Para el cardenal Robert W. McElroy, arzobispo de Washington, haber participado en el cónclave donde se eligió al papa León XIV fue una experiencia solemne, íntima y profundamente espiritual, donde el discernimiento de los electores en todo momento estuvo guiado por el Espíritu Santo.
Contó que tras el fallecimiento del papa Francisco viajó a Roma en compañía del cardenal Wilton Gregory y ambos participaron en diversas reuniones donde compartieron momentos de reflexión y análisis con los cardenales llegados de diversas partes del mundo para elegir al sucesor de Pedro.

“Como saben estoy obligado a mantener silencio sobre los temas tratados, pero puedo decir que fue una experiencia espiritual única”, dijo el cardenal McElroy durante una misa celebrada el miércoles 14 de mayo en la capilla Santa Úrsula del Centro Pastoral de la Arquidiócesis de Washington. Los obispos auxiliares Roy Edward Campbell Jr., Juan Espósito-García y Evelio Menjívar, fueron los concelebrantes.
El cardenal McElroy, al referirse al inicio del cónclave, admitió que al ingresar en la Capilla Sixtina y escuchar la Letanía de los Santos sintió que los cardenales no estaban solos y que todos oraban con la Iglesia peregrina: “Nos recordó que la elección de un nuevo Papa no era solamente un acto humano, sino divino”.
También dijo que su asiento en la Capilla Sixtina estuvo ubicado bajo la pintura de la “Creación de Adán” y al frente se encontraba el fresco del “Juicio Final”, ambas de la autoría del pintor italiano Miguel Ángel Buonarroti: “Estar allí era imposible no sentir el peso espiritual del momento y pensaba que no éramos los cardenales quienes teníamos el control del cónclave, sino era Dios quien nos guiaba”.
El arzobispo de Washington dijo que fue en el segundo día del cónclave donde se comenzó a percibirse una dirección clara, serena y una unidad entre los cardenales, al margen de las diferencias de idioma o cultura: “Era la gracia de Dios la que nos reunía y nos guiaba”.
Fue claro al recordar que la Iglesia es universal y que el nuevo sucesor de Pedro, el papa León XIV, es un hombre profundamente arraigado en esa universalidad: “El Santo Padre se distingue por su humildad, sencillez y cercanía al Pueblo de Dios”.
Finalizó su homilía diciendo que el papa León XIV será un Buen Pastor y que su liderazgo traerá unidad, paz y esperanza al mundo.