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Tirando la semilla: jóvenes, una luz de cambio en El Salvador

En El Salvador, donde lo bello y lo agreste se confunden, es imposible no sentirse abrumado, mientras el asfalto atraviesa campos, colinas boscosas, ríos adyacentes, montañas y volcanes, como telón de fondo. Y cada amanecer, un esplendoroso y prístino disco amarillo emerge del pico de las montañas salvadoreñas como un “renacer” cotidiano lleno de retos y esperanzas, mas también un tácito compromiso de que hay aún mucho por hacer.  

Una población que se siente más segura y un elevado costo de vida, incongruente con los sueldos y salarios, es la primera y rápida impresión que percibimos de los ciudadanos salvadoreños, a juzgar por sus comentarios, durante una visita pastoral de cinco días, del 25 al 29 de enero, a El Salvador.

Una amable y locuaz recepcionista del hotel Árbol del Fuego, Andrea Alvarado (27), quien vive en colonias que antes no eran seguras, nos anunció que el cambio más radical en El Salvador ha sido la mejora en la seguridad ciudadana.

Los jóvenes salvadoreños hoy se sienten más seguros y pueden hacer uso de sus celulares y practicar deportes en las calles, viajar en buses y salir por las noches, amén de ver familias disfrutar de las áreas públicas.

Sin embargo, a pesar de que hoy hay más seguridad, lo cierto es que el costo de vida es “supercaro y todo cuesta como si uno viviera en Europa”-agregó Andrea-. Hay todavía mucho por hacer en el país y el turismo, que se promociona mucho, se presenta como una opción para que el país salga adelante.

Explicó, además, que es difícil hablar del Gobierno porque hay opiniones encontradas. Mas, reconoce que su familia recibió ayuda durante la pandemia: su padre, quien es comerciante, ya no tiene que pagar cuotas a los extorsionistas y su hermana se benefició del programa de visas del Gobierno.

En el primer día de visita pastoral a El Salvador, tierra de volcanes y calores fuertes, monseñor Mark Brennan, obispo de West Virginia, celebró una misa en la cripta de la catedral de San Salvador, frente a la tumba de san Romero. 

(De izq. a der.) El obispo Evelio Menjívar; los sacerdotes Jonathan Goertz, Andrew Switzer, Austin Murphy y Anthony Lickteig; el obispo Mark Brennan y el padre Ako Walker oran frente a la tumba de monseñor Romero en la cripta de la catedral de San Salvador. Foto/RR

Al día siguiente tuvimos la oportunidad de conocer los proyectos que Catholic Relief Services opera en El Salvador. Entre ellos el programa de ‘Becas Monseñor Romero’ que forma jóvenes profesionales y los empoderan a tener confianza en sí mismos y en su comunidad.

En el programa de becas, operativo desde hace ocho años, participan jóvenes que han terminado la secundaria, quienes con su dedicación y esfuerzo han cambiado la visión negativa que se solía tener de la ‘Comunidad 22 de abril’, en Soyapango.

Una luz para la comunidad y el país 

El 22 de abril de 1971, de donde viene el nombre de la comunidad, familias procedentes de diferentes departamentos tomaron y formaron un asentamiento humano en lo que antes era un basural.  Hoy el pasado, presente y futuro de esa pujante comunidad se aprecia en un inmenso mural que los jóvenes crearon para que las nuevas generaciones sepan de dónde vienen y adónde van, explicó Tamara Marroquín (31).

(De izq. a der.) Gustavo Guerra, David Rosa, Allison Zavala, Felipe Méndez y Fernando Aguilar, jóvenes beneficiarios de las Becas Monseñor Romero que auspicia Catholic Relief Services. Foto/RR

Juan David Guzmán (26), uno de los beneficiarios de la beca monseñor Romero, dice que la beca -en un momento complicado de su vida- lo ayudó a terminar sus estudios de comunicación social y quiere seguir estudiando, hacer una maestría si Dios se lo permite, entretanto presta servicios a CRS.

Además de prepararse académicamente, David, quien afirma ser una persona reservada, dice que la beca le ayudó a socializar y a aprender a trabajar en grupo, haciendo hincapié en que se necesita más de este tipo de proyectos en El Salvador.

Marielos Amaya (51) dijo que el proyecto de becas y acompañamiento de los jóvenes se inició en el 2017 y el hecho de tener 25 jóvenes preparándose académicamente es “una luz para nuestra comunidad y el país”. 

Antes -indicó- a nuestra comunidad se la veía como un lugar de ‘mareros’ lo que no era cierto. Acá hay muchas personas preparadas, doctores, abogados y profesores. 

Tamara Marroquín narra la historia de la “Comunidad 22 de abril”, durante la visita pastoral a El Salvador, realizada del 25 al 30 de enero. Foto/RR

Haz el bien y no mires a quien

El proyecto de becas ha sido una inspiración para muchas familias, para los jóvenes una luz al final del túnel que les ha permitido ensanchar sus horizontes y volver a soñar junto con sus familias.

Los pobladores recuerdan y destacan con gratitud la solidaridad extranjera, amén de la fe y la esperanza de las familias, lo que les ha permitido seguir adelante a pesar de las dificultades que han tenido que vencer.

Los feligreses de la parroquia Inmaculada Concepción, localizada en la Comunidad 22 de abril, hicieron hincapié en que los jóvenes de todo tipo de creencias se pueden beneficiar de las becas monseñor Romero. 

“Es una beca para todo joven que quiera superarse” es la premisa que estableció el primer párroco de la Inmaculada Concepción, Santos Belisario Hernández, quien trabajó once años al servicio de la comunidad.

No todo es color de rosa. Hoy hay más tranquilidad, mas no se ve los efectos negativos de la emigración, una de las causas principales de la desintegración familiar, hay una violencia soterrada que se puede percibir en diferentes aspectos de la vida cotidiana, mencionó el actual párroco José Ángel Alemán.

Hoy -explicó- se encuentran abocados en la elaboración del tercer plan pastoral con los conceptos y líneas de trabajo familiar con jóvenes y adultos mayores que hay muchos en la parroquia.

Este 2024, a propósito de la evangelización -continuó-, piensa llegar más a las familias con el fin de contrarrestar muchas situaciones difíciles, porque “cuando el Evangelio se encarna, hace hombres y mujeres nuevos”.

En ese contexto, el joven Gustavo Andrés (26) terció en la conversación para señalar que la beca monseñor Romero fue para él una “impensada superación académica”, más aún si consideramos que el único requisito para aprovecharla era ser miembro de la Comunidad 22 de abril. Hoy, graduado de comunicación social, trabaja en Catholic Relief Service en el Arzobispado de San Salvador.  

Gustavo conminó a sus pares a ampliar sus conocimientos de inglés para que puedan acceder a mejores trabajos e insistió en que se enfoquen en sus estudios, escuchen a sus padres y se rodeen de las personas adecuadas para forjar el futuro que buscan.

Detalle de un inmenso mural donde se puede apreciar el pasado, presente y futuro de la pujante “Comunidad 22 de abril”. Los jóvenes de esa comunidad la pintaron para que las nuevas generaciones sepan de dónde vienen y adónde van. Foto/RR

Lo que significa, para el párroco José Alemán, una manera de vivir su ministerio desde la realidad en la que vive su comunidad, cuya clave es “partir de los hechos, lo que la gente vive”.

Ahondando en mayores explicaciones, dijo que “cuando uno viene del seminario trae el corazón lleno de teología, ya inmerso en la comunidad vemos lo que la gente vive, que es la base para la evangelización”.

Tirando la semilla

Todo empezó en una reunión del padre mexicano Manuel Dorantes de Chicago y del padre Santos con los jóvenes de la comunidad 22 de abril quienes expresaron sus deseos de seguir una carrera universitaria, entonces un sueño porque sus familias no podían costearles sus estudios.

El padre Manuel, quien acogió sus pedidos, abrió el camino y empezó a buscar donantes, junto con el padre Santos, y creó la ONG que administraría las donaciones que luego daría paso a las “Becas Monseñor Romero”, un proyecto de parroquia a parroquia entre la iglesia de Chicago (EE.UU.) y la Comunidad 22 de abril, proyecto que administra Catholic Relief Service.

El proyecto se inició con 13 jóvenes el 2017 y para el 2018 ya contaban con 24 estudiantes y, aun así, no alcanzaron a cubrir la ingente demanda. Actualmente hay once graduados de diferentes carreras de ocho universidades. Y este año se graduarán cinco jóvenes y cuatro están llevando asignaturas.

Los graduados, además de ayudar a sus familias y comunidades, apoyan y lideran un proceso llamado Escuela para la Paz en proyectos que ejecutan en sus comunidades para que los jóvenes puedan desarrollar habilidades para la vida. 

El proyecto tiene una duración de cinco años y se extendió por dos años. Se creó la necesidad y las familias preguntan cuándo se iniciará el proyecto nuevamente.

Orgullo de los padres

Janet, madre de Allison Zavala (23), no oculta su orgullo de que su hija sea la primera profesional de su familia. Un sueño que veía imposible es ahora una hermosa realidad y un ejemplo para las hermanas menores de Allison.

Para Allison, graduada en comunicación, la beca monseñor Romero significó un marcado cambio de perspectiva de lo que es la sociedad y lo que es su comunidad, vale decir, dejar atrás el estigma para demostrar que son más que eso.

Ella tiene la determinación de ser parte del equipo que apoya a otros jóvenes a superarse, mientras consiguen más becas para beneficiar a sus pares.

(De izq. a der.) Los jóvenes sacerdotes Jonathan Fioramonti y Thomas Gallager rezan frente al lugar donde cayó mortalmente herido monseñor Romero en el altar del hospitalito de la Divina Providencia. Foto/RR

Capilla Martirial San Óscar Romero

En la capilla del hospital de la Divina Providencia, donde fue asesinado monseñor Romero, a las seis de la tarde, el 24 de marzo de 1980, el cardenal Rosa Chávez dijo que monseñor Romero sabía que lo iban a matar en su casa, y fue en el altar, el nuncio en El Salvador le había advertido que su vida corría peligro.

Monseñor Romero no tenía un diario, sino que grababa sus reflexiones y cuando muere tenía 30 casetes de una hora de duración cada uno. A todo esto, el cardenal Rosa Chávez se preguntó ¿Que diría hoy monseñor Romero? “El pastor debe estar donde está el sufrimiento”. 

Monseñor Romero muere durante el ofertorio, muere en el altar, un martirio completamente documentado.

Páginas del diario salvadoreño “La Crónica’ que da cuenta del asesinato de monseñor Romero. Foto/RR

En un documental le preguntan a monseñor Romero cuándo se ha convertido. El responde que la conversión es una evolución. “Dios va conmigo y si algo me sucede estoy dispuesto a todo”. Su ideal de sacerdote: “Ser siempre fiel a la vocación al servicio de la Iglesia y del pueblo”.

En ciudad Barrios, en el templo del Señor de Roma, donde San Óscar Romero celebró su primera misa, los sacerdotes de la delegación de la cuarta región de EEUU celebraron misa. Foto/Geoffrey Ros

Ciudad Barrios, cuna de monseñor Romero

En ciudad Barrios, en el templo del Señor de Roma, donde San Óscar Romero celebró su primera misa, los sacerdotes de la delegación de la cuarta región de Estados Unidos celebraron misa. Una delegación en peregrinación, donde todos “somos romeristas”.

El templo es una iglesia modesta con techo de calamina, piso de ladrillos y 14 bancos de madera desgastada por el uso y los años, con un Cristo crucificado en una urna al fondo del altar -una mesa simple de madera cubierta por una sábana blanca- iluminada por una ‘araña’. 

Al frente del altar, flores frescas de jengibre y al costado derecho una ubicua pintura de san Romero de dos metros de alto por uno de ancho. Allí se recordó “la misión de ir al mundo para convertir al mundo”, al mundo que compartimos con monseñor Romero, quien internalizó las palabras del Señor que nos dice “no tengamos miedo”, y vivió su evangelio con un mensaje de esperanza.

Luego vistamos la iglesia San Pedro Apóstol, donde monseñor Romero fue bautizado.

Iglesia en construcción del santuario de la Divina Providencia que se erige con la ayuda de salvadoreños que viven en Estados Unidos. Foto/ RR

Un santuario ‘hecho a pulso’

En Ocicala visitamos la iglesia en construcción del santuario de la Divina Providencia que se erige con la ayuda de salvadoreños que viven en Estados Unidos y con la recaudación de fondos provenientes de la venta de pupusas, pizzas y rifas.

La gestora de ese magnífico proyecto, la hermana Reyna Angélica Zelaya Díaz, fundadora y madre general de la comunidad Sierva de la Misericordia de Dios, confiesa que se autofinanció para fundar su hermanad que hoy cuenta con 46 hermanas. 

El esfuerzo de conseguir fondos fue y es un vía crucis. Cuando no tuvieron dinero para continuar con las obras rifaron una camiseta firmada del jugador de fútbol argentino Lionel Messi y consiguieron recaudar 60.000 dólares.

La hermana Angélica dice que las obras estarán concluidas el próximo 7 de abril. “Si uno no se pone metas, nunca se llega”, acotó.

El Mozote Memorial

En el Mozote (Morazán) hubo un servicio de oración, lugar donde en diciembre de 1981 fueron asesinadas más de 800 personas. Rosa Amaya Márquez, sobreviviente y testigo de la verdad, contó la historia a la Iglesia y lo denunciaron al mundo, explicó el cardenal Rosa Chávez, quien fue el anfitrión.

¿Por qué tener miedo de decir la verdad? Se preguntó el cardenal Rosa Chávez. “Ha sido una realidad y tenemos que ser fuertes para decirlo”. Tras doce años de conflicto armado, el 16 de enero de 1992, se firmó el acuerdo de paz que puso fin a las hostilidades entre el Gobierno de El Salvador y el FMLN.

Yamile Chicas (37), miembro de una familia que fue asesinada, narró la historia de cómo sus abuelos escaparon de El Mozote: los que huían salían de dos en dos, sin pertenencias, para no despertar sospechas y para que los retenes militares les permitieran salir.

Luego de firmado el acuerdo de paz hubo amnistía para los culpables y la justicia fue negada para las víctimas. La revista ‘New Yorker’ publicó un reportaje de más de 40 páginas sobre la guerra y lo que pasó en El Mozote.

La hermana Reyna Angélica Zelaya ilumina las placas con los nombres de las más de 800 personas que fueron asesinadas en El Mozote. Foto/RR

En la Plaza Memorial se encuentra la iglesia El Mozote, el Jardín de los Niños con las placas y los nombres de las víctimas. En ese lugar se encontraron, en 1982, los restos de 140 niños menores de 12 años que están sepultados bajo el monumento de la Plaza El Mozote.

La visita pastoral a El Salvador concluyó, el 29 de enero, con una misa con el cardenal Rosa Chávez celebrada en la parroquia San Francisco.

Vista panorámica de la bella y agreste geografía de El Salvador. Foto/RR
Un hermoso y cotidiano atardecer en la playa El Tunco en Santa Tecla, El Salvador. Foto/RR
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