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Los Amigos Vicentinos en la Periferia hacen la diferencia

“Somos Los Amigos Vicentinos en la Periferia”, dicen orgullosos los miembros del grupo de voluntarios de cuatro parroquias que busca familias en necesidad para darles una mano. La hermana Judith Rojas, segunda de la izquierda, dirige el grupo. Foto/cortesía AVP

Si es posible salir a la periferia -como nos insta el papa Francisco- tenderle una mano al desconocido más vulnerable, asumir su problema y dolor como nuestro, acogerlo en nuestra parroquia y darle la bienvenida con el compromiso de marcar una diferencia en su vida, como lo hacen los Amigos Vicentinos en la Periferia.

“Caminamos con las familias que están más necesitadas, y cada miembro del grupo tiene a su cargo una o dos familias. Se establece una comunicación y les acompañamos cuando están enfermos o alguien muere y, también, cuando hay una graduación”, dijo la hermana Judith Rojas, de la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

Ella dirige este grupo conformado por 23 feligreses hispanos de las parroquias Santa María, San Matías, San Ambrosio y Santa Rosa de Lima de la Arquidiócesis Católica Romana de Washington.

La religiosa afirma que buscan a los vulnerables en las periferias para caminar con ellos, para mejorar sus condiciones. Actualmente sirven a 17 familias, pero la meta es caminar con 25 y para ello necesitan más fondos y voluntarios.

“Nos reunimos con las personas en necesidad y hacemos un convenio simple por un año. A partir de la reflexión de la realidad familiar se establece un objetivo y tanto la familia como nosotros nos comprometemos”, dijo.

Si están enfermos, los acompañan. Si no pueden pagar la renta, les ayudan. Si no tienen recursos para pagar sus recibos de luz y agua, les consiguen fondos. Si hay problemas de comunicación o de salud mental, les orientan.

Esta organización sin fines de lucro fue establecida durante la pandemia en 2020, cuando muchos estaban contagiados, con miedo, sin trabajo y con hambre. “Convocamos a un grupo de feligreses y surgió la idea de darles comida, compañía y comunicación a las familias afectadas por COVID. El Zoom fue nuestro aliado. Veíamos la necesidad y pudimos asistir a 18 hispanos que murieron en ocho ciudades de Maryland y a sus familias”, contó la hermana.

La labor siguió porque, de hecho, los problemas sobran en las familias inmigrantes -especialmente las recién llegadas- que tienen bajo ingreso y batallan para pagar la vivienda, comida y medicinas.

Paz y capacitación

Estos voluntarios, en su salida a la periferia, encontraron familias amenazadas por las pandillas y chicos víctimas de abuso escolar (bullying), con problemas de adaptación y con el idioma inglés.

Gracias al apoyo de la organización Pequeños Amigos por la Paz (Little Friends for Peace), cada lunes un grupo de niños recibe tutoría de inglés, ciencias y matemáticas, igualmente reciben charlas para fomentar la paz y cuidar de la creación del Señor.

“Las clases son impartidas por 15 tutores de American University y Georgetown University, actualmente se están beneficiando 25 chicos”, afirmó una feligresa de San María. Con este acompañamiento “se busca contrarrestar la violencia y que los participantes reaccionen de forma positiva (en situaciones de crisis). Ellos hacen un juramento para ser mensajeros de paz en casa, en la escuela, en el vecindario”, agregó.

La escuela parroquial San Matías, de Lanham, está empezando a ofrecer este programa de formación para la paz, tanto para los alumnos como para los maestros y padres. La escuela Santa María, de Landover Hills, está avanzando en un plan para implementarlo.

Los Amigos Vicentinos en la Periferia trabajan mancomunadamente con el Centro de Capacitación, facilitando la formación para trabajos de mecánica, lectura de planos, electricidad, plomería y aire acondicionado. “Al concluir el curso, pueden acceder a un mejor salario y entonces se pueden independizar y nosotros logramos nuestra meta”, explicó la hermana.

El programa de capacitación es casi gratis, la organización paga una parte y el centro ofrece becas. Es poco lo que pagan los alumnos y si pagan lo pueden pagar en cuotas. Los voluntarios comprometidos en esta misión están muy contentos al ver a “la gente entusiasmada aprendiendo y luego mejorando sus condiciones económicas”.

Salen a la periferia

La hermana Judith compartió la historia de un joven de 18 años y su mamá, a quienes encontraron durmiendo en una lavandería. “El chico cargaba un carrito con su madre y esa era su vida. Les buscamos un hotel y luego una amiga les ayudó. El chico terminó la escuela secundaria y luego recibió capacitación en el instituto”, según la hermana.

También han acompañado a una madre de seis niños que perdió a su hermano el 26 de marzo en la tragedia del puente Francis Scott Key en Baltimore y a su hijo de dos años el 10 de abril. Padecía de cáncer y ya tenía metástasis. Esta inmigrante mexicana ha sufrido mucho y los vicentinos le acompañaron en su dolor.

Los vicentinos, contó, son gente con una fe muy fuerte y están dispuestos a dar su tiempo para acompañar a los que más sufren. “Seguimos el carisma de san Vicente de Paúl, quien nos enseña a ver en el rostro de los pobres, el rostro de Jesús”.

Es gratificante, dicen los miembros de la organización, cuando sentimos que la dignidad humana de estas personas ha sido restablecida.

“Este programa ha sido un enriquecimiento en la fe, en el amor al Evangelio. Queremos conseguir más recursos para beneficiar a más personas necesitadas para que salgan adelante, para que descubran su propia dignidad y avancen en la vida”, dijo la hermana.

Para contribuir con esta noble causa, puede hacer su donativo al número de cuenta del Banco Truist: 1000288271736 correspondiente a Amigos Vicentinos en la Periferia. Para información o sumarse a este equipo de voluntarios, contacte a la hermana Judith: Walkerone003@gmail.com o (202)740-1540.

Para comunicarse con el Centro de Capacitación, visite: laescueladelacomunidad.com.



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