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De “troqueros” a “truck drivers”

Choferes hispanos esperan las inspecciones de camiones en la frontera entre Estados Unidos y México. Foto/EFE/Luis Torres

Una nueva orden ejecutiva del expresidente Donald Trump ha encendido las alarmas entre miles de conductores latinos de vehículos comerciales en Estados Unidos. La medida, que exige a los “truck drivers” —antes conocidos popularmente como troqueros— “leer y hablar inglés suficiente para comprender las señales de tránsito y comunicarse con oficiales federales”, ha provocado inquietud en un sector ya golpeado por la incertidumbre migratoria.

La preocupación es doble: por un lado, muchos de estos conductores hispanos trabajan amparados bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS), y por otro, enfrentan limitaciones con el idioma inglés. La amenaza de perder el TPS —ya eliminado para nacionales de Honduras, Nicaragua, Haití y Venezuela— agrava una situación que podría traducirse en desempleo masivo y desestabilización familiar.

Multas y vigilancia

Según la normativa, los conductores que no cumplan con los nuevos requerimientos podrían enfrentar multas de entre 5.000 y 10.000 dólares. Además, durante cualquier inspección, las autoridades podrían solicitar información sobre el estatus migratorio del chofer, lo que ha disparado el temor a posibles deportaciones en cadena.

Uno de los aspectos más controversiales de la orden es la revisión de las licencias comerciales emitidas por agencias estatales, con el objetivo de detectar irregularidades y patrones inusuales en su obtención. Esto ha generado un clima de inseguridad, especialmente entre quienes han operado durante años bajo normativas locales más flexibles.

Voces desde la cabina

Julián B., hondureño con siete años transportando materiales de construcción en Virginia, asegura que vive con el temor constante de quedarse sin empleo. “Mi inglés es básico y el TPS se me vence en septiembre. Tengo tres hijos ciudadanos que estudian. No entiendo por qué complican algo que funciona. A veces siento que nos quieren cazar como animales”, afirma.

Para Balmore P., salvadoreño con más de una década moviendo tierras en obras de construcción, las nuevas exigencias representan una amenaza directa. “Entendemos que se nos pida saber inglés, pero cuestionar nuestras licencias y quitarnos el TPS es demasiado. Solo pedimos una oportunidad para seguir trabajando”.

Juan Ponce, también hondureño, trabaja para una empresa nacional y está en proceso de legalización. Sin embargo, un error cometido hace ocho años lo mantiene en vilo. “Las compañías nos piden trabajar hasta 60 horas semanales porque no hay conductores. ¿Por qué ahora el gobierno quiere cerrarles la puerta a los que solo queremos trabajar tranquilos?”, se pregunta.

Realidad económica y laboral

La economía del transporte depende en gran parte de estos trabajadores. En el área del DMV (Distrito de Columbia, Maryland y Virginia), los camioneros hispanos se han consolidado en sectores como la distribución de alimentos, el movimiento de tierras, el transporte de materiales de construcción y la entrega de electrodomésticos.

No obstante, las condiciones laborales varían drásticamente. Mientras que los propietarios de camiones pueden generar entre 7.000 y 20.000 dólares semanales, los conductores que rentan sus unidades rara vez superan los 1.200 dólares por semana, debido a los gastos de alquiler, combustible, seguros y tarifas estatales.

La falta de mano de obra ya es crítica. Según la American Trucking Associations (ATA), en el país existen unos 3,6 millones de conductores profesionales, pero se estima un déficit de al menos 80.000 operadores.

Costos del negocio

Adquirir un camión nuevo implica una inversión de entre 200.000 y 280.000 dólares, dependiendo de su capacidad y marca. Las unidades usadas oscilan entre 95.000 y 160.000 dólares. Las marcas más populares entre los troqueros latinos son Volvo, Mack y Peterbilt.

Las tarifas de transporte dependen de varios factores, como tipo de carga, distancia y precio del combustible. Los camiones pequeños cobran en promedio $2.035 por milla, los de plataforma entre $2.061 y $3.017, y los camiones frigoríficos, alrededor de $2.071 por milla.

Un futuro en riesgo

La paradoja es evidente: mientras el país necesita urgentemente conductores para sostener su cadena de suministros, los trabajadores hispanos más experimentados enfrentan barreras legales y lingüísticas que podrían sacarlos del camino.

Sin soluciones claras a corto plazo, los sueños de miles de camioneros hispanos —quienes han construido una vida sobre ruedas— corren el riesgo de desvanecerse, atrapados entre trámites migratorios inciertos y políticas restrictivas que amenazan su estabilidad laboral y familiar.



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