Durante una conmovedora sesión de escucha, varios católicos separados o divorciados manifestaron su pesar, su alivio, su frustración y sus necesidades como parte de la Iglesia Católica.
"Como mujer, me he sentido socialmente marginada, devastada. Ahora, la Iglesia es mi familia", expresó Sharon pidiendo que no se margine a los divorciados en las parroquias.
En varias ocasiones durante la actividad, Guillermo se mostró sensible, lloró, se emocionó al contar su experiencia como católico y reconoció que el suyo ha sido "un camino espiritual" nada fácil de recorrer. Confesó que es difícil para él hablar sobre su divorcio, al que calificó como un tiempo caótico en su vida. "Rezo cada día y cada día el Espíritu Santo me habla", dijo ante una limitada audiencia con retos similares a los suyos.
Los fieles que encaran un proceso de ruptura matrimonial, encaran cambios de vida, dificultades financieras, soledad, incertidumbre, impacto psicológico. Encaran más retos aún si son inmigrantes.
En la reunión surgió el comentario de que algunos, después de separarse o divorciarse, tienden a sentir que son menos católicos o malos católicos.
Por eso se organizó esta actividad virtual por parte de la Oficina de Vida Familiar de la Arquidiócesis Católica Romana de Washington y su ministerio "At the Well" para servir a separados y divorciados.
El capellán de "At the Well", el padre David Beaubien, moderador del encuentro, mantuvo a los participantes bajo anonimato por la sensibilidad del tema, preparó las preguntas y creó un clima de respeto y disposición al diálogo. Entonces, aprovechó para preguntarles si tienen dificultades para interactuar en la parroquia.
Katty contó que fue malinterpretada al participar en clases de estudio de la Biblia. Dijo que “la Iglesia es silente sobre este tema", instando a que el liderazgo se pronuncie con más frecuencia, especialmente ofreciendo un mensaje de aliento y recursos a quienes tanto lo necesitan.
Considera que los católicos tenemos que ser más cuidadosos al tratar con madres y padres que no tienen pareja, ser sensitivos con los niños y protegerles (salud mental). "No importa si sus padres son solteros o no", dijo.
Guillermo confesó que, a pesar de su experiencia, ha intentado fuertemente permanecer en la Iglesia.
Otro participante contó que creció en un hogar católico y actualmente es miembro de un grupo de jóvenes adultos y de estudio de la Biblia en una parroquia de Washington. "Mi experiencia ha sido buena, pero sé que no es fácil llegar a las personas separadas o divorciadas. Creo que la Iglesia está haciendo muchos esfuerzos" para responder a las necesidades de este grupo de fieles.
Mary reconoció los obstáculos que encaran los católicos divorciados. "Tenemos que apoyar a la gente y la comunicación es clave", dijo.
Fue una oportunidad también para escuchar agradables experiencias parroquiales. Las mismas son muy valiosas cuando un individuo tiene que superar una dolorosa separación, después de haber jurado amor de por vida ante Dios. "Me han hecho sentir bienvenido", dijo un participante.
Linda contó que participa en el grupo de apoyo a divorciados en Sta. Elizabeth y el mensaje que recibe se conecta con su realidad y le ayuda.
"No se den por vencidos. Alcen su voz. Hagámonos notar", puntualizó Katty instando a la participación.
El sacerdote dio gracias por la honestidad de los participantes y las valiosas respuestas.
Esta actividad se puede considerar como preparatoria para el sínodo local programado por la Arquidiócesis Católica Romana de Washington para este año, que forma parte del Sínodo de Obispos que se realizará en Roma en octubre del 2023.
Apoyo y recursos
Durante el pontificado del papa Francisco e impulsada por la exhortación apostólica “La Alegría del Amor", la Iglesia está más abierta a acompañar a las personas separadas y divorciadas, escucharlas, acogerlas en las parroquias, brindarles esperanza y sanación.
La exhortación papal alienta a estos fieles a seguir participando en la vida parroquial e insta a las parroquias a recibirles con amor, apoyarles, ayudarles a perseverar en su fe a pesar de las dificultades.
Las madres solteras, las personas separadas o divorciadas pueden solicitar una entrevista con su párroco o empleados de la iglesia para comunicar su situación familiar y sus necesidades.
Los interesados, también pueden solicitar ayuda al sacerdote para el proceso de nulidad matrimonial que es más rápido y gratis, debido a una iniciativa del papa Francisco. Inf: https://adw.org/archdiocesan-offices/office-canonical-services/
“At the Well” es un ministerio de la oficina arquidiocesana de vida familiar para separados y divorciados. Alienta y aboga por la recuperación y desarrollo espiritual, emocional y social de católicos separados, divorciados o en matrimonios irregulares en proceso de divorcio.
Este apostolado ofrece reuniones para apoyar a estos católicos que encaran un momento difícil. En estos encuentros (en inglés) se ofrece oración, guía espiritual, actividades de entretenimiento y convivio con otros católicos que encaran los mismos retos y que sufren por la ruptura familiar.
Ofrece un boletín electrónico mensual diseñado para católicos separados o divorciados con información sobre las reuniones, retiros y jornadas de reflexión que se realizan a nivel arquidiocesano.
La Arquidiócesis de Washington ofrece reuniones en las parroquias Jesús El Buen Pastor de Owings, Santa Elizabeth de Rockville, Inmaculado Corazón de María en Lexington Park y Santísima Trinidad en Washington. Si usted necesita apoyo, consulte en su parroquia. Si usted desea brindar apoyo, tome la iniciativa y cree un grupo en su iglesia para servir a nuestros hermanos divorciados.
Para mayor información, puede comunicarse en español con Carla Ferrando-Bowling, directora de la Oficina de Vida Familiar de la arquidiócesis: ferrando-bowlingc@adw.org.
Para más detalles, visite: https://adw.org/living-the-faith/marriage-family/ministry-separated-divorced-catholics/
Quienes viven en Virginia, pueden informarse sobre actividades en la Diócesis de Arlington. Las siguientes parroquias ofrecen apoyo a personas divorciadas: Santa Verónica en Chantilly, El Buen Pastor en Alexandria, San John Neumann en Reston y San Marcos.