Si aún no lo ha hecho, le recomiendo de todo corazón que lea la primera exhortación apostólica del papa León XIV, Dilexi Te. El título se traduce como "Te he amado", y en él, el Santo Padre nos recuerda que el cuidado de los pobres es fundamental para el amor cristiano y nuestra propia búsqueda de la santidad.
El cuidado de los pobres dice, "no es una mera bondad humana, sino una revelación: el contacto con los humildes e impotentes es un modo fundamental de encontrar al Señor de la historia. En los pobres, sigue hablándonos".
Esta encíclica me conmovió personalmente porque aborda un tema en el que he estado involucrado a lo largo de mi sacerdocio, especialmente durante mis años en Caridades Católicas DC. El papa León nos desafía a ver el cuidado de los vulnerables como algo fundamental en nuestro viaje hacia la eternidad con Dios.
El papa León examina las múltiples formas en que las Escrituras nos llaman a cuidar de los necesitados, desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo. Incluye varios casos en los que Jesús nos enseña esta verdad, incluida la parábola del Buen Samaritano y en Mateo 25, donde Jesús dice que seremos juzgados por si encontramos a Jesús en los más pobres de los pobres.
Sé que éste es un tema incómodo. Sospecho que la mayoría de quienes están leyendo esto han sido bendecidos con lugares para vivir, tienen comida en la mesa, están financieramente estables y cuentan con fuentes de ingresos.
Eso es cierto para la mayoría de las personas en este país, pero como Jesús nos dijo, siempre tendremos personas que experimentan la pobreza con nosotros. La pregunta para nosotros es: ¿Estamos tan dedicados a construir más para nosotros mismos que nos olvidamos de los necesitados?
Este fue también el mensaje del Evangelio el 28 de septiembre, el domingo antes de que el papa León firmara oficialmente su encíclica. Era la parábola del hombre rico en el infierno y Lázaro en el cielo. El hombre rico no fue abiertamente malo con Lázaro, el mendigo. Simplemente no lo notó.
El papa León me desafió a pensar en mis propios recursos. Soy un sacerdote muy cómodo y necesito asegurarme de ser un buen administrador de mis recursos, compartiéndolos para ayudar a cuidar a quienes se cruzan en mi camino.
En la parroquia San Bartolomé, donde vivo, varias personas nos visitan regularmente en busca de ayuda. Uno vive en las calles, y me complace decir que recientemente recibió un vale para vivienda en DC. También conocí a otra persona hace años en Santísimo Sacramento. Tiene múltiples problemas médicos y necesita ayuda regularmente, incluidos los medicamentos necesarios. Otro es alguien con una hija en la universidad que está luchando para sobrevivir con varios gastos.
También hay otros. Recibo llamadas de personas que saben que anteriormente dirigía Caridades Católicas DC y piden ayuda para los recién llegados, la matrícula, las hipotecas y los alquileres, la comida, las facturas de servicios públicos y más. Hago todo lo posible para ayudar. Servir a los demás fue una parte esencial de mi vida y mi viaje de fe en Caridades Católicas DC, y todavía lo es hoy en día.
El papa León nos recuerda que ayudar a los demás siempre debe ser importante. Debemos asegurarnos de que las personas que experimentan la pobreza no sean olvidadas.
Siempre me ha gustado la parábola de Jesús del juicio final en Mateo 25, particularmente en el versículo 40, en el que nos dice que realmente lo conocemos: Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo".
¿Encontramos a Jesús en aquellos que experimentan dificultades? ¿Les damos a otros la oportunidad de presentarnos a Jesús ayudándolos? ¿He llegado a conocer mejor a Jesús a través del servicio, la bondad y la caridad?
Los invito una vez más a leer la encíclica y a tomar en serio las palabras del papa León. Son profundas en lo que nos enseñan y nos piden. El cardenal McElroy capturó maravillosamente la esencia de la encíclica cuando dijo que el papa León muestra cuán centrales son los pobres en la proclamación del Evangelio por parte de la Iglesia, y cómo los santos nos han ayudado a comprender "que el amor a Dios no es posible para el cristiano sin amor a los pobres".
Nos preocupamos por familias e individuos que enfrentan dificultades financieras porque queremos ser amables. Nos preocupamos porque son nuestros hermanos y hermanas creados a imagen de Dios. Nos importa porque Jesús nos lo ordenó.
Y nos importa porque es bueno para nuestras almas. Conocemos a Jesús personalmente en aquellos desatendidos y privados de derechos entre nosotros.
