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Mucho interés por reestructuración de deuda a cambio de naturaleza

Un pescador vende parte de su pesca en el muelle de Santarém, ciudad a orillas del río Amazonas en el estado de Pará, al norte de Brasil. Foto/CNS/Paul Jeffrey/archivo

El interés por participar en operaciones de reestructuración de deuda soberana a cambio de que los países se comprometan a llevar a cabo proyectos de recuperación y conservación de la naturaleza se ha disparado, según The Nature Conservancy (TNC), que busca ampliar este instrumento a municipios o empresas privadas.

Hasta la fecha, TNC ha gestionado seis de las nueve operaciones de reestructuración de deuda soberana a cambio de naturaleza que se han desarrollado en el mundo, en concreto en Sychelles (22 millones de dólares), Belize (180), Barbados (150), Gabón (500), Bahamas (300) y Ecuador (1.500) dondose se desbloquearán más de 1.000 millones para la conservación de ecosistemas terrestres y marinos en 20 años.

"Hace 5 años, cuando empecé, este mercado no existía. Ibas a un banco a decir tenemos este concepto y te cerraban la puerta. Sin embargo, hoy en día, tienes que cerrarles tú la puerta a ellos", ha asegurado a EFE el director de Deuda Sostenible de TNC, Daniel Ballesta.

Ayudar a cumplir objetivos ambientales

El principal objetivo es ayudar a los países emergentes o en desarrollo a cumplir sus compromisos en clima y biodiversidad aunando, en una sola operación, asistencia técnica y movilización de recursos financieros.

Estos países suelen compartir un mismo problema: tienen grandes ambiciones pero muy pocos recursos financieros disponibles para poder convertirlos en realidad debido, principalmente, a los elevados intereses que pagan por su deuda.

Así, por ejemplo, mientras España está pagando por su bono a 10 años poco más de un 3 %, "en países con los que trabajamos, el tipo de interés está en el 8, 9 o 10 %" y algunos no tienen ni siquiera acceso al mercado de capitales, ha explicado Ballesta.

Gracias al programa Bonos por Naturaleza de TNC y a las garantías que aportan ellos mismos, otras ONGs, entidades internacionales (como los bancos multilaterales y bancos de desarrollo nacionales) y capital filantrópico, están recomprando y reestructurando esa deuda rebajando su coste en varios puntos básicos, por ejemplo, del 10 al 6 %.

Esa diferencia se invierte en un programa de conservación diseñado por TNC con el gobierno de turno en base a dos elementos fundamentales: una hoja de ruta con hitos que se deben cumplir y la constitución de un fondo de conservación independiente, que es el que va a recibir, gestionar y distribuir el dinero.

El inversor puede ver el impacto de sus fondos

El objetivo ahora es desarrollar este concepto para escalarlo y poder replicarlo en cuantos más países y ecosistemas mejor, ha apuntado Ballesta, que ha marcado entre las prioridades extenderlo a África y Asia.

En países donde no hemos podido trabajar con una agencia de desarrollo en particular "hemos tocado al sector privado y hemos visto que hay bastante apetito" porque, en su opinión, muchos inversores y donantes tienen ahora mucho interés en ver el impacto real de los fondos que aportan.

"Las conversiones de deuda vienen acompañadas de un proyecto de conservación muy específico y eso les ayuda a entender ese impacto final", el reto está ahora en conectar ese capital privado con los proyectos que realmente quieren financiar, porque no todos están interesados en los mismos ecosistemas.

Montreal, un punto de inflexión

El Acuerdo sobre Biodiversidad de Montreal (2022) ha supuesto un punto de inflexión a la hora de invertir en naturaleza, como en su día lo fue el Acuerdo de Paría en lo que respecta a clima, porque puso objetivos sobre la mesa para detener y retener la pérdida de biodiversidad a 2030.

La conversión de deuda por naturaleza es todo beneficios, según Ballesta, para quien no hay ningún otro instrumento que permita a un país emergente acceder a financiación para cumplir los objetivos ambientales sin incrementar su deuda, algo fundamental para ellos, que en muchos de los casos no pueden endeudarse más.

Gracias a este tipo de operaciones financieras, pueden destinar el dinero que antes pagan en concepto de intereses y que salía del país a unos ecosistemas básicos para su economía, como, por ejemplo, ha sido el caso de Ecuador y la Amazonía.

En paralelo, no cuesta dinero al contribuyente estadounidense o europeo, como si ocurre en otros casos, como la condonación bilateral de deuda, lo que en el actual contexto es muy importante.

Dado el interés que han detectado, TNC ha empezado a trabajar en extender este concepto, ahora limitado a deuda soberana, a administraciones subnacionales (municipios, provincias, etc) e incluso a compañías privadas.

Muchas empresas quiere ser neto cero y reducir su huella ambiental pero, en múltiples ocasiones, les falta financiación porque ya soportan un alto coste por su deuda, ha apuntado.




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