Con una peregrinación y misa en memoria de personas esclavizadas enterradas, en tumbas sin nombres, en los predios de la iglesia Sagrado Corazón en Bowie, la Arquidiócesis Católica Romana de Washington lanzó una iniciativa para continuar las averiguaciones sobre las tumbas anónimas en terrenos parroquiales en Maryland y hacer justicia con sus descendientes.
La caminata en el camposanto, el círculo de reflexión y la Eucaristía celebrada por el obispo auxiliar de Washington, Roy E. Campbell Jr., caracterizaron el lanzamiento de la iniciativa ‘Honrando a quienes fueron esclavizados: hacer justicia, amar la bondad y caminar con humildad’, organizada por la oficina arquidiocesana de diversidad cultural y enlace
“Me siento muy feliz, muy emocionado y honrado de ser parte de esto y lo hacemos porque es lo correcto, porque es lo que corresponde hacer a los católicos y porque ellos son nuestros hermanos y hermanas”, dijo el obispo Campbell al bendecir el cementerio Sacred Heart White Marsh, el 15 de noviembre de 2025.
El obispo afirmó que “(la iniciativa) es una forma de “honrar a nuestros antepasados y a quienes vivieron, trabajaron y murieron sin que supiéramos quiénes eran. Eran hijos de Dios y hoy están con él”, afirmó.
En su homilía, y tras disertar sobre los católicos negros estadounidenses cuyas causas de santidad han sido abiertas, el obispo dijo que “ninguno de nosotros es culpable del tipo de maltrato que recibieron nuestros hermanos y hermanas que fueron esclavizados y que fueron tratados así todas sus vidas hasta que murieron”.
Nosotros debemos “vivir nuestras vidas como el Señor no los pide en el Padre Nuestro, la oración que él nos enseñó”.
La peregrinación del recuerdo
La tarde del sábado 15 de noviembre, más de un centenar de personas realizaron un emotivo recorrido por los lugares donde fueron enterrados las personas esclavizadas el cementerio, oraron frente a las tumbas identificadas con unas pequeñas banderas y escucharon las reflexiones de Henrietta Pike y Kevin Porter, cuyos ancestros yacen en esos terrenos.
Luego de la bendición del obispo Campbell, el párroco del Sagrado Corazón, Michael Russo, dijo: “Nuestros hermanos y hermanas están enterrados aquí, donde sufrieron la persecución de la iglesia, la maldad de la esclavitud y el racismo, lamentablemente, perpetrados por los líderes de la iglesia institucional. Solo por la providencia y la santa voluntad del Señor estamos hoy aquí”.
La Plantación White Marsh, en el condado de Prince George, fue cedida a los jesuitas como una donación en 1729 por James Carroll, primo de John Carroll, el primer obispo de Baltimore.
“Dios nos ofreció la oportunidad de redescubrir la historia completa de este lugar, de crear nuevos lazos con quienes creían que aquí había más historia, con quienes pensaron que habría más sepulturas y con quienes tuvieron que esperar demasiado tiempo para este día. Gracias a Dios, estamos todos aquí ahora, juntos en este terreno sagrado.”
La presencia católica y afroamericana es bastante significativa en esa región y se remonta a hace unos 300 años. En 1729, los jesuitas recibieron por primera vez estas tierras y desde entonces han estado aquí afroamericanos”, agregó el sacerdote.
“Incluso después de la emancipación, muchos afroamericanos permanecieron aquí y cultivaron la tierra como agricultores y artesanos durante muchas décadas”, acotó Robert Hayes, del Comité de Historia, quien explicó con detalle todo el proceso.
En el pasado, los católicos de Maryland vivían en una cultura que dependía de la esclavitud de personas africanas y para trabajar en la reparación de esa relación y reconocer las faltas de los antepasados, la arquidiócesis creó esta iniciativa.
“Es una mezcla de emociones, un verdadero enigma emocional”, dijo Wendy Williams, directora ejecutiva de la Oficina de Extensión Cultural y Enlace, “pero estamos tomando medidas, y eso tiene que ser positivo”, subrayó.
El descendiente Kevin Porter, quien realizó una de las reflexiones, en una posterior declaración dijo: “Me siento muy orgulloso del trabajo de la iglesia que ha dado un paso adelante para hablar del pasado y de quienes se vieron afectados por él e identificar a los descendientes vivos que aún se ven afectados”.
Es importante que abordemos el pasado, porque si seguimos ignorándolo, se repetirá, acotó Porter. “Así que, si lo enfrentamos ahora, por difícil que sea, por incómodo que nos resulte, tenemos que abordarlo y ese es el primer paso hacia la sanación”.
Deidre Hicks, nacida en Maryland y residente de Bowie, es una de las voluntarias del Comité del Cementerio y colabora “limpiando lápidas para que se puedan leer mejor y tratando de arreglar las que están rotas”, dijo.
Afirmó que se unió al equipo tras conocer el trabajo que ya venían realizando.
“Sentí el Espíritu (Santo) moviéndose, con ganas de sanar. Y éste es un lugar muy sanador. Sí, incluso después de 250 años, eso importa. Creo que no tengo descendientes aquí, pero podría tenerlos. ¿Quién sabe? Solo necesitamos reconocerlo y eso nos trae sanación. No importa cuánto tiempo nos lleve hacerlo”, indicó.
Aunque la esclavitud y el maltrato que sufrieron estas personas en Maryland data de 250 años atrás, las comunidades deben permanecer alerta para evitar que estas situaciones de discriminación y racismo pueden prevalecer y afectar a otros grupos étnicos que están siendo discriminados en la actualidad.
“Si reconocemos los pecados y luego todos nos unimos, hay sanación. Entonces ya no tenemos que pelear. Entonces podemos decir que nos entendemos y podemos unirnos, de eso se trata, y no de ocultar el dolor o fingir que no pasó, que no dolió, porque sabemos que sí sucedió y al sacarlo a la luz es cuando llega la sanación”, concluyó Hicks.
Para Benjamin Woolerry, quien nació y vive en Bowie, la iniciativa arquidiocesana es “genial” y dijo que sus padres están enterrados en ese cementerio. “Toda esta parte del cementerio que estamos descubriendo era inaccesible, era todo maleza y casi nadie llegaba hasta aquí”.
Sobre el riesgo de que otras comunidades puedan sufrir en estos tiempos este tipo de segregación, Woolerry dijo esto “se trata de sanar, de reconocer nuestros orígenes comunes y todo aquello sobre lo que se construyó antes que nosotros. Debemos apreciarlo, tomar lo bueno, aceptar lo malo y mejorar las cosas de cara al futuro”.
El Circulo de Reflexión
La doctora Stephanie Jacobe, directora de Archivos de la Arquidiócesis, subrayó que Sagrado Corazón es una de las tres parroquias y cuatro capillas dentro de ADW que fueron plantaciones jesuitas.
“Así que no solo tenemos esta iglesia parroquial, sino otras dos con una historia similar, San Ignacio y St. Francis Xavier, y luego la de San Iñigo, que no fue iglesia parroquial hasta la década de 1920, y ahora solo se conserva como capilla, aunque sigue siendo propiedad de los jesuitas”, dijo Jacobe, quien ha estado trabajando en la investigación sobre la cruda realidad de la Iglesia Católica en Maryland.
“Necesitamos investigar nuestra historia”, sentenció Jacobe. “Necesitamos honrar nuestra historia y necesitamos contar la verdad sobre ella”, concluyó.
A su turno, Lynn Nehemiah, quien participa en las indagaciones, relató sobre todo lo que ha descubierto sobre sus ascendientes desde que su abuela de siete generaciones llegó a Maryland en 1875.
“Son historias que he podido descubrir, gracias a los registros del cementerio y me siento muy orgullosa de ser parte del Comité de Restauración del cementerio porque estamos dando vida a esta historia”, concluyó Nehemiah.
Más información sobre la iniciativa en el enlace: Honoring Those Who Were Enslaved: Do Justice, Love Goodness, and Walk Humbly - Archdiocese of Washington
