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Enfermedad no es impedimento para obtener residencia

Josefina Lynche, junto a su esposo, irradia felicidad por haber obtenido su residencia legal. (Foto/Jaclyn Lippelmann)

Una enfermedad degenerativa le complicó la vida a la inmigrante Josefina Lynche (54), pero a la vez le facilitó el camino a la "green card". Esta madre peruana entró por la frontera en 1994 y se dedicó a trabajar incansablemente limpiando casas para sacar adelante a sus dos hijas (una vive en Perú).

Su mundo cambió cuando le diagnosticaron en 2000 una miopatía inflamatoria, llamada  miositis por cuerpos de inclusión (IBM). Es un trastorno degenerativo de los músculos esqueléticos que progresa lentamente y que se caracteriza al inicio por debilidad muscular.

Los médicos le dijeron que su sistema inmunológico se ha ido debilitando. No se sabe la causa de esta rara enfermedad, pero se cree que puede ser causada por una reacción alérgica o exposición a una sustancia tóxica o un medicamento, otra enfermedad como cáncer o afecciones reumatoides, virus u otro agente infeccioso.

"Dejé de moverme, ya no puedo estar de pie", contó quien se ha visto obligada a usar muletas, bastón y luego silla de ruedas.

Actualmente, tiene una discapacidad total, es completamente dependiente y necesita asistencia para comer y vestirse.

Un panorama tan desalentador no ha aniquilado su autoestima ni le ha borrado la sonrisa a esta parroquiana de la iglesia san Martín de Tours. Mantiene una buena actitud, está muy lúcida y fortalecida en su fe, se siente bendecida y agradecida.

Amor sorpresivo

Ya con la enfermedad avanzada, merodeando los cincuenta años, por sorpresa se asomó el amor a su vida. Una larga y buena amistad se volvió en una relación amorosa que concluyó en matrimonio.

"Ha sido una prueba de amor. Es un regalo de Dios que acepté para yo poder hacer algo por él", dijo Josefina quien se casó por amor en 2011 con un ciudadano estadounidense. "Es un hombre respetuoso, con muchos valores, que me ha ayudado a ser fuerte".

Él no sólo se convirtió en su compañero de vida, sino también la sacó del limbo legal. El miedo de esta inmigrante por no tener 'papeles' se fue disipando y sometió una solicitud para ajuste de estatus migratorio con la ayuda del Centro Católico Hispano.

Los extranjeros que pasan más de un año en este país sin documentos encaran un castigo de diez años -tiempo en el cual no pueden volver a ingresar ni obtener estadía legal-. El procedimiento habitual en este caso de inmigración es que el solicitante pida el perdón en Estados Unidos y, si lo aprueban, salga a su país a recibir la residencia permanente -según Celia Rivas, coordinadora de los servicios de inmigración del Centro Católico Hispano-. La condición médica de Josefina fue buen argumento para solicitarle al gobierno el permiso de permanencia en el país (“Parole-in-place”), a fin de obtener un cambio de estatus migratorio sin perdón y sin salir.

"Es un recurso para familiares directos (cónyuges, hijos o padres) de miembros de las fuerzas armadas que estén enlistados (en entrenamiento), activos, en reserva o veteranos", explicó la experta en trámites migratorios. Califica la situación de salud de Josefina como una circunstancia única o excepcional que le dificulta al solicitante viajar al exterior.

"Si usted ingresó por la frontera y tiene un hijo/a en las fuerzas armadas, este es el método para obtener la legalización", subrayó Celia.

En diciembre pasado Josefina, quien reside en Gaithersburg, obtuvo el documento que coloquialmente se conoce como "green card" o tarjeta verde. En medio de un ambiente poco favorable para los indocumentados, su historia emerge para dar esperanzas. Ella dice que, desde que llegó, nunca perdió la fe en que iba a tener documentos y que obtenerlos -sin tener que salir de Estados Unidos- ha sido más que una bendición. "En poco tiempo me haré ciudadana", dijo contenta.

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