Aunque el discurso político en Estados Unidos ha insistido en asociar la crisis del fentanilo con la migración irregular, los datos más recientes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) y la Administración para el Control de Drogas (DEA) muestran una realidad distinta: la mayoría del contrabando de esta droga sintética es responsabilidad de ciudadanos estadounidenses y no de inmigrantes.
En el último año fiscal, la CBP reportó que el 87% del fentanilo incautado en la frontera Sur fue transportado por ciudadanos estadounidenses, mientras que menos del 8% correspondió a inmigrantes (residentes legales o personas con visas temporales). El resto provino de transportistas legales utilizados por redes criminales, generalmente sin conocimiento directo de la carga.
El abogado de inmigración Héctor Quiroga, de Quiroga Law Office, PLLC., advirtió que las cifras deben interpretarse con rigor y no desde el discurso político. “Las estadísticas confirman que la mayor parte del fentanilo ingresa por canales formales de comercio o transporte, no a pie ni a través de inmigrantes indocumentados. Sin embargo, el tema ha sido utilizado para endurecer la política migratoria bajo una narrativa equivocada.”
El fentanilo se mueve en carreteras, no en rutas migratorias
Los informes de la DEA detallan que el 90% del fentanilo que cruza entre puertos de entrada procede de organizaciones criminales con base en México, pero la distribución interna y la demanda principal se concentran dentro de Estados Unidos. Los mayores decomisos no ocurren en la frontera, sino en estados como California, Arizona y Texas, en carreteras y terminales logísticas.
Un estudio de 2024 del Cato Institute reveló que el perfil promedio de los traficantes detenidos por contrabando de fentanilo es el de un ciudadano estadounidense de 31 años, residente estable y sin antecedentes migratorios. Solo el 0,9% de los casos involucra a personas sin estatus legal en el país.
El abogado Quiroga enfatizó que la narrativa que asocia el tráfico de drogas con la migración no solo carece de sustento empírico, sino que también afecta el debate público y la percepción social de las comunidades migrantes.
“El problema del fentanilo es de salud pública y de seguridad interna. Enfocar la atención en los inmigrantes distrae a las autoridades de las verdaderas causas y soluciones, como la fiscalización del transporte comercial, entre otros factores”, indicó.
Las estadísticas oficiales muestran además que el 97% del fentanilo entra a través de puntos de control fronterizo legalmente establecidos, oculto en compartimentos de autos o camiones de carga. Los cruces irregulares, frecuentemente asociados a personas que buscan asilo, representan un porcentaje marginal y sin incidencia real en el tráfico de opioides.
Evidencia, no prejuicio: el llamado a replantear la narrativa sobre migración y seguridad
“La frontera no es el enemigo. Los datos demuestran que los migrantes no son quienes trafican fentanilo. Vincularlos con ese fenómeno solo profundiza la desinformación y desvía la atención de las estrategias efectivas”, puntualizó el abogado de inmigración Héctor Quiroga, quien confirmó que el enfoque debería cambiar hacia la evidencia y la responsabilidad compartida.
Las comunidades migrantes, en su mayoría mexicanas y centroamericanas, han sido las más afectadas por el impacto reputacional de esta narrativa. Organizaciones comunitarias reportan un aumento en los discursos de odio y en los obstáculos para acceder a servicios públicos, empleo o vivienda. Esta estigmatización, perpetúa una percepción negativa que invisibiliza las contribuciones reales de los migrantes a la economía y al tejido social estadounidense.
En contraste con el discurso, las cifras del Departamento de Trabajo de EEUU confirman que los inmigrantes representan más del 18% de la fuerza laboral nacional, especialmente en sectores esenciales como la agricultura, la construcción, la limpieza y el transporte. “Estas comunidades no solo sostienen áreas críticas de la economía, sino que también contribuyen a la estabilidad fiscal del país”, puntualizó el abogado Quiroga.
DATOS
- En 2024, el 87% del fentanilo incautado en la frontera sur fue transportado por ciudadanos estadounidenses, según la CBP.
- Solo el 0,02% de las incautaciones se registraron en cruces irregulares o zonas desérticas.
- El tráfico ocurre principalmente en vehículos particulares o comerciales que ingresan por garitas legales, no a través de inmigrantes indocumentados.
- Vincular el fentanilo con la migración distorsiona el debate público y las políticas de seguridad.
