Muchas parejas hispanas no se deciden, no dan el paso de casarse, aunque el tiempo juntos habla por sí solo. Dios los ha unido en las vueltas que da la vida, ya se conocen bien, son compañeros en el camino como inmigrantes, empiezan y terminan la jornada juntos, los hijos en común llenan sus vidas y el lazo se ha fortalecido con los años, el amor, la complicidad, el sacrificio diario y los problemas superados.
Siete parejas hispanas se decidieron a dar el paso y dijeron “sí” en el altar, formalizaron su unión para empezar una nueva etapa más comprometidos y con Dios en el centro.
La boda múltiple se llevó a cabo el 20 de septiembre en la parroquia San Bernardo de Riverdale Park, Maryland.
“Queríamos tener una reconciliación con Dios, queríamos comulgar”, dicen Mariela Cariño Martínez (45) y Jorge Ruiz Rodríguez (45), quienes se conocieron en EEUU cuando ambos acababan de emigrar de México y llevan un cuarto de siglo juntos.
“Planeábamos la boda, pero no se daba”, explicó Mariela. Jorge decía que lo harían al llegar a los 25 años juntos y lo cumplió.
Ella trabaja en labores de limpieza y él se dedica a la construcción. Ya tienen tres hijos: dos adultos y el más pequeño tiene 12.
“Íbamos a misa y no podíamos comulgar. Nuestros hijos decían que eran hijos del pecado, para presionarlos y porque querían ver a sus padres casados”, contaron. Ahora están felices y los acompañaron en la ceremonia: las hijas fueron madrina de anillos y madrina de arras.
Al parecer, con la boda, la relación ha dado un giro y ahora están más comprometidos. Esta decisión “nos va a unir más como pareja. Ya llegamos a la mitad de la vida y queremos empezar una nueva etapa con ilusiones como cuando éramos novios. Queremos terminar juntos, pase lo que pase, hasta que la muerte nos separe”.
No solo eso, ahora quieren ser más activos en su parroquia y asumir el rol de ujieres o lectores. “Queremos servir a nuestra Iglesia”, dicen.
Mariela considera que tienen un buen matrimonio y sus hijos los unen mucho. Reconoce que vivieron algunas dificultades, pero nunca pensaron en separarse.
Llegaron al altar, después de una larga relación, en la cual fue muy importante “reconciliarse antes de ir a dormir”.

Mucho por aprender
Las parejas tuvieron que asistir a unas cinco charlas prematrimoniales como requisito para contraer matrimonio católico. Les hablaron de Dios en la unión, el significado del sacramento y el respeto en la pareja, entre otros temas.
“Después de 24 años juntos, pensábamos que todo lo sabíamos, pero la verdad es que aprendimos cómo tratar a la pareja con cariño, confianza y comprensión, también de los testimonios de otras parejas”, dijo Juana María Morales (43) que contrajo nupcias con Humberto Tepetate (45).
Reconoce que las charlas fueron entretenidas. Lo que más le gustó es que se instó a los participantes a escribirle una carta al futuro cónyuge -lo cual no es nada fácil, cuando hay problemas de comunicación.
Igualmente, se divirtieron en actividades para medir si ciertamente la pareja se conoce bien.
Juana y Humberto se conocieron en la parroquia: ella participaba en el grupo de alabanza y él en el grupo juvenil.
El tiempo fue pasando sin formalizar la unión y estos inmigrantes mexicanos ya tienen cuatro hijos, dos de los cuales son adultos.
Confiesan que hace 5 años se fortaleció el deseo de casarse, pero no se les hizo fácil.
Él no conseguía las pruebas de bautismo y de primera comunión porque en su pueblito natal, al parecer, en esa época no daban certificados. De modo que el mismo día de la boda, formalizó el sacramento de la comunión.
La opción de boda comunitaria que ofrece San Bernardo le imprimió entusiasmo a su decisión y los animó a dar el paso en grupo.
Lo más importante de la boda y lo que generó un cambio en la relación, dijo Juana, es que recibieron el cuerpo de Cristo. “En eso me enfoqué -no en el vestido ni el fotógrafo ni la fiesta- y hasta lloré al confesarme después de mucho tiempo y al recibir la comunión”.
Sus hijos y sus padres estaban emocionados. Su papá Arturo (65) la entregó en el altar.
Después de la ceremonia, celebraron con la familia y los padrinos. No podía faltar la rica comida y el pastel de boda.
Reconocen que, con la boda, ha crecido el compromiso con Dios y ahora hacen las cosas para agradarlo a Él. “Es que el matrimonio es algo serio, y es para toda la vida”.
Los contrayentes son: Juana Morales y Humberto Tepetate, Mayra Idiáquez e Irvin Reyes, Estefany Roque y Edi Cantoral, Eliana Rojas y Julio Castillo, Juana Morales y José Hernández, Mariela Cariño y Jorge Ruiz, y Gilma Portillo y Óscar Torres.