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Un pueblo de fiesta para recibir al Papa

El paso del papa León por el Paseo de la República de Castel Gandolfo. VN

Gritos de júbilo, coros y aplausos llenaron el Paseo de la República de Castel Gandolfo al paso del coche descubierto. León XIV se adentró en esta calle, lo bastante ancha para dejar pasar el coche entre dos alas de fieles dispuestas tras las barreras, que conecta la residencia papal de Villa Barberini con la Plaza de la Libertad. Allí el Pontífice celebró la misa dominical en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva y a mediodía presidió el rezo del Ángelus.

Fue la primera cita pública del papa León desde su llegada a Castel Gandolfo el 6 de julio, que quedó inmortalizada en los teléfonos inteligentes, apuntados desde todos los ángulos, incluidos los balcones y las ventanas de los coloridos edificios.

El Papa extendió sus manos, tratando idealmente de abrazar y saludar a todos los presentes. Las barreras para contener a los miles de personas que habían salido a la calle para ver al ilustre invitado estaban a poco más de un metro de las entradas de las casas y los comercios, y los habitantes y comerciantes de la ciudad fueron los primeros en aplaudir desde sus ventanas, mientras los turistas y los peregrinos con sombreros del Jubileo corrían calle arriba y calle abajo para intentar seguir cada paso del Papa, a bordo del nuevo vehículo eléctrico que le fue donado el 3 de julio.

Humanidad variada

Desde los altavoces repartidos por la calle resuenan las voces del coro entonando himno de entrada de la misa, y de vez en cuando el coche aminoraba la marcha, mientras el Papa se inclinaba para bendecir a unos niños y saludar a los que estaban más cerca. Se oían frases en inglés, portugués, italiano y otros idiomas. Niños de los oratorios, scouts, sacerdotes, monjas, grupos de motoristas, personas con perros en brazos o dentro de sus bolsos, y estadounidenses que ondeaban banderas del país de origen del Papa, abarrotaban el Paseo de la República y la Plaza de la Libertad. La emoción era palpable tanto para quienes pasaban por el municipio como para quienes viven allí desde hace generaciones.

“El Papa es como un vecino para nosotros”, afirmó Assunta Ferrini, cuya familia es propietaria del restaurante Sor Capanna, situado a dos pasos de la parroquia papal desde 1948. “Es una gran emoción porque ha pasado justo entre la gente, es muy cercano”, subrayó la mujer a los medios vaticanos, compartiendo sus impresiones con otros residentes.

"Espero que León XIV venga a visitarnos"

"¡Hermoso!" fue la exclamación de Pierluigi Fortini, también propietario del restaurante La Scarpetta. “Es agradable ver a tanta gente que lleva aquí desde primera hora de la mañana”, explicó.

Abrió el restaurante el 1 de marzo y no tenía ni idea de que unos meses después se encontraría al Papa paseando por delante. La noche anterior cerró tarde para retirar todas las mesas y sillas que suelen cubrir el Paseo de la República, pero “a pesar del esfuerzo, es una gran emoción ver aquí al Papa, que quedará para siempre en la memoria de todos”, comentó Pierluigi. “Espero que León XIV aprecie Castel Gandolfo y venga a visitarnos a menudo”, añadió, invitando al Pontífice a sentarse a su mesa.

Del extranjero a Castel Gandolfo

Para Megan y Paul Llanos, una pareja estadounidense de Nueva York que se casó en mayo, y que ahora están de luna de miel en Italia, ver de cerca al Papa en Castel Gandolfo fue como una bendición para su unión.

“Es mágico, no lo puedo creer”, dijo Megan. Ella nació en Chicago y por eso siente un vínculo aún más especial con el Pontífice estadounidense. El padre Richard Strazza da Silva, un sacerdote brasileño que viajó a Roma en peregrinación jubilar con otros dos sacerdotes, nunca antes había visto Castel Gandolfo, y mucho menos había estado tan cerca de León XIV.

“Este día es especial y sin precedentes para nosotros”, afirmó. “La oportunidad de ver este hermoso lugar en la naturaleza y de ver la catolicidad de la Iglesia reunida aquí, en este pequeño espacio, fue una inmensa alegría”.

Gracias a León XIV por su misión

Carmela Umana, de 74 años, vive en este municipio desde hace cuarenta años y es miembro del Movimiento de los Focolares que tiene el Centro Mariápolis en Castel Gandolfo. “Como venía el Papa no podía quedarme encerrada en el centro, quería estar aquí para darle la bienvenida, saludarlo y decirle gracias por este ‘sí’ que ha dicho para guiar a la Iglesia”.


“Sabiendo que necesita nuestras oraciones y nuestro apoyo – añadió Carmela – estoy feliz de estar aquí. Es como el primer habitante, si el alcalde es importante, el Papa aún más porque es expresión de toda la humanidad”.



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