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Si se intenta, se gana

Un participante sostiene un cartel durante una manifestación interreligiosa el 25 de enero de 2025 en apoyo a los inmigrantes en Love Park, en el centro de Filadelfia. Foto/OSV Noticias foto/Gina Christian

A nadie extraña el manido estribillo de culpar a los inmigrantes por los problemas sociales y económicos de la Unión. Hagamos un alto y ‘pensemos en voz alta’ lo que esta nación de inmigrantes debería saber mejor que nadie. La histeria antinmigrante, exacerbada por políticos inescrupulosos, se ha apoderado de ‘solícitos ciudadanos’ que claman por el cierre de la frontera sur. La tendencia de buscar chivos expiatorios es un lugar común en tiempos de tribulaciones en la historia de esta nación. Sin embargo, a pesar de todo, el país ha sido capaz de resistir la tentación de cerrar sus puertas al mundo, no sin una injusta victimización de los ‘extranjeros’. La guerra contra el terrorismo hizo de la seguridad nacional una preocupación legítima, pero el pantagruélico déficit fiscal es hechura de estos trasnochados políticos que continúan castigando a los inmigrantes por los problemas que ellos no crearon. Resistirse a ello es un imperativo moral. Habida cuenta que el silencio cómplice es tan inmoral como las inmorales medidas de la ‘gran y hermosa ley’ que castigará injustamente a los más vulnerables de la nación. En el caso de los inmigrantes se ignora olimpícamente que ellos hacen los trabajos más duros y difíciles que nadie quiere hacer. Si en California, por ejemplo, se deportara por un solo día a todos los trabajadores indocumentados, ese estado tendría una severa contracción económica, sin considerar las contribuciones espirituales y culturales que traen consigo.

Reconociendo el derecho que le asiste a cada país a controlar sus fronteras -sin condonar la migración indocumentada-, el tema migratorio debería ser abordada con la debida proporcionalidad y, sobre todo, de una manera humana. El anquilosado y actual fallido sistema inmigratorio solo nos ha conducido a la explotación, abuso, estigmatización, deshumanización y muerte de los inmigrantes. En esta ‘tierra de oportunidades’ es inaceptable que los trabajadores inmigrantes laboren en condiciones inseguras y con salarios de hambre y que -encima de esa oprobiosa situación- sean detenidos -incluido niños- en condiciones deplorables. La historia y herencia de esta nación de inmigrantes está en la estacada, deben cesar los ataques a los trabajadores indocumentados mientras, al mismo tiempo, se usa indiscriminadamente sus talentos y sus impuestos. Y tampoco se puede bloquear las fronteras cuando se necesitan y se siguen usando a los cuidadores de ancianos, niñeras, trabajadores agrícolas y trabajadores de limpieza. Como dijo, en su oportunidad, el expresidente George W. Bush: “Estados Unidos debe cumplir su obligación moral de tratar a los recién llegados con decencia y mostrar compasión hacia los vulnerables y explotados”.

Resta subrayar que, en los grandes centros urbanos, la ‘hispanidad’ ha echado fuertes raíces en todos los aspectos de la vida cotidiana estadounidense partiendo de los gustos culinarios, la música, los negocios, los deportes, el entretenimiento y su tan reclamada y necesaria fuerza laboral. Las nuevas generaciones, además de estar mejor preparadas, no conocen límites porque son completamente bilingües; y hay un gran deseo de superación que se hace evidente cuando observamos que hay cada vez más hispanos en puestos expectantes. Si agregamos el hecho de que las nuevas generaciones de hispanos no olvidan sus raíces y valoran la importancia de aprender más de un idioma, la combinación del éxito está magníficamente coronada. Sin olvidar, ni por un segundo, que el éxito de las nuevas generaciones se gesta o se está gestando, en estos momentos, en las aulas y en los hogares de cada una de nuestras familias. La esperanza es arriesgada, se puede perder, pero la historia muestra que, si se intenta, se gana.



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