La vida le ha dado muchas vueltas a una joven hispana que ha crecido en una familia disfuncional, ha encarado retos financieros y familiares y le ha tocado salir adelante sola en Estados Unidos.
Más estable y sin miedo, Yebelin R. (26) se dedicó a estudiar enfermería y estableció su propia empresa de construcción. La esperanza la sostiene y sus sueños la impulsan.
“Todo depende de las ganas que tengas de avanzar y aprovechar las oportunidades, si no ves la meta y no cuentas con las ganas de salir adelante será más difícil”, dijo.
Hay jóvenes que sí queremos superarnos, sabemos que no es fácil, sabemos que siempre va a haber obstáculos, pero hay que verle el lado positivo a las cosas -expresó.
Niñez problemática
La joven hondureña vivía en su país natal con los abuelos desde que tenía dos años. Sus padres emigraron y ella se sostenía con las remesas que le enviaban.
Sus abuelos murieron y le tocó vivir sola por nueve meses. “Me sentía deprimida”, confesó. “A mi mamá ya ni la recordaba”.
Así que tomó fuerzas como pudo y decidió lanzarse a la travesía de emigrar a Estados Unidos en 2015 en busca de su familia y de nuevas oportunidades. “La decisión la tomé yo, mi familia no me iba a decir que viniera a correr el riesgo”, declaró.
Cruzó la frontera como una menor no acompañada con apenas 16 años. “Fue horrible, especialmente el trayecto desde Honduras a México, la peor experiencia que pude tener y prefiero no recordar”, dijo evadiendo el tema.
Evidentemente fue un evento traumático para ella. Estuvo a cargo del Gobierno un mes, hasta que su tío (como auspiciador) la fue a buscar.
Reconoce que los primeros años fueron difíciles. Vivió con el tío, quien viajaba con frecuencia, luego vivió con sus padres en un entorno problemático.
“Esa relación fue difícil, para mí eran como dos desconocidos”, admitió.
Tras el sueño americano
Los inmigrantes tienen la convicción de que en EEUU se pueden alcanzar los sueños. Es cierto, pero se requiere imaginación, mucho trabajo y sacrificios.
Yebelin empezó a trabajar desde que estaba en el décimo grado de la escuela secundaria. “Hacía mantenimiento de jardines, en el verano, en la empresa de un tío, usando una máquina bobcat”.
Actualmente, trabaja en una compañía de un familiar, que se dedica a la instalación de ventanas y puertas en Maryland y Delaware. Gana veinte dólares por hora.
“Me gusta la construcción, es algo que he visto toda mi vida”, según la joven emprendedora. Ha visto a su abuelo construir viviendas y a su padre remodelarlas. Se han dedicado a este gremio, dominado por hombres, y ella sabe que hay buena remuneración.
Dispuesta a progresar, ya aprobó el test para ser contratista en el estado de Virginia y pronto tendrá su licencia.
Ya ha registrado su propia compañía “Machado Multiservices” para remodelación de casas. “Quiero seguir aprendiendo sobre construcción, un trabajo que me da flexibilidad y paga bien”, dijo la residente de Virginia que se graduó de secundaria en 2019.
No ha abandonado sus aspiraciones académicas. Está estudiando enfermería en el colegio comunitario NOVA, del cual egresará con un grado asociado.
Ya obtuvo un diploma de técnico de flebotomía, un curso para tomar muestras de sangre.
Sin perder la fe
Yebelin quería experimentar lo que es vivir sola y así lo está haciendo desde hace tres años.
“La vida es difícil: aprender inglés, estudiar, trabajar y pagar los gastos. Sé que cuento con el apoyo de mi familia y que, en cualquier circunstancia, siempre van a estar allí”, dijo esta joven que tiene permiso para trabajar en EEUU, pero al igual que sus padres, está en el limbo legal.
El éxito de los jóvenes hispanos en Estados Unidos dependerá de las ganas que tengan de “buscar su futuro”.
Admite que necesita a Dios todo el tiempo: “No voy a la iglesia, pero no me he alejado del Señor. Cada vez que salgo a la calle y antes de acostarme digo: ‘en el nombre de Dios’. Mi alma lo necesita”.