A renovar la confianza en Dios y a caminar con Él para que se imponga el amor, la justicia y la bondad, instó el obispo auxiliar de Washington, Evelio Menjívar-Ayala, a los miles de feligreses que asistieron a la misa en honor de la Virgen de Guadalupe, celebrada en la Basílica de la Inmaculada Concepción, el 13 de diciembre de 2025.
Momentos previos a la misa, en las escalinatas de la Basílica de la Inmaculada, al saludar a los miles de peregrinos que “Caminaron con María -desde la parroquia Sagrado Corazón- el obispo Menjivar les dijo: “Somos imparables”, en clara alusión a la determinación y fe de los caminantes quienes no se dejaron intimidar por las redadas.
“¡Viva Cristo Rey, viva la Virgen de Guadalupe, vivan todos los migrantes!”, expresó el arzobispo de Washington, Robert McElroy, tras señalar que esta es la primera de muchas de estas celebraciones que espera presidir en Washington, DC.
El cardenal McElroy, celebrante principal, concelebró la misa con el nuncio apostólico Christophe Pierre; los obispos auxiliares Juan Espósito, Roy Campbell, Evelio Menjívar, homilista; monseñor Walter Rossi, rector de la Basílica. Miembros del cuerpo diplomático y la Organización de Estados Americanos estuvieron presentes en la celebración.
Luego de las palabras de bienvenida de monseñor Rossi hubo bailes folclóricos en honor a la “Emperatriz de las Américas”, así como una representación del Milagro de las Rosas en el altar, con Juan Diego vistiendo la tilma con la imagen de la Virgen de Guadalupe.
En su homilía, monseñor Menjívar, al reiterar su rechazo a las políticas antiinmigrantes, dijo: “Después de peregrinar con María -en este día frío, pero lleno de gozo- nos reunimos en esta Basílica, donde siempre somos recibidos con los brazos abiertos -como la casa de nuestra Madre- para congregarnos como una sola familia de fe bajo el mismo estandarte: el de Nuestra Señora de Guadalupe”.
En tiempos marcados por actitudes xenófobas, discursos de odio y políticas que infunden miedo y división, cuando se excluye y criminaliza a la comunidad inmigrante, Dios nos revela un sueño, un sueño distinto, radicalmente hermoso: un mundo donde nadie es rechazado, donde todos son reconocidos como miembros de su pueblo santo, de su familia amada”, dijo sobre la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe.
“María es el rostro y la personificación de ese sueño divino en medio de nosotros”, agregó el obispo, quien también pidió tener presente en nuestras oraciones a quienes “por miedo o precaución” no pudieron asistir.
“Oremos para que también ellos estén bajo la sombra de su resguardo. María es la Madre de todos y nos envuelve a todos con la misma ternura y el mismo amor, no importa dónde estemos”, destacó.
Agregó que la Virgen “sale al encuentro de sus hijos caminando entre los abrojos de la vida, hablando la lengua de los pobres, defendiendo la dignidad de los excluidos y encendiendo la esperanza donde muchos solo perciben oscuridad, desaliento y tristeza”.
Subrayó que las lecturas del día revelan con extraordinaria claridad que Dios nunca permanece lejos de su pueblo. El profeta Zacarías proclama: “Alégrate y regocíjate, hija de Sión. Canta, porque vengo a habitar en medio de ti”, dice el Señor.
“¡Qué maravillosa novedad para proclamar en este día guadalupano, cuando celebramos justamente la visita de Dios a este continente a través de María! El mensaje de Zacarías encuentra su eco en el acontecimiento guadalupano: Dios no se queda distante, no contempla desde lejos nuestras luchas, ni abandona a sus hijos a la deriva de la historia”, destacó el obispo.
Dios se aproxima, se hace cercano, no abandona a sus hijos en la lucha, sino que se involucra, se hace nuestro compañero de estancia y de camino -continuó-. La presencia de María en el Cerro de Tepeyac fue la confirmación tierna y maternal de esa presencia de Dios en nuestros pueblos, en nuestro continente.
“Hoy celebramos que, en medio del dolor, del miedo y de la incertidumbre de un pueblo herido y humillado, Dios mismo viene a plantar su tienda entre nosotros y lo hizo por medio de una mujer humilde y tierna, una mujer que habla nuestra lengua, que entiende nuestra cultura y aun comparte nuestros rasgos físicos”, subrayó.
María no se manifestó a una persona poderosa o bien educada -añadió-. Ella se apareció ante Juan Diego, un hombre sencillo, pobre, indígena, marginado por la sociedad de su tiempo. Con esto, Dios proclama una gran verdad: Él toma partido por los pequeños, por los despreciados, por los que luchan.
‘Pidamos a Nuestra Señora de Guadalupe que haga de nuestra comunidad, de nuestras parroquias y de nuestras familias un signo vivo de ese mundo nuevo, que con su ayuda y el empeño de todos logremos construir una sociedad donde cada persona, sin importar su lengua, origen, color de piel o situación migratoria, nacida o todavía en el vientre materno, pueda experimentar la verdad más profunda del Evangelio y del mensaje guadalupano.”
“Que la Reina de Guadalupe, madre de los pequeños, los pobres y explotados, nos cubra con su manto. ¡Viva la Virgen de Guadalupe, viva la Iglesia Católica, viva Cristo Rey!”, concluyó el obispo.
La celebración de la Guadalupana fue en inglés y en español, y las peticiones fueron leídas en algunos de los 23 idiomas que se hablan en misiones, parroquias y otras comunidades de la Arquidiócesis.
Reacciones
Diego Ortega, de padres mexicanos y del grupo de jóvenes de la parroquia San Bernardo de Claraval, dijo que disfrutó de la caminata, la extraordinaria participación de la comunidad, los adornos de la Virgen, el templo imponente y la homilía”.
“Es la tercera vez que vengo a la celebración de la Virgen de Guadalupe lo que me permite aprender más de la fe y escuchar los mensajes, especialmente de monseñor Menjívar, quien defiende mucho a los migrantes”, dijo Ortega, quien es integrante de Soldados de Cristo, el grupo juvenil de esa popular parroquia, y quien aspira a enrolarse en el seminario el año que viene.
A su lado, el mexicano Daniel López, también de la parroquia San Bernardo, dijo: “Esta fue mi primera vez y fui invitado para acompañar a los jóvenes de Soldados de Cristo ante el miedo por la incertidumbre migratoria”.
Destacó que fue “una celebración muy emotiva, un tiempo valioso con el Señor” y que espera que para la próxima también asista su familia.
“Desde que estábamos en Sagrado Corazón, el obispo insistió en que no tengamos miedo porque Dios está con nosotros. Unidos somos más fuertes, tal como lo dijo el obispo Menjívar en su homilía en la que defendió a los inmigrantes, como es ya su costumbre”, concluyó.
La misa completa se puede ver en el siguiente enlace: https://youtu.be/NnQXMDL1zNg
