Cinco años después del asesinato de George Floyd, el balance no es favorable a las minorías: Ya no más supervisión federal de la policía, investigaciones por falta de ética ni apoyo a las reformas. La realidad dista mucho de lo que soñaba Martin Luther King para su patria y lo que espera la comunidad afroamericana e hispana.
El crimen del afroamericano en un arresto policial sacudió al país en 2020, sacó a la gente a las calles en protesta, impulsó una serie de investigaciones de los departamentos de policía a nivel nacional y fortaleció un movimiento para propiciar cambios en las prácticas para la aplicación de la ley por parte de agentes policiales.
Después de un lustro, el Congreso aún no ha aprobado la legislación para una reforma policial a nivel federal.
En mayo de 2025, el Departamento de Justicia (DOJ) anunció que está terminando con las investigaciones en departamentos policiales locales en Phoenix, Trenton (NJ), Memphis (TN), Mount Vernon (NY) Oklahoma City y a nivel estatal en Luisiana y descartando los acuerdos de supervisión federal en Louisville y Minneapolis -logrados luego de los sonados asesinatos de Floyd y de Breonna Taylor.
Además, DOJ anunció que está poniendo fin a los acuerdos de reformas policiales, pero las ciudades y sus departamentos de policía dijeron que están comprometidos en continuar aplicando las reformas que DOJ había encomendado.
El asesinato de Floyd produjo ‘un sacudón’ en los medios de comunicación, en las conciencias, en la movilización ciudadana y en los departamentos de policía; también revivió con furor la esperanza de un país más equitativo.
Cinco años después, la esperanza parece desvanecerse con un nuevo Gobierno que ha detenido los muchos avances logrados en justicia racial. Además, la administración Trump le ha declarado ‘la guerra’ a los inmigrantes sin documentos o con estatus temporal, agudizando el racismo contra los hispanos. El Gobierno estadounidense está decidido a limitar el número de extranjeros a como dé lugar y en varias ocasiones sus medidas cruzan la línea legal, por lo cual tiene constantes demandas en los tribunales.
En ciertos casos pasa por alto el derecho básico de toda persona que vive en EEUU e irrespeta el debido proceso, creando incertidumbre entre los indocumentados, confusión en abogados y empleadores, enojo en la comunidad inmigrante y sus defensores.
Entonces, ahora que se percibe por todas partes que la ‘justicia racial’ anhelada por las minorías se debilita, la lucha por defender los derechos básicos se ha intensificado y el fervor por clamar justicia se ha ido a las calles el pasado fin de semana en 2.000 ciudades en 50 estados pidiendo el fin del autoritarismo.
En ciudades como Nueva York, Chicago, Florida, Los Ángeles, Baltimore, Washington, DC, la comunidad inmigrante y sus defensores han salido a las calles a pedir que paren las redadas de ICE y se respeten los derechos básicos de los que no tienen documentos. Hubo manifestantes y periodistas detenidos en las protestas en varios estados.
La nación va en retroceso en cuanto a defensa de los derechos civiles, sigue sufriendo y buscando mayor justicia, dice un grupo de expertos convocados por la Universidad Georgetown, en vísperas de la conmemoración del feriado nacional “Juneteenth” para conmemorar el fin de la esclavitud en Estados Unidos.
Ciertamente, el 19 de junio es una fecha que insta a la reflexión sobre la situación del país en cuanto a la defensa de los derechos humanos y el panorama no luce positivo.
La Universidad Georgetown citó a un historiador ganador del premio Pulitzer, un líder del ministerio social católico, un periodista y líder provida, y un pastor de Montgomery, Alabama, para analizar los cambios en los últimos cinco años, los signos de progreso y retroceso en materia de justicia racial y ver hacia el futuro a la luz de la doctrina social católica.
“Sí entendemos el racismo como el grave pecado que es, comprendemos que nuestra participación en él de cualquier forma, incluso permitiéndolo, pone en peligro nuestra alma eterna. No sé cómo puede ser más personal que eso para un creyente, salvo decir que puedes ir directamente al infierno por este pecado. Y punto… Si la gente entendiera el daño real que está causando a su vida eterna, creo que eso obligaría a dar un tipo diferente de respuesta. Obligaría a hacer un tipo diferente de examen de conciencia”, comentó la periodista Gloria Purvis, presentadora del podcast “Gloria Purvis” en America Media, que ha participado en la Comisión de Justicia Social del Congreso Nacional Católico Afroamericano y ha sido asesora de los obispos de Maryland en cuanto a defensa de la vida.
Cree que si la gente, en lugar de huir del racismo o intentar negar su existencia, le prestarían la atención adecuada comprenderían que sus propias almas están en peligro. No creo que hayamos hecho un buen trabajo en la iglesia a la hora de dejar eso muy claro.
No cree que los fieles hayamos analizado lo que significa la justicia desde una perspectiva católica. “Me ha decepcionado mucho ver que la gente piensa que la justicia significa que no debo cambiar nada, que tengo que vivir esta vida cómoda, y eso es precisamente lo más contrario al Evangelio que existe”.
Afirma que los católicos deben estar del lado de los pobres y los obispos deben denunciar a quienes participan en eslóganes racistas muy deliberados y otros que promueven el mito de la inferioridad de los negros. “Es vergonzoso y transmite un mensaje erróneo, por lo que debemos rezar mucho por nuestro clero y nuestros obispos que se han visto envueltos en esa red de engaños”, dijo la periodista afroamericana.
El padre Manuel Williams comentó sobre la respuesta al racismo en la Iglesia y en el país. Considera que hace 50 años no era algo generalizado, ahora lo es. “Dios no se monta en un elefante demócrata o en un elefante republicano. El evangelio de Jesucristo es, por su propia naturaleza, político, pero no es partidista”, aclaró el sacerdote.
Considera que se debe conectar las homilías con lo que ocurre en nuestras comunidades. “Nos hemos alejado de ese sentido de defensa de los principios cristianos fundamentales”, dijo quién es director de “Resurrection Catholic Missions of the South, Inc.”, párroco de la Iglesia Católica Resurrection en Montgomery, Alabama, y profesor en el Instituto de Estudios Católicos Afroamericanos de la Universidad Xavier de Nueva Orleans.
“Creo que estamos sufriendo mucho. Estamos sufriendo por falta de imaginación moral. Estamos sufriendo por falta de ese tipo de amor propio que nos permite perpetuar estos ciclos, pero creo que lo que más nos falta es integridad”, expresó Marcia Chatelain, profesora de Estudios Africanos en la Universidad de Pensilvania.
Considera que la gente es racista por conveniencia. “Lo que pasa con el racismo es como la tentación de Jesús en el desierto. Puedes tener todas estas cosas si me sigues. Y creo que, para una parte de nuestro país, si eres racista, consigues un trabajo mejor, vives en la mejor casa, tus hijos van a las mejores escuelas, puedes participar en una comunidad muy rica”, subrayó.
“Para mí, un futuro mejor es aquel en el que empecemos a practicar lo que predicamos, en el que reconozcamos nuestra humanidad compartida y que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, un Dios cuyo hijo predicó la diversidad y nos recordó nuestra igualdad entre nosotros y con él, y que nos hizo a su imagen y trabajó por la inclusión toda su vida”, dijo Ralph McCloud, de la organización NETWORK y ex director de la Campaña Católica para el Desarrollo Humano, el programa contra la pobreza de los obispos estadounidenses.
Aclaró que Jesús cruzó fronteras para unir a las personas, abrazar las diferencias y condenar a aquellos que buscaban excluir.
“Creo que hay que buscar comprender al otro sea como sea”, dice convencido que luchar contra el racismo no es un proyecto. “No es algo que hagamos un día y ya está. Es un proceso y vamos a ser mejores hermanos gracias a ello”.
Gloria cree que un futuro más justo es aquel en el cual ‘no’ nos aferramos al statu quo ni asumimos que nada cambia. “Tenemos que estar dispuestos a dar con la mano abierta en lugar de con el puño”, dijo.
Para ella, el comienzo del trabajo hacia la justicia es: “Rendirnos a la voluntad de Dios y no a nuestra voluntad, comodidad y deseos. Creo que eso requiere un profundo trabajo espiritual, madurez espiritual, una constancia en la oración y en la búsqueda del rostro de Dios para escuchar su voz. Tenemos que inclinarnos hacia la justicia desde una perspectiva católica”, dijo en este evento virtual que fue auspiciado por la Iniciativa sobre Pensamiento Social Católico y Vida Pública de la Universidad de Georgetown.
La charla puede verse en: https://youtube.com/live/BWnPr5cZW6Y?si=u8FZ0RTDtVxS3nRp.
