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‘Una antorcha que iluminó nuestro camino’, remarcan en último adiós a obispo Mario Dorsoville

Se fue sorpresivamente y a destiempo, el obispo Mario Eduardo Dorsonville Rodríguez (63) de Houma-Thibodaux, Luisiana, quien por tres décadas acompañó en su andar a la comunidad de fe de Washington como vicario en las parroquias de Lourdes y San Marcos, director del Centro Católico Hispano y obispo auxiliar.

"Despidámonos de nuestro hermano y que nuestra despedida exprese nuestro afecto por él, alivie nuestra tristeza y fortalezca nuestra esperanza. Un día saludaremos con alegría al obispo Mario nuevamente, cuando el amor de Cristo que todo lo vence destruya incluso la muerte", dijo el arzobispo de Washington, Wilton Gregory, al presidir la misa de sepultura el 1 de febrero de 2024 en la co-catedral de San José en Thibodaux.

"En tus manos, padre de misericordia, encomendamos a nuestro hermano Mario Dorsonville con la esperanza y certeza de que, junto con todos los que han muerto en Cristo, resucitará con Él en el último día. Te damos gracias por las bendiciones que nos concediste a través del obispo Dorsonville en esta vida", expresó el cardenal Gregory.

Como un pastor lleno de energía, ingenioso y amoroso, de risa espontánea, amable disposición, atento a las necesidades de los demás y con amor por su vocación, lo describió el cardenal Donald Wuerl, arzobispo emérito de Washington, en la homilía de la misa del funeral.

Su ministerio fue corto, pero intenso en Luisiana y su efecto permanecerá, dijo Wuerl en el funeral realizado el día en que se cumplía un año de su nombramiento como obispo de Houma-Thibodaux.

Su muerte ocurrió el 19 de enero en el centro médico Ochsner en Kenner, por complicaciones de salud derivadas de una enfermedad hepática que fue diagnosticada a finales de 2023. 

El Santo Padre envió su bendición, paz y consuelo a su diócesis y a todos los que lloran la muerte del obispo Dorsonville con la segura esperanza de la resurrección -por medio de una carta firmada por el cardenal Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano.

El arzobispo de Nueva Orleans, Gregory Aymond, presidió la misa de funeral, concelebrada por varios arzobispos y obispos del país, incluyendo el arzobispo Gregory y sus obispos auxiliares Evelio Menjívar y Roy Campbell,  los obispos Michael Fisher de Bufalo (NY) y Mark Brennan de Wheeling-Charleston (WV).

"Nos embarga un gran sentimiento de tristeza, pero a la vez, nuestro corazón está lleno de agradecimiento por las muchas maneras cómo Dios mostró su amor, misericordia y cercanía a través de la vida y del ministerio fructífero de nuestro querido obispo y amigo Mario Dorsonville", dijo el obispo Evelio Menjívar, reconociendo sentimientos encontrados, el viernes 2 de febrero de 2024 en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes de Bethesda, Maryland, durante una misa especial en memoria del obispo. 

Lo describió como un siervo bueno y fiel, que se sentía muy bien acogido en Estados Unidos y que ponía mucha energía en la tradicional procesión anual Caminemos con María. "Para él era una caminata de solidaridad con los inmigrantes y una oportunidad para evangelizar. Nos contagiaba con su entusiasmo", dijo el homilista. 

El obispo Menjívar recordó palabras de Dorsonville: "Tenía sed y encontré a alguien que me dio de beber. He visto tantos rostros sedientos que me recuerdan a mí mismo y en ellos veo a Jesús". 

Cree que tal vez eso era lo que generaba su preocupación y compromiso en cuidar a los que se han visto obligados a abandonar su patria en busca de una vida mejor y más segura.

El obispo fallecido abogaba incansablemente por los 'dreamers', los veía como el futuro de la Iglesia y de la nación. Un refugiado -decía- es un hijo de Dios y de la Iglesia, es la sonrisa de Dios al mundo.

"No es de extrañar que fuera elegido por los obispos de la nación para ser su voz principal en materia de migración como presidente del Comité de Migración de USCCB. ¡Y qué voz!", expresó monseñor Menjívar.

El obispo Dorsonville, dijo, no fue solo una vela encendida en la oscuridad, sino una antorcha que iluminó nuestro camino a seguir.

Explicó que gran parte del ministerio del obispo fue de cabildeo y cuidado pastoral de los pobres y recién llegados. El Centro Católico Hispano, que dirigió del 2005 al 2015, era como su hijo, dijo el homilista. 

"Luchó por mantener activos estos servicios vitales para la comunidad. Amaba a los clientes y sobre todo amaba a los empleados de Caridades Católicas para quienes tenía un tremendo respeto, les consideraba su familia y siempre se mostraba agradecido", dijo.

Dorsonville fue formando una red sólida de donantes y voluntarios de apoyo al centro. Le consideraban un ‘Robin Hood’ del centro católico y llegó a recaudar más de medio millón de dólares en la gala anual. "Les sacaba a los ricos para darles a los pobres".

Como obispo auxiliar, dirigió la Oficina de Alcance a la Comunidad y Diversidad Cultural. Lideró los esfuerzos para reconocer y celebrar los dones, la riqueza y la importancia de la diversidad de nuestra familia de fe en la Arquidiócesis de Washington. También promovió con entusiasmo la iniciativa que proporciona apoyo financiero a las familias hispanas para la educación de sus hijos en una escuela católica, dijo monseñor Menjívar, quien pidió apoyo a las mismas en tributo al obispo fallecido. 

Lo recuerda con su rostro radiante y sonriente, como un gran oyente compasivo, amable, generoso y encantador que marcó la diferencia en la vida de la gente para mejor, dando a las personas la experiencia de ser reconocidas y sentirse queridas. 

"Ahora tenemos en el cielo a un gran amigo que seguirá enriqueciendo nuestras vidas con sus oraciones ante Dios y buscando la intercesión de María. Apelemos a la compasión sin límites de Dios, para que en su misericordia perdone los pecados que haya podido cometer por fragilidad humana y le conceda una amable acogida y paz eterna", finalizó el homilista.

"El obispo Mario Dorsonville combinó su profunda intelectualidad con su compromiso de justicia social y el cuidado pastoral y espiritual de la feligresía. Fue un defensor compasivo de la comunidad inmigrante y apasionado por fortalecer el multiculturalismo en la Arquidiócesis de Washington. Buscó incluir en vez de excluir", dijo Celia Rivas, coordinadora de los servicios de inmigración del Centro Católico Hispano de Gaithersburg, Maryland, quien trabajó con él durante dos décadas.

"Fue un hombre de profunda oración y fe. Ahora nos toca orar por él para que goce del regalo de la vida eterna. ¡Misión cumplida monseñor!  Gracias por llevar a Cristo a nuestros necesitados", dijo Celia.

Julieta Machado, vicepresidenta de Desarrollo aboral e Iniciativa Social en Caridades Católicas, lo recuerda por sus contribuciones a los inmigrantes y a los más necesitados. Trabajar a su lado le dio una perspectiva diferente y le hizo estar más agradecida de la vida, indicó.

Christian Leaños, director de música de la catedral de San Mateo y asociado de música en San Camilo, recuerda a Dorsonville por su inmenso amor por los inmigrantes y por la Virgen María.   

"Ha dejado una huella imborrable", dijo Enrique Soros, líder laico en la parroquia de Lourdes, a nombre del Movimiento de Schoenstatt de DC. "Recorrió sus comunidades y se dedicó a los más necesitados. Nunca caíste en la trampa de los extremos. Siempre fuiste pastor del Señor, fiel a la Iglesia. Hasta pronto, querido padre, hermano y pastor", agregó.

 Su velorio fue el 31 de enero en la catedral de San Francisco de Sales, en Houma, Luisiana, seguido por una misa en su memoria. La homilía estuvo a cargo de su amigo y hermano obispo Michael Fisher de Búfalo que compartió con Dorsonville muchos años en la arquidiócesis capitalina.

Los restos del obispo Dorsonville descansan en los predios de St. Joseph Co-Cathedral, 721 Canal Boulevard, Thibodaux, Luisiana. Qué Dios lo acoja en su reino y pueda cosechar lo mucho que sembró en su vida terrenal.

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