Catholic Standard El Pregonero
Clasificados

El amor le dio la" green card"

Mario Fernández y Cynthia Monarca se abrazan en 2013, cuando eran adolescentes. Foto/A. Familiar

Después de casi tres décadas viviendo en Estados Unidos bajo un limbo migratorio, Mario Fernández, un joven mexicano de 29 años, finalmente recibió su tarjeta de residencia permanente, conocida como "green card". Con este documento en mano, el camino hacia la ciudadanía estadounidense y la estabilidad que siempre soñó comienza a materializarse.

“Me siento mejor con la green card en mi mano, ya se me quitó todo el miedo, ya no hay más problemas. Ahora me puedo concentrar en mi trabajo, en ahorrar, comprar una casa y más adelante cambiar de trabajo”, compartió Mario en entrevista con El Pregonero, apenas un día después de recibir la tarjeta por correo.

Mario llegó a Estados Unidos siendo apenas un bebé. En 1997, cuando tenía tan solo seis meses, cruzó la frontera junto a su madre. Como les ocurre a muchos menores migrantes, no fue consciente de su estatus migratorio hasta que comenzó a enfrentar obstáculos en la escuela intermedia.

En el 2012 el gobierno estadounidense le brindó la protección temporal de DACA y Mario se convirtió en un dreamer.

Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Washington le asistió con ese trámite y con cada renovación bianual por más de una década.

Mario mantuvo un buen récord y es muy trabajador. Después de tres años en McDonald se convirtió en gerente. Luego de cinco años en ese puesto se cambió a Amazon donde actualmente trabaja en el turno de la noche.

Su esposa Cynthia Monarca (29) contó que se conocieron en la escuela cuando estudiaban quinto grado en Frederick, la ciudad de Maryland donde actualmente viven.

“Fue amor a primera vista”, confesó quien es ciudadana estadounidense y trabaja en una farmacia como técnico farmacéutico.

Tomaron la decisión de casarse en 2020 en medio de la pandemia.

El tiempo seguía pasando y Cynthia admite que estaban preocupados por el estatus migratorio de Mario. Cada dos años, por más de una década, él tenía que pagar 600 dólares para renovar el permiso de trabajo y así seguir protegido por DACA.

Si bien es cierto que los dreamers como Mario tienen protección legal, pueden obtener una licencia de conducir, estudiar en la universidad y trabajar; también es cierto que es temporal. Este tipo de programas como DACA y TPS constantemente tienen batallas en cortes. Además, quienes cometen ciertos delitos corren el riesgo de ser arrestados y deportados.

“Es mejor tener la green card, y la renovación cuesta menos”, dijo su esposa de raíces salvadoreñas y guatemaltecas.

Entonces, cuando Mario acudió al Centro Católico en 2023, para renovar DACA, también le hicieron la solicitud para obtener la residencia permanente como cónyuge de una ciudadana estadounidense.

En menos de un mes de iniciar el trámite, a Mario le llegó otro permiso de trabajo. En junio pasado fue a la cita para una entrevista con funcionarios de USCIS y en julio recibió una carta informándole que su caso fue aprobado. Dos semanas después recibió la tarjeta verde. “Todo fue muy rápido, más rápido de lo que esperábamos”, contaron.

Antes de los tres años Mario va a iniciar el trámite para obtener la ciudadanía.

Mario, sus familiares y amigos están contentos por este logro, en medio de un clima antiinmigrante que ha llenado de miedo a la comunidad.

Cabe mencionar que este joven inmigrante, gracias a un permiso especial llamado “advance parole” pudo viajar a México en diciembre pasado para compartir con su abuela y toda su familia. Fue un reencuentro inolvidable, después de 29 años de haber emigrado.




Cuotas:
Print


Secciones
Buscar