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Inmigración: reto, oportunidad e inversión

servir a los recién llegados en Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Washington, habla la conferencia de inmigración organizada por la Universidad Católica de América (CUA) el 11 de abril de 2024. Foto/AA

Migrar es un acto de desesperación y los que lo asumen, enfrentan un viaje peligroso. Diversas razones les motivan y, para algunos, se trata de sobrevivir escapando del riesgo de muerte.

Ciertamente, cada inmigrante viene cargado de sueños, pero para los gobiernos locales y las organizaciones comunitarias representan un gran reto ya que no se dan abasto para atenderlos y tienen limitados fondos.

Ese es el panorama que describió la hermana Sharlet Ann Wagner, directora de Newcomer Network o la red para servir a los recién llegados en Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Washington, durante la conferencia de inmigración organizada por la Universidad Católica de América (CUA) el 11 de abril de 2024.

Esta monja, líder católica y abogada de inmigración dice que los inmigrantes también son una oportunidad. “Es un privilegio servirles. Es nuestro momento y oportunidad para ayudarlos”, dijo haciendo un llamado a los católicos al voluntariado.

Además, Estados Unidos necesita trabajadores que contribuyan a las economías locales -dijo recalcando que ellos no son elegibles para los programas de bienestar del gobierno-. “Son una inversión rentable”, subrayó y las cifras respaldan esta afirmación.

La fuerza laboral se incrementará en 5.2 millones de trabajadores para el año 2033, según las cifras de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO). Gracias a los inmigrantes que están incorporándose a la mano de obra, CBO estima que el producto interno bruto aumentará en unos 7 billones de dólares y los ingresos en 1 billón entre 2023 y 2034.

La conferencia fue organizada en respuesta a las cambiantes realidades en la frontera de Estados Unidos y más allá, también para brindar un enfoque católico al controversial tema de inmigración.

El padre Leo Pérez, director de la Colecta Nacional para la Iglesia en América Latina (USCCB), mostró fotografías de zonas fronterizas como Cúcuta, en Colombia. Explicó la tragedia que viven los que intentan cruzar y los que están estancados esperando una cita para ingresar, también de qué forma la Iglesia está asistiéndoles.

“Vienen porque los servicios médicos y sociales han colapsado en sus países, buscando medicinas y curación”, dijo conmovido al recordar como los niños mueren.

El padre dice que algunos migrantes optan por dirigirse hacia el sur, a sitios tan distantes como Chile.

Según las estadísticas de 2017, un 87 por ciento de los que ingresaron a Estados Unidos lo hicieron por razones económicas y un dos por ciento debido a la violencia. Pero datos más recientes del Banco Interamericano de Desarrollo indican que el 41 por ciento de los inmigrantes del Triángulo Norte mencionaron la violencia como una causa principal para venir a EEUU y un 74 por ciento de los centroamericanos mencionaron la búsqueda de oportunidades económicas como la principal causa para migrar.

La hermana Tracey Horan, directora asociada de la Iniciativa Fronteriza Kino (Arizona/Nogales-México), participó en el mismo panel “¿Qué están viviendo los inmigrantes en la frontera y más allá? y afirmó que en muchos casos los latinoamericanos encaran una encrucijada y se ven obligados a salir de su tierra.

“Mi madre no quería dejar sus animales, su granja, pero no teníamos otra opción más que irnos. Ahora estamos pidiendo un proceso humano y justo (para ingresar a Estados Unidos)”, fue el testimonio que compartió de un migrante anónimo.

Los que llegan a la frontera sur vienen principalmente de Venezuela, Colombia y México, también de China y Rusia.

Los primeros autobuses con inmigrantes desde Texas llegaron al área metropolitana de Washington en la Semana Santa del 2022. “Aceptan el viaje porque no tienen recursos”, dijo la hermana Wagner.

La hermana explicó que Caridades Católicas DC se movilizó desde el primer momento, buscando suplir las necesidades de los recién llegados, conectándoles para brindarles albergue, hotel, comida y atención legal. Tienen 35 profesionales en el departamento legal y no dan abasto. Hay lista de espera.

La mayoría son hombres solos, que no hablan inglés, llegan exhaustos y no traen ni dinero ni pertenencias. “Vienen con traumas, no tienen auspiciador, no conocen a nadie en este país, no pueden trabajar y son víctimas de amenazas”, dijo.

Los autobuses vienen abarrotados, con inmigrantes venezolanos, cubanos, hondureños, peruanos y guatemaltecos.

Emerge el sentimiento de impotencia, encaran el abrumador cambio y les toca ‘aprender a navegar en nuevas aguas’.

El gobierno del Distrito de Columbia estableció un centro de bienvenida para atenderlos. “Algunos se quedan meses en los hoteles, otros avanzan más rápido en su búsqueda de trabajo y vivienda”, dijo la hermana Wagner.

Hay desinformación, especialmente por redes sociales, por eso los que llegan tienen altas expectativas de encontrar casa, abogado y servicios. Cuando llegan no encuentran lo que esperaban y se frustran en el proceso -agregó.

Ante la ola antiinmigrante que domina, los líderes dicen que hay que mantener respetuosas conversaciones cuando se trata del controversial tema, estar presentes, contribuir con donaciones (camas inflables, comida o dinero), organizar colectas, servir como voluntarios y compartir los testimonios de los recién llegados.

“Compartir las historias de inmigración nos ayuda a ver el lado humano, de quienes son personas y no números”, dijo la hermana Tracey.



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