Cada vez más jóvenes presentan problemas visuales vinculados al uso excesivo de dispositivos electrónicos, sin ser plenamente conscientes del daño que esto puede causar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido que las afecciones visuales podrían convertirse en una nueva epidemia global si no se toman medidas preventivas.
Según expertos, entre los trastornos más comunes se encuentran la fatiga ocular, la irritación, el ojo seco y, en casos más graves, daños progresivos en la córnea, la mácula, el nervio óptico e incluso la retina. Condiciones como la miopía o el glaucoma, que antes se atribuían en su mayoría a factores genéticos, ahora están siendo asociadas a la exposición prolongada y cercana a pantallas desde edades tempranas.
La Academia Americana de Oftalmología señala que la picazón constante, la visión borrosa y la irritación ocular son síntomas frecuentes de lo que se conoce como “Fatiga Visual Digital”. Si no se detectan y tratan a tiempo, estas molestias pueden derivar en complicaciones más serias.
Un caso reciente pone en evidencia la creciente incidencia de estos problemas. Juan Carlos V., un estudiante universitario, acudió de emergencia a un hospital de Virginia tras notar una repentina disminución de la visión en su ojo derecho. Los médicos le diagnosticaron un cuadro severo de fatiga visual, con signos de dolor ocular e irritación causados por largas jornadas frente a la computadora. Su recuperación incluyó descanso visual obligatorio y una fuerte advertencia: reducir drásticamente el tiempo frente a pantallas para evitar un daño mayor en la retina.
“La luz azul emitida por celulares y pantallas no solo genera fatiga visual, sino que puede dañar de forma irreversible las células retinianas”, advirtió una oftalmóloga del hospital. “Lo más preocupante es que los jóvenes no perciben el riesgo. La exposición constante obliga al ojo a realizar ajustes visuales permanentes, reduciendo la frecuencia del parpadeo y aumentando la sequedad ocular”.
Cifras que preocupan
Estudios recientes revelan un alarmante aumento del 59% en los casos de miopía entre adolescentes en Estados Unidos, una tendencia que los especialistas atribuyen directamente al uso excesivo de celulares y otros dispositivos digitales. Esta realidad también se refleja en el país, donde se estima que existen más de 400 millones de teléfonos móviles activos, y la venta anual de laptops supera el millón y medio de unidades.
Señales de alerta visual
Los especialistas advierten que ciertos síntomas deben tomarse como señales de advertencia ante un uso desmedido de pantallas:
- Fatiga visual digital: El ojo se esfuerza constantemente para adaptarse al brillo y contraste de las pantallas, especialmente por la exposición a la luz azul.
- Visión borrosa: Común en quienes pasan largas horas frente a dispositivos. Si no se corrige, puede desembocar en pérdida repentina de visión.
- Ojo seco: El parpadeo se reduce considerablemente al mirar pantallas, lo que disminuye la lubricación natural del ojo.
- Irritación ocular: La exposición prolongada genera enrojecimiento, escozor y molestias visuales constantes.
- Dolor ocular: El uso intensivo de pantallas puede derivar en dolor de ojos, afectando la retina y favoreciendo la degeneración macular.
- Trastornos del sueño: La luz azul altera el ritmo circadiano, dificultando el descanso reparador y afectando la salud general.
- Daño retiniano: El exceso de luz artificial sobre estimula la retina y acelera su desgaste.
- Problemas con lentes de contacto: El uso prolongado de pantallas también puede resecar estos lentes, generando incomodidad y riesgo de infecciones.
Prevención y conciencia
Los especialistas recomiendan aplicar la regla del 20-20-20: cada 20 minutos de uso de pantalla, mirar un objeto a 20 pies (unos seis metros) de distancia durante al menos 20 segundos. Asimismo, es fundamental acudir periódicamente a controles oftalmológicos, en especial si se presentan molestias persistentes.
En un mundo cada vez más digital, la prevención es clave. Proteger la salud visual no solo es una necesidad médica, sino también una responsabilidad personal ante una realidad tecnológica que no da tregua.