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La caricia del papa León XIV a los pobres de Albano

El Papa León XIV con algunos niños durante el almuerzo con los pobres en el Borgo Laudato si’ de Castel Gandolfo. Foto/Vatican Media

De entre las 110 personas atendidas por la Cáritas diocesana, frágiles económica y socialmente, que comieron en el Pabellón del Descanso, en el Borgo Laudato si’ de Castel Gandolfo con León XIV, Massimiliano dice: “Algo así nunca me había ocurrido”.

Se va a la misa dominical juntos, se toma un café en el bar y luego a casa a comer. Suena como el programa festivo de la familia católica tipo, solar, unida por sentimientos auténticos, de esas que podrían estar en una película de Pupi Avati. Y así fue, como una familia, pasaron la jornada del domingo 17 de agosto, el Papa León XIV y ciento diez beneficiarios de Cáritas de Albano.

Una banda tricolor

“Es un día importante – comenta a los medios vaticanos, el alcalde de Albano, Massimiliano Borelli, mientras espera la llegada del Papa, antes de las 9:00, en el inicio de la Via della Rotonda, en la localidad de Albano Lacial – por el significado de una fuerte cercanía que el Pontífice quiere expresar hacia los más frágiles, económica y socialmente”.

La llegada del Papa entre la gente

Un afecto que la gente siente y quiere devolver. A la llegada de León XIV en la Via della Rotonda, a las 9:05, cientos de fieles tras las vallas, dispuestas a lo largo de las aceras, a la derecha y a la izquierda, lo saludan coreando varias veces “¡Viva el Papa!”. Él sonríe, estrecha manos, bendice. Recorre unos metros antes de llegar al santuario de Santa María della Rotonda, donde a las 9:30 preside la liturgia eucarística, animada y participada precisamente por los beneficiarios de la organización caritativa diocesana.

Una homilía que llega al corazón

Después de la misa, las nubes sobre Albano, que templaban el calor, se transforman en una lluvia intensa. En la sede de Cáritas de Albano, en la Plaza Episcopal, donde los 110 invitados al almuerzo en el Borgo Laudato si’ se reunieron antes de partir hacia las Villas Pontificias, cada uno se refugia donde puede. “El Papa usó palabras perfectas durante la homilía, describiendo exactamente todo lo que Cáritas debería ser”, dice Clara Borri, psicóloga del Centro de Escucha de Cáritas de Albano, que con las palabras y sobre las palabras está acostumbrada a trabajar, en profundidad.

“En lo que dijo había intensidad y energía – continúa la psicóloga con los ojos húmedos, un poco por la emoción, un poco por la lluvia, mientras se refugia bajo un techado – exactamente lo que necesita Cáritas. Dijo que la Iglesia debe ser redonda, sin aristas, acogedora. Y esa debe ser precisamente la obra de Cáritas. Y lo que me impresiona es que él da el ejemplo primero, acogiéndonos, invitando, haciéndose cercano a los últimos”.

Llegan los invitados

Mientras el papa León XIV recita el Ángelus en Castel Gandolfo, la lluvia cesa y los invitados de Cáritas comienzan a llegar, por oleadas, en algunos minibuses, a la explanada del Pabellón del Descanso, en el Borgo Laudato si’ de las Villas Pontificias. Aquí fueron recibidos con un aperitivo por el personal del Borgo.

Bajo una carpa en forma de “L” se ha montado una larga mesa también en forma de “L”: los largos brazos convergen hacia una mesa redonda. Justo aquí se sentará el Papa, no con las autoridades religiosas y civiles, sino con tres beneficiarios de los servicios de Cáritas de Albano.

Sentado junto al Papa

Su lugar aún está vacío, pero sus compañeros de mesa ya están sentados, lo esperan. “Nunca me había pasado algo así, nosotros que normalmente somos marginados, hoy almorzaremos con el Papa”, dice Massimiliano Teriaca, de 57 años, sin techo, que, emocionadísimo, ocupa justo el lugar a la derecha del Pontífice. El hombre, que duerme en la Estación de tren de Velletri, desde hace aproximadamente un año frecuenta la sede de Cáritas Albano en la Plaza Episcopal: usa las duchas, come y se hace atender por el médico.

“Aquí no es tanto una organización caritativa, sino una familia, y eso es exactamente lo que me gusta”, dice antes de ser interrumpido por el murmullo que surge entre las mesas.

El Papa ha llegado, ya camina entre los invitados de pie, estrecha manos, saluda a los niños, toma asiento. Lo saluda el cardenal Fabio Baggio, director general del Centro de Alta Formación Laudato Si’ y subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, interpretando bien el momento: “Santidad, esta es su casa y nosotros somos su familia”.

"¡Buen provecho!"

Y, de hecho, como todos los almuerzos dominicales que se precien, también éste empieza con un breve discurso del "jefe de la familia". "Estar aquí reunidos esta tarde, en este almuerzo – dice León XIV – significa vivir junto a Dios, en la comunión y en la fraternidad. ¡Gracias y buen provecho!".

El clima de casa

A las 15:30, los invitados salen del cancillo de las Villas Pontificias que da a Piazza Pia. Entre ellos está Massimiliano, visiblemente feliz. "Ha sido un día bellísimo – cuenta conmovido – tuve la posibilidad de almorzar en la misma mesa con el Papa. Tuvimos un buen diálogo. Quiso saber de mi vida, dónde vivo".

"Le dije que vivo en la calle. Quiso saber si aquí en Albano hay un dormitorio. Le dije que no, pero que la Diócesis se está activando para construirlo. Me sentí escuchado, estoy seguro de que hará mucho por nosotros, los pobres. Es una persona exquisita. Parecía estar en casa, como cuando era pequeño".

Una jornada extraordinaria

"Es verdad, hemos vivido una jornada histórica – dice el obispo de Albano, monseñor Vincenzo Viva – pero, en realidad, lo que ha sucedido hoy, reunirse alrededor de la mesa eucarística, en la misa, y luego en torno a una mesa, almorzando con los pobres, es lo que ocurre todos los días en nuestros Centros de Escucha, en nuestra Cáritas diocesana".

"Sin embargo, lo que sucede todos los días no tiene tanta visibilidad, también porque vivimos en una sociedad que no quiere ver a los pobres y a los marginados. El Papa ha dado visibilidad a una realidad que está en el centro de nuestra Diócesis, la realidad del servicio a los últimos. Para los pobres, sin embargo, encontrarse con el Papa fue una restitución de justicia: el hecho de que el vicario de Pedro haya prestado atención precisamente a ellos".



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