Ser madre, esposa y profesional no es tarea fácil. La experiencia de la psicoterapeuta Melissa Carrera Martínez (33), quien empieza su rol como madre, muestra los retos que enfrentan las mujeres inmigrantes y sus esfuerzos por balancear exitosamente las citadas exigencias, teniendo presente sus raíces latinoamericanas y su profunda fe en Dios.
Melissa dice que el Día de la Madre, que se conmemora el 14 de mayo, es una ocasión para celebrar la importancia del rol materno en la sociedad. “Celebraremos ese amor de madre incondicional que viene con esfuerzos incansables y sacrificios innumerables que hacemos a diario por nuestros hijos. Ser madre es una tarea de cada día y por toda la vida”, dijo.
Considera que, desde la dulce espera, la identidad de la mujer cambia completamente. “Ahora estoy aprendiendo el papel de ser madre y como se integra al papel de ser esposa y a toda mi persona”.
Reconoce que ser mamá de Santiago Fernando de 2 años y Sebastián de 7 meses, es un reto. “Aflora el instinto materno, tus niños dependen de ti, vives por ellos y suples sus necesidades”.
Lo califica como una entrega desmedida. “Es un morir a ti misma, a nivel de sacrificio”.
Ser mamá -dice- te hace evolucionar, crecer como persona. “Es un proceso purificador que nos da Dios. Con la maternidad he podido ver mis virtudes, mis debilidades y cómo puedo ser un mejor individuo”, dijo.
Melissa, de raíces ecuatorianas, contrajo nupcias con Santiago Martínez, colombiano, en plena pandemia y ambos reflejan el gozo de un matrimonio fortalecido con el pilar de Cristo.
Su esposo ayuda, se integra en las diferentes facetas y actividades. Es un padre presente y muy orgulloso de la familia que han constituido.
“En esta etapa de ser padres hemos aprendido a mejorar nuestra comunicación, trabajar en equipo, reconocer nuestros errores y perdonarnos cuando es necesario, a sacrificar el uno por el otro. Estamos valorando aún más nuestra vocación como esposos para así poder criar nuestros hijos en la fe”, dijo esta feligresa de las parroquias San Judas de Rockville y de San Juan Neumann de Gaithersburg, Maryland.
Son parte de un grupo católico de parejas y al parecer les ha ayudado bastante en esta etapa con niños pequeños.
Melissa reconoce que es un poco complicado ir a misa con los pequeños porque lloran y no se quedan quietos, pero es importante. “Somos consistentes, porque para nosotros es esencial que ellos sepan la importancia de los sacramentos. Nos acercamos a recibir la comunión con ellos en brazos, nos ven cuando vamos a confesarnos y perciben cómo eso nos acerca más a Dios y nos ayuda a que crezcamos en la fe”. Dice que cuando sean grandes también querrán participar.
La joven tiene un título de maestría y trabaja para el gobierno local en servicios de salud mental. “Amo mi trabajo de servir a niños y adolescentes de la comunidad hispana y caminar con ellos en sus retos”, afirmó. El tener conocimiento del desarrollo humano -dijo- le ayuda a manejar las emociones y el comportamiento y a conectarse con sus hijos.
Está comprometida con su profesión, su familia y su Iglesia. Se esfuerza por manejar el tiempo y conservar la paciencia, cual malabarista va balanceando las tres facetas en un hogar católico hispano. “Balancear el trabajo con ser madre y esposa, haciendo los quehaceres de la casa y cuidando a los niños, no es tarea fácil; pero es un balance que quisiera mantener así”, dijo quien tiene un horario flexible y cuenta con el apoyo de su madre y su suegra.
Las dos abuelas aportan en la transmisión de la fe. Ambas son devotas y cuidan de los pequeños.
Está decidida a ser buena en los tres papeles -esposa, madre y profesional-, también a transmitirle su fe y su cultura hispana a sus hijos.
Melissa subrayó que “la primera escuela de la fe es la casa” y sus hijos lo ven en el matrimonio y están recibiendo ese tesoro. Van juntos a misa, rezan el rosario, oran antes de irse a dormir. “Dios está en todas partes y cómo reflejamos el amor de Dios en nuestro hogar es lo principal”, dijo.
Considera que es clave que los pequeños se sientan amados por Dios como hijos únicos. “Queremos que sepan que la fe es parte del día a día. Esperamos que los valores católicos sean parte de la identidad de nuestros hijos”.
“Muchas veces me preguntan cómo puedo tener hijos o querer más hijos si el mundo está como está. Y me respuesta es: El mundo también necesita hombres y mujeres de fe. Aunque es un reto el navegar en la sociedad actual, eso nos impulsa más a formar a nuestros hijos con fuertes valores católicos.
Esta joven nació en un hogar hispano en Estados Unidos, se considera latinoamericana, aprendió a navegar muy bien en las dos culturas, se integró sin renunciar a su esencia, se hizo fuerte con los valores y la educación adquirida, aprendió a salir adelante.
Ahora desea que sus hijos sean completamente bilingües, y por eso, hablan español en casa. “Nuestra cultura hispana va a ser parte de la cultura de nuestros hijos.
Queremos que conozcan de nuestras diferentes costumbres y tradiciones. De ninguna manera queremos perder esto tan valioso”, afirmó llena de esperanza y expectativas como madre.