El presidente Donald Trump dijo en una serie de publicaciones en las redes sociales el Día de Acción de Gracias que “suspenderá de forma permanente” toda la inmigración procedente de lo que él denomina “países del tercer mundo”, lo que ha suscitado la preocupación de los defensores católicos de los migrantes.
Los comentarios de Trump se produjeron tras el tiroteo de dos miembros de la Guardia Nacional de West Virginia en la capital del país el 26 de noviembre. Las víctimas fueron Sarah Beckstrom, de 20 años, quien falleció a causa de sus heridas el 27 de noviembre, y Andrew Wolfe, de 24 años, que seguía en estado grave el 1 de diciembre. Las autoridades identificaron a Rahmanullah Lakanwal, de nacionalidad afgana, como el sospechoso del tiroteo.
El 27 de noviembre, el Departamento de Estado suspendió la expedición de visas estadounidenses para todos los ciudadanos afganos, argumentando en las redes sociales que estaba “tomando todas las medidas necesarias para proteger la seguridad nacional y la seguridad pública de Estados Unidos”.
Anna Gallagher, directora ejecutiva de la Red Católica de Inmigración Legal (CLINIC, por sus siglas en inglés), dijo en una declaración el 1 de diciembre que la organización “rechaza firmemente cualquier llamamiento a ‘detener permanentemente la migración’”.
“Al entrar en el tiempo de Adviento, recordamos que la propia Sagrada Familia eran migrantes en busca de seguridad”, dijo Gallagher. “La doctrina social católica es clara: toda persona tiene una dignidad inherente, y quienes huyen del peligro deben ser protegidos, no rechazados. Propuestas como esta traicionan tanto nuestros valores morales como el compromiso que nuestra nación ha mantenido durante mucho tiempo de ofrecer refugio”.
En sus publicaciones, Trump argumentó que la medida formaba parte de un “objetivo de lograr una reducción importante de las poblaciones ilegales y disruptivas”.
Pero J. Kevin Appleby, investigador principal de políticas del Centro de Estudios Migratorios de Nueva York y exdirector de políticas migratorias de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, declaró a OSV News el 1 de diciembre: “La Administración está utilizando esta tragedia como una oportunidad política para impulsar su agenda antiinmigrante. Es una página sacada del manual nativista: culpar a todos los inmigrantes por la acción de uno”.
“Atribuir la culpa colectiva a todo un grupo --la mitad del mundo-- por el acto de una sola persona es contrario a los principios estadounidenses de justicia, por no hablar de la doctrina moral católica”, afirmó.
La doctrina social católica sobre la inmigración equilibra tres principios interrelacionados: el derecho de las personas a emigrar para sustentar su vida y la de sus familias, el derecho de un país a regular sus fronteras y controlar la inmigración, y el deber de una nación de regular sus fronteras con justicia y misericordia.
