La importancia económica de las licencias y certificaciones laborales sigue en debate. Algunos consideran que el tener un documento de esa naturaleza asegura un buen servicio, pero otros piensan que dichas regulaciones limitan el crecimiento ordenado del mercado. Para el economista Morris Kleiner, profesor en la Universidad de Minnesota, es urgente realizar ciertos reajustes en las políticas públicas para asegurar la prosperidad de la economía estadounidense en el presente siglo.
Dijo que, a pesar de las regulaciones actualmente, nada impiden que miles de trabajadores pueden ejercer algunas funciones básicas de manera ilegal. “Hoy resulta imposible evitar que un estilista o gasfitero pueda hacer su trabajo sin una licencia. Eso nos indica que se tienen que hacer reajustes para no afectar a los consumidores ni dañar las normativas que buscan asegurar la calidad en el mercado. La capacitación laboral es una buena alternativa”.
Recordó que en la década de los 50 sólo un 5 por ciento de los trabajadores estadounidenses requerían de un permiso estatal o federal para ofrecer sus servicios, pero ahora las exigencias se elevaron a un 33 por ciento y ese es un claro indicador que el mercado de regulación ocupacional se ha desarrollado de manera significativa en los últimos años.
Morris Kleiner, quien habló sobre oportunidades laborales durante un evento organizado por Hamilton Project en Washington y que contó con la presencia del vicepresidente Joe Biden , indicó que más de 800 nuevas regulaciones sobre licencias y certificados existen en el país, que algunos economistas lo ven como eventuales restricciones al mercado laboral.
“Los costos de está política no solo están muy repartidos (dinero destinado al pago de impuestos, federales, estatales, pago a colegios profesionales, sindicatos, etc.), sino que caen directamente sobre los consumidores. Muchos ignoran cuanto pagan realmente por el servicio y cuando se destina a otros rubros. Eso indica hacer algunas revisiones tanto en defensa del mercado, como en la calidad del servicio y de los trabajadores”, dijo Kleiner.
También reconoció la importancia de imponer restricciones en ciertas áreas laborales, pero eso no equivale a aceptar que los ‘lobbies’ terminen condicionando las decisiones de los políticos para incrementar las regulaciones de acceso al mercado laboral. Dijo que en muchos casos las pequeñas empresas tienen que pagar hasta 7.600 dólares al año en costos de licencias.
Otra de las observaciones de Kleiner, relacionada con los profesiones como mecánicos, contratistas o preparador de impuestos, es que no todos se benefician económicamente gracias a las regulaciones. “El tener una licencia o certificado no asegura el éxito económico a la persona. Lo que permite mayores ingresos son los buenos servicios y el no escapar de la competencia”.
Finalmente, propuso cuatro reformas específica. La primera orientada a que las agencias estatales analicen el costo-beneficio para requisitos de licencias ocupacionales de tipo técnico y laboral (mano de obra).
Segundo, que el gobierno federal promueva la certificación laboral mediante incentivos financieros y nuevas oportunidades de formación técnica.
Tercero. Permitir una mayor elasticidad en las normas requeridas para el otorgamiento de licencias y certificados, las cuales puedan ser utilizadas simultáneamente en diversos estados con un costo mínimo para los requisitos de readiestramiento o residencia. Cuarto, promover la reclasificación de ciertas ocupaciones laborales para mejorar el sistema de certificación.
El Proyecto Hamilton lleva el nombre de Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro de EEUU, que sentó las bases de la economía moderna del país. Su objetivo central es implementar nuevos paquetes de política fiscal para impulsar la inversión y estimular el crecimiento de la fuerza laboral pero en concordancia con las exigencias del mercado.