“Participen, a través de sus estudios, en esa 'diplomacia de la cultura’ que el mundo tanto necesita en nuestros días”. Fue la exhortación del papa León XIV en su discurso a la comunidad del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana, recibida esta mañana del jueves 11 en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano con motivo de su centenario de fundación.
Dirigiéndose a docentes, empleados y estudiantes del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana, el Pontífice inició su discurso observando que hace exactamente un siglo, su predecesor Pío XI, en el Motu propio I primitivi cemeteri, recordaba el sentido del deber que sentían los pontífices en la protección del patrimonio sacro: en primer lugar, las Catacumbas, pero también “las basílicas florecidas dentro de las murallas de la ciudad de Roma con sus grandiosos mosaicos, las innumerables series de inscripciones, las pinturas, las esculturas, el mobiliario cementerial y litúrgico”. En ese documento se mencionaba además a Giovanni Battista de Rossi y Antonio Bosio, considerados “los iniciadores de la arqueología cristiana”.
Orientar a los jóvenes hacia los estudios
Para la ocasión, Pío XI también había decidido añadir a la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra y a la Pontificia Academia Romana de Arqueología el nuevo Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana, con el objetivo de “orientar a los jóvenes dispuestos, de todos los países y naciones, hacia los estudios y las investigaciones científicas sobre los monumentos de la antigüedad cristiana”.
Un siglo después, esta misión sigue más viva que nunca, gracias también a los congresos internacionales de arqueología cristiana, a través de los cuales el Instituto promueve los estudios en una disciplina que caracteriza no solo a las ciencias históricas, sino también a la fe y la identidad cristianas.
La arqueología cristiana y su dignidad
Para celebrar la ocasión, el Papa publica hoy una Carta Apostólica sobre la importancia de la arqueología. Continuando con su discurso, subraya cómo la enseñanza de la rama cristiana de la arqueología, entendida como el estudio de los monumentos de los primeros siglos del cristianismo, posee un propio “estatuto epistemológico” propio, definido por “coordenadas cronológicas, históricas y temáticas” específicas. Sin embargo, observa el Pontífice, en otros contextos queda englobada en la arqueología medieval.
A este respecto, sugiero que se conviertan en sostenedores de la especificidad de su disciplina, en la que el adjetivo “cristiana” no pretende ser expresión de una perspectiva confesional, sino calificativo de la propia disciplina con dignidad científica y profesional.
Instrumento para el ecumenismo
La arqueología cristiana, afirma el Papa, remite a un periodo en el que la Iglesia estaba unida, lo que convierte su estudio en “un válido instrumento para el ecumenismo”. En ella, de hecho, las diferentes confesiones pueden reconocer raíces comunes, alimentando así “la aspiración a la plena comunión”. Un aspecto que León XIV dice haber constatado personalmente durante su reciente viaje apostólico a İznik, la antigua Nicea, donde conmemoró el primer Concilio ecuménico junto con representantes de otras Iglesias y Comunidades eclesiales.
La presencia de los restos de los antiguos edificios cristianos fue emocionante y motivadora para todos nosotros.
Precisamente a este tema, el Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana ha dedicado una jornada de estudio, en colaboración con el Dicasterio para la Evangelización, iniciativa acogida con satisfacción por el Papa.
La “diplomacia de la cultura”
De hecho, el estudio es el principal vehículo de esa “diplomacia de la cultura” tan necesaria hoy en día.
A través de la cultura, el alma humana traspasa las fronteras de las naciones y supera las barreras de los prejuicios para ponerse al servicio del bien común. Ustedes también pueden contribuir a tender puentes, favorecer encuentros y alimentar la concordia.
Entre paz y esperanza
Como se recuerda en la Carta Apostólica, el Instituto se sitúa idealmente entre la paz, tema del Jubileo de 1925, y la esperanza, eje central del Año Santo en curso.
Y, de hecho, ustedes son portadores de paz y esperanza allí donde trabajan con sus excavaciones e investigaciones, de modo que, al reconocer su estandarte blanco y rojo con la imagen del Buen Pastor, se les abran las puertas no solo como portadores de conocimiento y ciencia, sino también como anunciadores de paz.
El cristianismo en las raíces de Europa
El Papa concluye recordando el discurso de San Juan Pablo II Sobre las raíces cristianas comunes de las Naciones Europeas, en el que afirmaba que Europa “necesita a Cristo y al Evangelio, porque aquí están las raíces de todos sus pueblos”.
Entre las raíces de la sociedad y de las naciones europeas se encuentra sin duda el cristianismo, con sus fuentes literarias y monumentales; y el trabajo de los arqueólogos es una respuesta al llamamiento que acabo de evocar.
