El hambre, las guerras, el crimen organizado y los conflictos étnicos han convertido al fenómeno migratorio en un problema mundial. Hoy más de 240 millones de personas viven fuera de sus países de origen como emigrantes y cada vez son más los países que anuncian el cierre de sus fronteras argumentado que la llegada masiva de personas afecta su seguridad nacional.
Para Michael Clemens, investigador del Center for Global Development de Washington, la solución de esta crisis migratoria mundial no pasa por impedir el libre paso de la personas en Europa o deportar masivamente a los extranjeros que viven sin documentos migratorios en Estados Unidos, sino por hacer diagnósticos serios de la situación, revisar la capacidad real de cada país para atender el flujo de familias enteras, analizar de que manera podrían influir en el crecimiento de cada país e implementar respuestas solidarias.
Dijo que en la actualidad 150 millones de personas que escapan de sus países de origen son considerados emigrantes económicos, lo cual es visto como una amenaza laboral y social para los ciudadanos tanto en Europa como en EEUU. “La desigualdad económica y el desempleo impulsan a millones de personas a salir de sus países en busca de un mejor futuro. Es una acción comprensible desde un punto de vista humanitario, pero esta generando un serio problema en muchas partes del mundo que tiene que ser resuelto de manera inteligente”.
Clemens advirtió que esta situación se complicará aún más en los próximos años debido a los problemas derivados de los fenómenos naturales provocados por el cambio climático. “Es urgente que los países más desarrollados tengan respuestas humanitarias, sociales y económicas oportunas ante un eventual éxodo de millones de personas que podrían perderlo todo”.
Ratma Omidvar, experta en fenómenos migratorios y que trabaja para el gobierno de Canadá, reconoció la importancia de los controles migratorios en cualquier país del mundo, pero que lamentablemente en la actual crisis-especialmente el desplazamiento de refugiados sirios y migrantes africanos a los países industrializados de Europa han servido muy poco.
"En todas las grandes crisis humanitarias del último siglo, fue la voluntad política lo que movió a los líderes mundiales. Primero se ayudó a los refugiados húngaros en 1956, luego serían checos en los años 60, acto seguido los indochinos en los 80 y los kosovares. Siempre surgió una solución. En esta oportunidad tendría que suceder lo mismo”, señaló la experta.
Omidvar puso como ejemplo lo ocurrido en Canadá en el 2005 cuando aceptó 35.775 refugiados, pero en 2014 la cifra se redujo a 23.286 por discrepancias políticas. “La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha pedido a Canadá que mantenga su política de recibir a personas que buscan asilo o refugio. Se necesita mucha voluntad y determinación política para lograr este propósito”.
Hace unos días UNICEF publicó su informe “Un peligro en cada etapa del camino”, donde relata las inmensas dificultades a las que se enfrentan los menores no acompañados en la travesía desde sus países de origen hacia Europa.
Según cifras del documento, 9 de cada 10 niños que llegaron a Europa a través de Italia lo hicieron sin la supervisión de adultos, circunstancia que facilita que muchos sean víctimas de redes de explotación y trata, sean forzados a prostituirse o fallezcan.
En los cinco primeros meses del año más de 7.000 menores realizaron la travesía entre el Norte de África e Italia, cifra que dobla los números del año pasado.
La portavoz de UNICEF en Ginebra , Sarah Crowe, recordó la obligación que tienen todos los países en la ruta de los menores de garantizarles auxilio.
“Cualquiera que sea la causa que los conduzca, sin importar de donde procedan tienen derecho a ser protegidos ya que son niños. Todos los países en los que viven, cruzan o se instalan tiene el deber de protegerlos y eso se olvida a menudo”, dijo Crowe.
UNICEF teme que la cifra de llegadas se incremente durante el verano ya que solamente en Libia hay unos 235.000 migrantes, entre los que se cuentan decenas de miles de niños.