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San Óscar Romero: modelo de fe, justicia y verdad para todos

Monseñor Oswaldo Escobar, obispo de la diócesis de Chalatenango, celebra misa en la parroquia Sagrado Corazón de Washington. Foto/MV

La diáspora salvadoreña nunca debe olvidar el ejemplo de vida de monseñor Óscar Arnulfo Romero, quien llegó a la santidad por vivir el Evangelio siempre al lado de los más necesitados e infundir esperanza de vida en medio de la guerra civil que vivió El Salvador en la década de los 80, dijo monseñor Oswaldo Escobar, obispo de la diócesis de Chalatenango, durante una reciente misa celebrada en la parroquia Sagrado Corazón en Washington, DC. 

“Hoy que observamos el horror de la guerra en Ucrania, al igual que otros 30 conflictos bélicos en distintas partes del mundo, la figura de San Romero cobra mayor relevancia porque siempre se alzó para pedir respeto a la dignidad de las personas, la fraternidad, la reconciliación y la paz entre los hombres. Todos los fieles, en especial los salvadoreños, deben seguir su ejemplar modelo de vida”, manifestó el obispo Escobar en su homilía conmemorativa del cuadragésimo segundo aniversario de la muerte de monseñor Romero.    

Señaló que San Romero siempre fue “mal visto” por los políticos poderosos de la derecha e izquierda, quienes jamás entendieron que la guerra solo genera destrucción y muerte, amén de perjudicar a miles de campesinos inocentes. 

“San Romero siempre fue un hombre de Dios que predicó el Evangelio con el ejemplo. Un 24 de marzo de 1980 una bala le perforó el corazón durante la consagración eucarística. El fue asesinado frente al altar que había consagrado seis años antes en la capilla del Hospital La Divina Providencia. Monseñor Romero encontró la muerte por defender a la paz, pedir el fin de la desigualdad social, reclamar salarios justos para los trabajadores y la erradicación de la pobreza”, manifestó el obispo de la diócesis de Chalatenango.

Tal fue el impacto de su muerte, apuntó el obispo Escobar, que después su desaparición se inició el fin del conflicto armado que cobró la vida a más de 80 mil salvadoreños. 

“Muchos de los que están presentes aquí en la parroquia Sagrado Corazón tuvieron la oportunidad de conocer a monseñor Romero o escuchar sobre su trabajo pastoral, por lo que les pido que sigan firmes en su fe, que sigan la luz del Evangelio y que vean en San Romero un modelo de vida a seguir. Vivir en Estados Unidos implica mucho sacrificio, pero estén seguros que Dios siempre estará a su lado”, acotó el obispo Escobar en medio de los aplausos de los feligreses.   

Al concluir la misa, el obispo Oswaldo Escobar compartió con los fieles salvadoreños residentes en el barrio de Mt. Pleasant, para después participar de un retiro cuaresmal con los jóvenes de la parroquia Sagrado Corazón. 

Monseñor Oswaldo Escobar, obispo de la diócesis de Chalatenango, muestra su libro "Romereando por Chalate”. Foto/CNS

Su libro

El obispo de la diócesis de Chalatenango aprovechó su visita a la parroquia Sagrado Corazón para presentar su libro "Romereando por Chalate”, en donde se describe de manera primordial el lado humano de San Romero, cómo cuando se detuvo a tomar una taza de café y comer un pastel con los campesinos o cuando aprovechó que el ómnibus que les transportaba se había malogrado y se puso a observar el bello paisaje del lugar.

A pesar que existe abundante literatura sobre San Romero y su visión teológica, política, e históricamente, el obispo Escobar se ha esforzado en mostrar el lado humano de un pastor y su rebaño, especialmente en los momentos más sangrientos del conflicto salvadoreño. 

Cabe señalar, que San Romero en esos tiempos hablaba de la muy ignorada y golpeada región de Chalatenango durante su programa de radio y en artículos que destacaban crímenes en los rincones remotos a los que nadie prestó mucha atención, clamando por justicia para los catequistas asesinados y otros ministros católicos, sacerdotes y religiosos que fueron desmembrados y desfigurados en El Salvador en las décadas de 1970 y 1980.

"Nadie ha amado a Chalatenango más que San Romero", señaló el obispo Escobar, quien pudo cumplir su deseo de asistir a la primera ceremonia de canonización de un santo salvadoreño en el Vaticano en octubre de 2018.

Monseñor Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980, en el marco de la guerra civil salvadoreña, por un francotirador desconocido mientras oficiaba una misa en la capilla del hospital de cáncer La Divina Providencia, en San Salvador.

Un informe de la Comisión de la Verdad de la ONU, que investigó las violaciones a derechos humanos durante la guerra salvadoreña (1980-1992), determinó que el ex mayor del Ejército y fundador del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (Arena), Roberto D'Aubuisson, dio la orden de asesinar al monseñor.

 

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