ha sido fácil porque en este país hay que esforzarse y sacrificar muchas cosas para poder alcanzar las metas, pero ha valido la pena y debemos seguir con esos esfuerzos para que sigamos creciendo y dejemos el camino labrado para las generaciones que vienen”, admitió Ibáñez.
Los padres de René, Hilda Ayllón Ibáñez y René Ibáñez Díaz, emigraron de Cuba, hace 62 años, en una época en la que todavía estaba muy arraigada la segregación racial, que inevitablemente afectó a la familia. A pocos meses de que los Ibáñez llegaron a Washington, DC, nació René.
El deseo de trabajar con disciplina y honestidad, el esfuerzo por acostumbrarse a una nueva sociedad y la convicción de no olvidar sus raíces y la familia que dejaron en Cuba, guiaron a los Ibáñez para adaptarse e inculcar esos mismos valores a su hijo René los cuales -afirmó- le han ayudado a cumplir sus metas, tener una vida digna y criar a sus hijas con esa misma mentalidad.
Ibáñez es católico, filántropo, se considera 100% hispano y piensa que este Mes de la Herencia Hispana en una nueva oportunidad para renovar el compromiso con sus raíces, seguir trabajando con perseverancia y orgulloso de ser cubano y afrolatino porque esos valores lo han “ayudado a triunfar en su vida como músico y también como plomero”, su otra profesión.
Según un informe del Centro de Investigaciones Pew publicado en el 2022, unos seis millones de adultos se identificaban en el 2020 como afrolatinos, entre ellos los Ibáñez.
“Toda mi educación, personalidad, idiosincrasia cubana y pasión por la música la heredé de mis padres y siempre he mantenido esa forma de actuar, con respeto por nuestros orígenes y orgullo de ser cubano, latino y negro”, afirmó el también vocalista, quien dice que la música la heredó en la sangre y la lleva en el corazón.
El talento y vocación artística y deportiva de Ibáñez afloró a temprana edad.
“A los siete años comencé a ir a una escuela de música en DC y también practiqué karate por 22 años, algo que me ayudó con la disciplina y el respeto hacia las personas. Esas dos actividades me ayudaron bastante”, recordó.
René creció en el vecindario de Mount Pleasant, en DC, y tocaba sus tambores en sus ratos libres de la Escuela Sagrado Corazón de la Arquidiócesis de Washington, donde estudió la primaria y luego en la escuela secundaria católica Mackin, también de la arquidiócesis. Más tarde comenzó a tocar música americana, pero le seguían gustando los ritmos latinos como el son cubano, la salsa y el merengue, entre otros.
Ibáñez también fue beisbolista y su pasión por la pelota lo llevó a jugar en el béisbol organizado en Venezuela, Colombia, México y en Estados Unidos.
“(El béisbol) me ayudó a aprender a conocer y apreciar las culturas de otros países, y era como estar en casa y en familia porque al final los latinos todos somos iguales, tenemos los mismos sentimientos, pensamientos, orgullo y, aunque tenemos diferencias, somos muy cercanos”, subrayó.
Además de la música, Ibáñez se gana la vida como plomero y le gusta ayudar a los más vulnerables contribuyendo con los esfuerzos de Manna Food Center para combatir el hambre en el condado de Montgomery.
Habiendo tocado sus tumbadoras con artistas internacionales y las orquestas locales Peligro, Sin Miedo, La Tentación, La Clave, Patrick Alban, María Rodríguez y sus magníficos, entre otras, Ibáñez tildó de “inolvidable” la oportunidad en la que tocó con su paisana cubana Celia Cruz, una de las más destacada personalidad afrolatina en EEUU.
El artista admite que “la raza y el color de la piel lo han afectado en las diferentes facetas de su vida” aunque admite que lo mejor ha sido ignorarlo.
“Yo he aprendido a no hacerle caso, es difícil muchas veces, pero es una realidad y hay que lidiar con eso”, lamentó.
Tras vivir y trabajar en el área de Adam Morgan, Ibáñez ha visto varias generaciones de latinos en DC.
“He visto muchos latinos que vienen de diferentes países y están luchando por trabajar bien duro. Lamentablemente, no hay gente latina de la ‘vieja guardia’ en el Distrito que asistan a los recién llegados, quienes trabajan por el futuro de sus familias y por integrarse a las comunidades”.
Al vivir y trabajar en un mundo totalmente bicultural, Ibáñez confía en que los latinos seguirán progresando y en que las nuevas generaciones puedan estudiar y trabajar para de alguna manera cumplir con los sueños de sus padres y abuelos quienes emigraron en busca de un futuro mejor.
“Los jóvenes tienen que aprender un oficio, mecánica, plomería, carpintería o electricidad porque esas son profesiones que hacen falta aquí y si estudian para ser maestros, mejor aún”, concluyó Ibáñez. Para informes sobre sus presentaciones se puede visitar su página de Facebook.