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No hay consuelo para familia que llora dos pérdidas

Marisela Hernández muestra los presentes recibidos luego de la decisión de donar los órganos de su hijo Davis. Foto/AA

Una familia mexicana de Maryland llora por dos pérdidas: un trabajador inmigrante que laboraba en el puente Francis Scott Key que colapsó el 26 de marzo de 2024 en Baltimore y un pequeño con siete tumores cancerosos que falleció el 10 de abril de 2024.

“No se me va a quitar el dolor de mi corazón. No sé si pueda superar dos muertes en un solo mes. No puedo entender que se hayan ido. Tengo mucho dolor”, expresó Obdulia Fuentes, madre de Alejandro Hernández Fuentes (35) y abuela de Davis Adrián Rojas (2) en una reciente entrevista.

El cuerpo de su hijo, junto al de un compañero de trabajo, fue hallado dentro de una camioneta sumergida en el río Patapsco al día siguiente del accidente -ocasionado por un buque carguero que chocó con uno de los pilares del puente.

“Siempre le pedí a Dios que no me dé este castigo de enterrar a uno de mis hijos. Ahora le pido que se haga su voluntad”, dijo Obdulia, residente de Riverdale y parroquiana de la iglesia San Bernardo.

Las madres de los fallecidos recuerdan muy bien la última vez que vieron a Alejandro, en enero, cuando los médicos dijeron que el pequeño Davis iba a fallecer. Se hizo presente en el hospital para ver a su sobrino, apoyar a su hermana, abrazarla y hacer una oración al bebé.

El momento en el cual lo abrazaron por última vez, se tornó inolvidable para ellas.

Al obrero de construcción le sobreviven su esposa y cuatro hijos.

El mismo día en que lo cremaron, 10 de abril, partía de este mundo el pequeño Davis, dejando ambos un vacío difícil de llenar.

Marisela Hernández, madre de Davis y hermana de Alejandro, compartió con El Pregonero sus meses de angustia y dolor.

“Cuando mi bebé tenía 6 meses, no podía mover la cabeza, se quedaba fija. Si la movía, le dolía. Solía estar agotado y no podía gatear. Al cargarlo, no soportaba el dolor”, contó esta parroquiana de la iglesia de San Matías de Lanham, Maryland,

Cuando los médicos lo revisaban, Davis lloraba del dolor. Le hacían radiografías y no salía nada.

Cuando tenía 11 meses de edad, empezó a ser atendido en el Hospital de Niños del Distrito de Columbia ya que asociaron los síntomas con un tumor canceroso. La enfermedad empezó en la nuca y avanzó a la cabeza y la columna.

Tuvo una cirugía, estuvo una semana en terapia intensiva, luego recibió quimioterapia.

Marisela se alegró mucho cuando los médicos le comunicaron que su hijo estaba libre de cáncer, pero la felicidad duró poco. Davis tenía un tipo de cáncer agresivo con un 90 por ciento de probabilidades de que regresara.

“En un chequeo médico, tres meses después, los médicos detectaron siete tumores en su cuerpo: dos en la cabeza, uno en la nuca y cuatro en la columna. Nos dijeron que era un cáncer raro e incurable y que no hay tratamiento”.

Con la quimioterapia y radiación, lograron extenderle la vida por 11 meses. Aunque no caminaba ni hablaba, el pequeño sí pudo gatear y comprender su entorno.

Durante los últimos diez días, el pequeño sufrió mucho, gritaba y le costaba respirar debido al fuerte dolor en la cabeza y la columna. Ya ni la morfina y el relajante le hacían efecto.

En esos días, sus hermanos fueron a despedirse de él y hasta le cantaron una canción.

Davis falleció en el Hospital de Niños el 10 de abril, dos semanas después que su tío Alejandro, rodeado de su familia más cercana.

“Sentía un dolor en mi corazón, como si me hubieran arrancado un pedazo”, dijo su abuela Obdulia.

Cuando el padre Mario Majano, párroco de la iglesia Santa María de Landover Hills, visitó al pequeño el 5 de abril, ella aprovechó para preguntarle si ese dolor iba a desaparecer. El sacerdote le dijo que no.

Es una sensación difícil de explicar para una abuela que perdió a su hijo y su nieto amados. Para Marisela, el sentimiento es diferente.

“Cuando Davis murió sentí dos cosas: Un gran dolor porque se me había ido una parte de mí y un gran alivio de saber que estaba descansando”, explicó.

Esta madre tiene seis hijos -considerando que Davis reposa en su corazón.

Se propuso ser fuerte porque los otros 5 la necesitan. “La verdad es que no puedo olvidarme de Davis y en las noches sigo llorando. Era nuestra alegría, nos hacía reír”, dijo.

Amaba la naturaleza, contemplaba los árboles y sonreía. A pesar de tanto dolor, le sonreía a la vida. “Nos enseñó que, a pesar de las difíciles circunstancias de la vida, siempre hay que sonreír”, contó su abuela.

Jugaba con las enfermeras y los médicos, y se ganó el corazón de ellos. “El día que murió, el equipo médico lloraba frente a él. Su doctor lloraba mientras cargaba su cuerpo en brazos y lo acariciaba”, contó su familia.

Pequeño héroe

Arriba: “No se me va a quitar el dolor de mi corazón”, dice Obdulia Fuentes, mostrando la foto de su hijo Alejandro Hernández, fallecido en el colapso del puente en Baltimore. Derecha: Davis (2) era amoroso y le sonreía a la vida. Tenía siete tumores cancerosos y falleció el 10 de abril.  Fotos/AA Foto/AA
Arriba: “No se me va a quitar el dolor de mi corazón”, dice Obdulia Fuentes, mostrando la foto de su hijo Alejandro Hernández, fallecido en el colapso del puente en Baltimore. Derecha: Davis (2) era amoroso y le sonreía a la vida. Tenía siete tumores cancerosos y falleció el 10 de abril. Fotos/AA Foto/AA

Davis es un pequeño héroe que le ha dado vida a varias personas -probablemente niños- gracias a la donación de algunos de sus órganos. “Se fue, pero le dio esperanza de vida a muchos niños”, expresó su familia.

Con autorización de su madre, se llevó a cabo la donación inmediata de sus córneas, hígado, vaso, páncreas y médula ósea. Ya se le informó a la familia de Davis que fueron un éxito las dos operaciones de trasplante de córnea en Maryland.

Marisela recibió con emoción un certificado, placa y peluche por parte de la organización que promueve esta loable acción. “Donar los órganos es un regalo que ofrece esperanza y posibilidades a otros. Muchas vidas se verán impactadas por su decisión de dar desinteresadamente a los demás. Y, por esta decisión, siempre será recordado como un héroe”, reza el documento.

Además, el cerebro y columna vertebral de Davis fueron donados para la investigación del tipo de cáncer agresivo y raro que afectó al pequeño. La madre será notificada si los médicos encuentran algún tratamiento en estos casos.

Davis ha dejado otro legado en la familia, un legado espiritual y poderoso. “Davis nos enseñó a amar a Dios y toda la familia se empezó a acercar más a Dios gracias a él. Es lo que nos ha dejado”, dice la abuela y la madre.

Antes de la enfermedad, la familia ni oraba ni iba a misa, pero todo cambió por este pequeño ángel que fue bautizado de emergencia en agosto de 2022 cuando se le detectó el cáncer.

Davis durmió toda su corta vida con sus padres. Y “no se dormía hasta que oraran en español y le pusieran música religiosa. Además, le encantaba ir a misa, le daba paz. Se enamoró de la cruz y veía el crucifijo con mucha ternura”, cuentan.

Le daba mucha alegría entrar a la iglesia. “Ahora entro a la iglesia con los brazos vacíos”, dice su mamá entristecida.

Davis fue cremado. El velorio se programó para el 23 y 24 de abril y la misa de funeral el 24 de abril en la iglesia de San Matías, en Lanham, MD. QEPD.



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