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La vida retadora, pero feliz de un diácono

Es posible tener esposa e hijos, incluso tener un empleo regular y “casi” ser un sacerdote. Esa es la vida retadora, pero feliz de un diácono que cuida con amor a su familia y sirve con amor a Dios.

“He sido escogido por el Señor para ser un servidor, he sido llamado por Dios para servir en la Iglesia Católica. Siento que es el lugar donde debo estar", dice Walter Sánchez (44), el único hispano de un grupo de 12 hombres de fe ordenados al diaconado el 3 de junio de 2023.

Desde que se ordenó se siente pleno y feliz. Walter sirve cada semana en dos misas, en las cuales lee el Evangelio, asiste al sacerdote, da la comunión y predica. No puede dirigir la misa ni consagrar, que son roles propios de un sacerdote.

“Lo que más me gusta es la interacción con la gente. Pues, la gente se acerca y me habla con confianza. Me fascina poder dirigir una exposición del Santísimo y el diaconado me ha dado la oportunidad de hacerlo con mucha frecuencia”, contó quien también disfruta dando homilías.

El diácono Sánchez, de origen salvadoreño, sirve en la parroquia Santa Catalina Labouré de Wheaton, MD, trabaja en el departamento de ingeniería de la Universidad Americana en Washington y también es padre de familia. Tiene dos hijos, Josué (18) y Ariela (14), con su esposa Glenda. 

Ella tuvo que dar su consentimiento antes de que Walter pudiera iniciar su formación al diaconado. De hecho, ambos están comprometidos en el servicio a la Iglesia. Han servido juntos durante años como voluntarios en la catequesis familiar y lo siguen haciendo. Igualmente, Glenda acude a las reuniones de formación que son continuas para los diáconos y sus esposas.  

Misión: servir

La Oficina del Diaconado Permanente de la Arquidiócesis Católica Romana de Washington fomenta las vocaciones al diaconado permanente y coordina la formación de los candidatos a la ordenación. Los nuevos aspirantes comienzan el proceso con un retiro en el otoño. El proceso de selección inicial comenzará con una serie de eventos de "Venga y Vea" en varias parroquias de la arquidiócesis de enero a marzo.

El diaconado es una vocación de servicio en el cual los ministros ordenados no están llamados al sacerdocio, sino al servicio, según el diácono Charles Huber, subdirector de la oficina arquidiocesana para formación del diaconado permanente.

Explicó que "diácono" viene de la palabra griega "servidor". "Al igual que Cristo vino a servir, los diáconos están llamados a un ministerio de servicio. En particular, los diáconos tienen un ministerio especial para servir a los necesitados, como las personas hambrientas, sin hogar, enfermas, en prisión o inmigrantes. 

El diácono Huber reconoce que "hay una gran necesidad de diáconos bilingües".

Es que muchos fieles no hablan inglés, dice el diácono Sánchez subrayando que en general los inmigrantes hispanos se sienten más identificados con un diácono que hable español, conozca su cultura, haya vivido su experiencia de migración y laboral. Desde esa perspectiva hispana el mensaje se entenderá mejor y calará más hondo.

Hay muchos grupos de oración en español que piden que un diácono lleve oración y prédica. Igualmente, a muchos grupos hispanos les gusta vivir la experiencia de oración en la exposición del Santísimo y se requiere hablar español. 

El programa de formación para convertirse en diácono permanente se extiende por cinco años: un año de discernimiento que comienza con un retiro obligatorio en octubre y cuatro años de formación pastoral, espiritual y académica como candidato a las Sagradas Órdenes. 

El programa es gratuito, a excepción de los libros y otros gastos relacionados, y está administrado por la arquidiócesis.

Durante los cuatro años de formación, los candidatos se reúnen dos tardes a la semana para las clases y tienen responsabilidades durante el verano y algunos fines de semana, incluyendo un retiro obligatorio para candidatos y esposas cada año a finales de agosto. Las clases tienen lugar en el centro pastoral de Hyattsville, Maryland, y se imparten por videoconferencia en localidades del condado de Montgomery y del sur de Maryland. 

Los solicitantes deben ser hombres católicos bautizados y confirmados de entre treinta y sesenta años, activos en una parroquia de la arquidiócesis durante al menos 5 años y recomendados por sus párrocos.

Otros requisitos para ingresar al programa de formación: Ser ciudadano o residente permanente, tener buena salud, ser económicamente independiente, dominar el inglés hablado y escrito, tener un legado de servicio a la Iglesia y a la comunidad, mostrar preocupación por la justicia social, ser capaz de relacionarse bien con los demás y de cursar estudios universitarios.

Si el aspirante está casado, debe tener un matrimonio católico sano y válido desde hace al menos cinco años y contar con la aprobación de su esposa y familia.

Si no está casado, debe estar libremente dispuesto a abrazar el celibato en el momento de la ordenación.

 El candidato debe estar abierto a discernir su propia vocación y dispuesto a aceptar que uno puede no ser llamado al diaconado.

"Es importante saber escuchar la voz de Dios y no poner excusas. Es un llamado y Dios nos va llamando. No hay que tener miedo, hay muchas bendiciones en este servicio”, según Sánchez.

Puso como ejemplo, la satisfacción de experimentar sanaciones espirituales y corporales en los fieles. “Hay gente que estaba triste y, a través de la oración, ahora los ves alegres y que perseveran”, dijo.  

Las personas interesadas en convertirse en diácono, pueden llenar esta forma y enviarla: https://adw.org/wp-content/uploads/sites/2/2021/12/2021-Inquirers-Information-Form.pdf

Para detalles sobre el programa de diaconado, visite:

https://adw.org/vocations/deacons/formation-program/

Si desea más información, se pueden comunicar con el diácono Huber en inglés, llamando al (301)853-4582 o por email: HuberC@adw.org

 

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