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El 80 aniversario de la ONU se celebra aquejado por la precaria salud del multilateralismo

El logo de la ONU en una fotografía de archivo. EFE/ Jason Szenes

La Organización de Naciones Unidas celebra este año el 80 aniversario de su fundación sin grandes alharacas, ya que la idea misma del multilateralismo sobre la que se construyó su inmenso rascacielos-sede a orillas del East River en Manhattan se encuentra cada vez más en entredicho por parte de un país que quiere erigirse como única potencia.

El Estados Unidos de Donald Trump se ha dedicado a desmontar sistemáticamente las premisas sobre las que se fundó la ONU, empezando por su papel de pacificador: nada más asumir el poder, Trump se erigió en mediador en conflictos tan dispares como el que enfrenta a India con Pakistán, República Democrática del Congo con Ruanda, Armenia con Azerbaiyán, Camboya con Tailandia o Egipto con Etiopía.

En todos esos casos, hubo algo en común: Trump dejó de lado por completo a la ONU como garante de la paz mundial, y aunque los resultados de sus mediaciones han sido dispares -algunos han vuelto a las armas-, ha quedado claro que el presidente estadounidense prefiere la ‘pax americana’ a tener que pasar por el filtro más exigente de la ONU.

Conflictos clave sin mediación efectiva

Y en los dos conflictos más divisivos del siglo XXI -el de Ucrania y, sobre todo, el de Gaza- Trump ha optado por nombrar a un supermediador-su amigo millonario Steve Witkoff- para forzar sendas treguas, hasta ahora sin éxito por la negativa de Rusia o de Israel a acceder a un alto el fuego. También en estos dos casos la ONU ha estado clamorosamente ausente.

Trump ha ido más lejos, como cuando ha puesto fin prematuro a la FINUL, una misión de cascos azules de un lugar donde la guerra es casi una razón de ser, el sur del Líbano, pese a que la comunidad internacional en pleno entendía que debían seguir interponiéndose entre Israel y Líbano.

Aquel día en que se votó el fin de la FINUL, en el Consejo de Seguridad, el representante chino Geng Shuang fue inusualmente franco: según él, «la obstinada insistencia de un miembro permanente» obligó a poner fin a la misión de paz «en perfecto desprecio de las voces de la gran mayoría del Consejo, de la tensión en el terreno y de la preocupación legítima del Líbano».

Contra los objetivos de desarrollo sostenible

Si ha habido un consenso mundial en los últimos años en el que la comunidad internacional se reconocía, era el de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), que podían pecar de poco realistas pero eran asumidos por todos los países, de culturas y religiones diferentes.

Desde la llegada de Trump, EEUU.se desmarcó de varios foros y votaciones del resto de países al objetar conceptos como las políticas de género, el cambio climático, los derechos reproductivos o la protección de las minorías.

Y así, EEUU fue el único país que se ausentó de la conferencia internacional de ayuda al desarrollo de Sevilla el pasado julio, aduciendo que no suscribían las cuestiones de género, ni la transferencia obligatoria de tecnología a países pobres, ni los llamamientos a acabar con la deuda externa que los asfixia.

Ni siquiera en el campo de la Inteligencia Artificial (IA) es capaz de alinearse EEUU con el sentir colectivo de que hay que establecer alguna gobernanza mundial que impida que reine la ley de la selva: su representante clamaba recientemente ante la Asamblea General contra «una sobrerregulación (de la IA) que incentiva la centralización, sofoca la innovación e incrementa la posibilidad de censura».

¿Puede asumir China el vacío que deja Estados Unidos?

Con respecto a si la retirada de EEUU como motor de un mundo multipolar puede propiciar el ascenso de China -muy presente en Asia y África, y cada vez más en Latinoamérica-, no todos los expertos están de acuerdo.

«Yo no estoy seguro de que China quiera sustituir a EEUU como garante global del sistema de la ONU -dice a EFE Richard Gowan, del centro de análisis Crisis Group-. Por ejemplo, no ha dado a la ONU el enorme monto que compense los recortes estadounidenses de este año», razona.

Según Gowan, China desea incrementar su influencia en áreas muy específicas, como la ayuda al desarrollo, pero no está dispuesta a asumir «la carga política y financiera de financiar y liderar la ONU en el volumen en que EEUU lo hacía».




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