Las políticas migratorias de la administración estadounidense, cada vez más restrictivas, han dejado a cientos de miles de personas en busca de asilo atrapadas entre México y los países de América Central, en condiciones de inseguridad y violencias continuas. Es lo que revela el informe de Médicos Sin Fronteras (MSF) “Unwelcome: El devastador impacto de las nuevas políticas migratorias en Estados Unidos, México y América Central”.
“Estas políticas, sumadas a la drástica reducción de la ayuda humanitaria, han tenido un impacto devastador sobre las personas que buscan seguridad”, afirma Franking Frías, subdirector de operaciones de MSF en México y América Central.
“Este sufrimiento se vuelve deliberadamente invisible, oculto por la narrativa imprecisa de que la migración se ha detenido”
Barreras al asilo y desesperación generalizada
Desde enero pasado, Estados Unidos ha bloqueado las principales vías legales de acceso al asilo, como la posibilidad de presentar la solicitud a través de la App CupOne y el permiso humanitario. A ello se suman traslados forzados, separaciones familiares y devoluciones a terceros países.
“Nos sentimos abandonados y sin protección. Nunca quisimos entrar ilegalmente. Solo queremos dar una vida mejor a nuestros hijos”
Lo cuenta una mujer hondureña atrapada en Reynosa, en el norte de México, después de que la app CupOne fue cerrada tres días antes de su cita. Volver a sus países de origen a menudo no es una opción, debido a violencia, crisis económica o persecución. “Se nos dio un ultimátum de 24 horas para pagar una suma que no teníamos. Migrar fue una decisión urgente para salvarnos la vida”, relata una mujer salvadoreña en Tapachula, al sur de México.
Un sistema que hace invisibles
La inseguridad en la ruta es alarmante: secuestros, extorsión, explotación laboral y violencia sexual están a la orden del día. Un hombre venezolano atrapado en Ciudad Juárez, en el norte de México, relata haber estado prisionero durante 60 días, torturado y liberado solo tras el pago de un rescate por parte de algunos familiares. Las consecuencias psicológicas de estas experiencias son devastadoras.
“Los síntomas son cada vez más intensos. Viven con mucha presión y estrés”, explica Lucía Samayoa, coordinadora del proyecto de MSF en Tapachula.
“Muchos necesitan tratamiento farmacológico y un proceso terapéutico largo y estructurado”
El desmantelamiento de las estructuras de acogida ha hecho a los migrantes aún más vulnerables e invisibles, especialmente en zonas periféricas, donde viven sin acceso a servicios básicos por miedo a ser perseguidos, detenidos o trasladados forzosamente.
“Hoy las personas migrantes son menos alcanzables y el sistema humanitario está poco preparado para abordar sus necesidades complejas”, añade Frías.
“Detrás de cada política hay un impacto en las personas: supervivientes a la tortura, familias que huyen del peligro, niños que cruzan solos las fronteras”
Una emergencia también sanitaria Entre enero de 2024 y mayo de 2025, el equipo de MSF ha realizado más de 90.000 consultas médicas, 11.850 consultas de salud sexual y reproductiva, casi 3.000 atenciones a supervivientes de violencia y alrededor de 17.000 sesiones individuales de salud mental, en gran parte relacionadas con traumas de violencia sufridos por los migrantes. Estas intervenciones se llevaron a cabo en México, Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panamá, pero representan solo una parte de la necesidad real.
MSF hace un llamado urgente a todos los gobiernos implicados para abandonar las estrategias de disuasión y adoptar políticas migratorias humanas, garantizando el derecho de asilo, la atención médica y la protección a lo largo de la ruta migratoria latinoamericana.
“La salud, la seguridad y la dignidad de los migrantes son obligaciones legales y morales. Todos los gobiernos de la región deben actuar ya para proteger y no castigar a las personas que buscan seguridad, y establecer vías legales y seguras para ellos”, concluye MSF.