Los dones, contribuciones, retos y oportunidades de evangelización de las familias inmigrantes africanas dentro de la Iglesia Católica en Estados Unidos, fueron el centro del tercer Congreso Nacional Eucarístico Africano (ANEC), que se llevó a cabo del 5 al 7 de agosto en la Universidad Católica de América en Washington.
"Nadie es más grande que mi Dios, mi familia y mi cultura", así empezó su discurso el diácono Michael Neba. Reflexionó cómo es vivir entre dos culturas: un reto existencial para las familias africanas en este país.
Basándose en datos del censo, explicó que la población inmigrante africana en EEUU se ha ido incrementando de 0.8 por ciento en 1970 a 4 por ciento en 2013, y supera a 1.6 millones de personas.
"Los inmigrantes africanos traen su cultura, es decir, valores, costumbres, su fe y su arte... Vienen a este país a aportar. Han establecido asociaciones, organizaciones, sociedades, instituciones, iglesias...".
Aprovechó para hablar del fenómeno de las familias disfuncionales, lo cual no es exclusivo de la comunidad africana, sino un problema social mundial y en aumento. Citó palabras de san Juan Pablo II en el documento Ecclesia en África, alentado a los presentes a respetar la vida porque los niños son un regalo de Dios, conservar los valores particulares como la vida en comunidad y amor por la familia extendida. Su discurso lo intercalaba con cantos africanos e instaba al auditorio a sumarse a ellos en una dinámica presentación cargada de religiosidad popular.
Al congreso acudieron 750 personas y el tema principal fue "Respondiendo a la Nueva Evangelización: la familia católica africana, un regalo para la Iglesia en Estados Unidos".
Participaron líderes del ministerio católico africano de diferentes partes del país.
El discurso principal estuvo a cargo del obispo Shelton J. Fabre of Houma-Thibodaux de Louisiana, presidente del subcomité para asuntos afroamericanos de USCCB.
A los participantes se les ofreció un taller especial sobre el rito zaireño o rito congoleño, el cual es una variación del tradicional rito romano que se utiliza de forma limitada en algunos países de África desde finales de los años '70.
Es un rito católico aprobado por el Vaticano en 1988, en el cual la participación del pueblo se expresa principalmente mediante la danza. Otra particularidad es la invocación de los santos y de los ancestros y cada lector recibe una bendición del sacerdote antes de ir a leer. Hubo una demostración del rito durante la misa sabatina presidida por el cardenal Laurent Mosengwo Pasinya de la Arquidiócesis de Kinshasa, Congo, país donde es muy popular esta tradición.
Hubo sesiones informativas y participativas enfocadas en el multiculturalismo, la juventud católica y los jóvenes adultos. Fue una oportunidad para que las nuevas generaciones, que han crecido aquí manteniendo las costumbres de sus pueblos africanos, se expresen. Hablaron sobre el amor de Dios y la importancia de que los católicos estén unidos. Además, se incluyó una ceremonia de entrega de premios a los jóvenes que redactaron los mejores ensayos.
Este congreso, que se realiza cada cinco años, contó con el auspicio del Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia (Conferencia de obispos católicos de EEUU, por sus siglas USCCB) en colaboración con la Asociación Nacional de Católicos Africanos en Estados Unidos (NAACUS) y la Conferencia Africana de Clérigos y Religiosos Católicos en Estados Unidos (ACCCRUS).
El padre Michael Ssenfuma, oriundo de Uganda, quien desarrolla su ministerio en Boston, Massachusetts, cantó acompañado de un grupo de baile juvenil: una muestra más de la alegría con la cual los africanos viven su fe.
El evento concluyó el domingo pasado con una misa en la cripta de la basílica de la Inmaculada Concepción, donde el principal celebrante fue monseñor Joseph Perry, obispo auxiliar de Chicago y miembro del subcomité de USCCB para asuntos afroamericanos.