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El Purgatorio es una hermosa doctrina

El Cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, durante la consagración eucarística de la Misa por los Fieles Difuntos el 2 de noviembre en la catedral de San Mateo en Washington. A su lado derecho, el principal concelebrante, el cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington. Foto/Christopher Newkumet

El Purgatorio es una hermosa doctrina, causa de esperanza y maravillosa expresión de la amorosa misericordia de Dios.

Así lo expresó el domingo pasado el cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto para la congregación para la doctrina de la fe del Vaticano, durante un servicio religioso en conmemoración del día de los fieles difuntos.

"Contrario a la imaginación popular o las películas de Hollywood, el purgatorio no es un lugar lleno de espíritus desencarnados sufriendo tormentos mientras esperan el juicio final y la redención", argumentó durante su homilía. "Es el nombre que la Iglesia le da a la purificación final de los elegidos en fraternidad y gracia de Dios. Su salvación eterna está asegurada y ellos pasan por la purificación para lograr la verdadera santidad necesaria para ingresar al gozo del cielo".

El cardenal se mostró conciente de que el ser humano no vive según sus más altas aspiraciones espirituales o no alcanza sus mejores intenciones. Considera que el purgatorio precisamente es Cristo trabajando en esa brecha que queda -entre nuestras mejores intenciones y lo que hemos sido capaces de realizar en vida.

"Al final de nuestra existencia, no encaramos el fuego ardiente de un Dios furioso sino el amor acogedor de un padre que nos da el tiempo y el espacio para prepararnos, para hacer enmiendas, para reparar los pecados..." dijo el principal celebrante durante la misa del 2 de noviembre en la catedral de San Mateo Apóstol en Washington.

Aclaró que el purgatorio es en primer lugar, un momento de esperanza y de gozo. Las almas de los difuntos -dijo- saben que han ganado la victoria final en Cristo y están preparándose para compartir el banquete eterno con el Señor. "Es un lugar también de sufrimiento, pero no de castigo... El sufrimiento del purgatorio es un sufrimiento de amor", según el cardenal Müller que visita Washington para ofrecer varias presentaciones en universidades.

"Nosotros, la Iglesia, ayudamos a nuestros hermanos en este proceso de purificación con nuestras oraciones y sacrificios", expresó el homilista. Afirmó que oramos en honor a sus memorias y en gratitud por las muchas formas en que Dios nos ha tocado con su gracia a través de las relaciones que hemos compartido con amigos, colegas y familiares.

El cardenal alentó a los presentes a amar a los fallecidos, rezar por ellos, perdonarlos y pedir su perdón. "Así ellos encontrarán purificación y nosotros esperanza, a la vez que fortalecemos los lazos de comunión que duran toda la eternidad".

Considera que las oraciones por los muertos tienen un efecto real y los sacrificios y penitencias que ofrecemos por ellos son tan efectivas como cualquier obra de caridad que ofreceríamos a personas en necesidad hoy aquí. Asegura que son un supremo acto de caridad que les brinda a los fallecidos el perdón y liberación de sus pecados para que puedan recibir la plenitud de vida en Cristo.

Como parte del servicio religioso, se bendijo las tumbas de quienes fueran arzobispos de la Arquidiócesis de Washington, los cardenales Patrick O'Boyle y James Hickey que están enterrados allí, y se oró por el reposo de sus almas. 

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