“Soy cristiano y seguiré siendo cristiano hasta el punto de morir. Ofrezco mi vida solamente a Dios. Aun si tuviera mil vidas, las ofrecería a él. Por eso me vine aquí, al Japón, dejando mi tierra nativa como cristiano para morir aquí como cristiano, ofreciendo mi vida únicamente a Dios”, respondió San Lorenzo Ruiz de Manila a sus torturadores cuando le ofrecieron la libertad a cambio de renunciar a su fe.
San Lorenzo Ruiz de Manila fue canonizado por San Juan Pablo II el 28 de octubre de 1987 por haber proclamado la fe cristiana hasta el final; inclusive en momentos de sumo sacrificio. Y es que la fuerza, el vigor, la firmeza y convicción que caracterizaron a este mártir de origen filipino, siguen inspirando a miles de personas. Una fortaleza que muchos devotos católicos toman como ejemplo a seguir en momentos adversos.
El pasado 28 de septiembre, al son del himno Kay San Lorenzo de Ruiz, los nazarenos cargaron el santo hasta el altar de la iglesia Holy Redeemer de Kensington, donde fueron recibidos por la comunidad católica filipina para celebrar y conmemorar la vida y las obras cristianas de San Lorenzo Ruiz de Manila.
El obispo auxiliar de Washington, Mario Dorsonville, quien celebró la misa, declaró en su homilía: “San Lorenzo en el 1600 vino a este mundo con una misión, de tal modo que la Iglesia católica ha sido capaz de producir un testimonio muy sólido de la fe católica hasta los siglos XIX y XX. Y este es un punto muy importante para que nos demos cuenta de que Dios nos habla a través del espíritu santo”.
En referencia a la importancia de la transmisión de la fe, señaló: “San Lorenzo nació en el seno de una familia católica, la cual transmitió la fe católica a su hijo, el cual a su vez se casó y tuvo hijos”.
Dorsonville se dirigió a los muchos fieles de origen filipino allí concentrados diciéndoles que ellos son el presente y el futuro de la Iglesia católica, ya que ésta también se basa en la vida familiar y en el ejercicio diario procedente de la cultura y las relaciones intrafamiliiares con los ancestros.
Y es que en el seno de la familia los padres deben comunicar el Evangelio a los hijos y, lo que es más importante, dar ejemplo de cómo y vivir y practicar las tradiciones cristianas.
El martirio sigue practicándose en muchas partes del mundo como una vía de acercamiento a Dios. Porque, según el obispo Dorsonville, “los momentos difíciles son oportunidades para acercarnos a Dios y para purificar tanto nuestros corazones como nuestras familias”.
“Nunca olvidaremos lo que San Lorenzo hizo por el pueblo y la cultura filipina, como por ejemplo los sacrificios que experimentó en su día. Gracias a él nuestra fe católica es mayor y nos sentimos más cerca a Jesucristo”, afirmaron Wilma y Leya, dos hermanas de origen filipino que acudieron a la misa celebrada en la iglesia Holy Redeemer. Según las hermanas, el ejercicio católico de devoción que conlleva la festividad de San Lorenzo Ruiz de Manila se practica durante los nueve días previos al 28 de septiembre, y por eso recibe el nombre de novena.
Durante la novena, las familias acuden a diferentes casas para orar en comunidad y justo después de la misa en honor a San Lorenzo, algunos devotos se reúnen en alguna casa para compartir una comida a la canasta (cada comensal aporta algún plato).
La festividad de San Lorenzo Ruiz es un ejemplo más de la gran labor que lleva a cabo la Oficina Arquidiocesana de Diversidad Cultural y Alcance Comunitario, ya que logra unificar a devotos católicos de orígenes muy diversos.