Bajo un sol implacable, cerca de un millar de fieles católicos recorrieron este domingo 28 de septiembre las calles de la capital estadounidense en una peregrinación que buscó enviar un mensaje claro: solidaridad con los migrantes y sus familias en tiempos de políticas migratorias cada vez más restrictivas.
La movilización, convocada por la Arquidiócesis de Washington en coordinación con el Servicio Jesuita a Refugiados, se desarrolló en el marco de la 111ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, y se convirtió en un espacio de oración, reflexión y compromiso público en favor de quienes viven con el temor a la deportación o sufren por tener familiares detenidos.
Caminata de fe y esperanza
El recorrido comenzó en la parroquia Sagrado Corazón y culminó en la catedral de San Mateo Apóstol. Desde el inicio, monseñor Evelio Menjívar Ayala, obispo auxiliar de Washington, dirigió palabras de aliento a jóvenes, adultos mayores y familias que se unieron a la peregrinación.
“Ustedes son una demostración viva de una Iglesia en salida, una Iglesia solidaria con quienes sufren por no tener sus documentos migratorios en orden”, expresó el obispo salvadoreño, quien subrayó que la peregrinación fue un clamor para frenar la violencia, la división y la polarización del país.
El padre Emilio Biosca, párroco de Sagrado Corazón, agradeció la presencia de delegaciones parroquiales y recordó que su parroquia siempre ha mantenido las puertas abiertas a las familias migrantes: “No importa de dónde vengan, ni el idioma que hablen, sabemos que son hermanos y los recibimos en nombre del Señor Jesucristo”.

Voces de los fieles
La caminata estuvo marcada por testimonios de fe y resistencia. Los esposos guatemaltecos María Culpi y Pedro Correa señalaron que asistieron en nombre de quienes no pudieron salir por temor a las redadas: “Las cosas están difíciles, existe temor y muchos conocemos a alguien arrestado por ICE cuando simplemente iba a trabajar”.
Las hermanas mexicanas Lisbeth y Noreli, jóvenes de la parroquia San Bernardo en Maryland, vieron en su participación una manera de acompañar a familias golpeadas por la separación: “La fe nos da fortaleza, Dios camina con nosotras y no tenemos miedo de pedir respeto a la dignidad humana”.
Por su parte, Isidra Molina, de la parroquia Cristo Rey en Silver Spring, pidió a las autoridades detener la separación de hogares: “Somos personas trabajadoras y fieles a la Palabra de Dios. Lo único que pedimos es sensibilidad frente al dolor ajeno”.
A lo largo del recorrido también se hicieron presentes representantes de parroquias como San Camilo, San Miguel Arcángel, Nuestra Señora Reina de las Américas, Santa Catalina de Sienna y St. Mary’s, acompañados por sacerdotes y diáconos de la arquidiócesis.

El mensaje del Papa
La jornada estuvo en sintonía con el mensaje que el papa León XIV dirigió en julio a propósito de esta conmemoración, en el que destacó que los migrantes son “misioneros de esperanza” en un mundo marcado por guerras, injusticias y desplazamientos forzados.
“El testimonio cotidiano de los migrantes abre caminos de evangelización y de diálogo en torno a valores comunes”, dijo el Pontífice en su exhortación. La Iglesia Católica, recordó, se mantiene en pie de lucha por la dignidad de los refugiados, promoviendo vigilias, jornadas de oración y actividades educativas en todo el mundo.
Una Iglesia en movimiento
La peregrinación en Washington fue más que una caminata: representó un gesto concreto de hospitalidad y solidaridad, recordando que cada persona, sin importar fronteras, es reconocida como hijo de Dios.
La voz de miles de fieles que se unieron este domingo buscó reafirmar que, en medio del debate político sobre inmigración, la Iglesia sigue defendiendo la unidad familiar, el respeto a la vida y la construcción de puentes de reconciliación.