Han transcurrido 60 años desde la Declaración sobre las Relaciones de la Iglesia con las Religiones no Cristianas. Las reflexiones y voces de los Papas sobre este documento, comenzando por la de Pablo VI, enfatizan la fraternidad humana.
"Nostra Aetate", que celebra su 60º aniversario, es una Declaración sobre las Relaciones de la Iglesia católica con las Religiones no Cristianas. Este documento, aprobado por los Padres del Concilio Vaticano II y promulgado por el papa Pablo VI, se considera un texto fundamental para el diálogo con otras confesiones religiosas. Su publicación, que tuvo lugar el 28 de octubre de 1965, fue precedida, incluso antes de su redacción, por el encuentro: la del papa Juan XXIII con el historiador judío Jules Isaak, quien, el 13 de junio de 1960, presentó al Pontífice un Denkschrift, un memorando con la solicitud de promover una nueva visión de la relación entre la Iglesia y el judaísmo. Era una época en la que las heridas infligidas a la humanidad por la Segunda Guerra Mundial aún eran profundas.
Es imposible ignorar a Dios
"Nostra Aetate" nació en un contexto histórico posterior al Holocausto, es decir, el intento de la Alemania nazi de imponer su supremacía y aniquilar a los judíos. E inmediatamente se centra en un aspecto central de la humanidad: la interdependencia de los diversos pueblos. El párrafo introductorio invita a la reflexión sobre lo que las personas tienen en común. Abundan las referencias a las Sagradas Escrituras para demostrar que toda la familia humana tiene un único origen: el plan de salvación y el amor misericordioso de Dios abarcan a todos. Se reconocen las diferencias, pero se reconoce una unidad fundamental: «Los diversos pueblos —dice— constituyen una sola comunidad. Tienen un mismo origen, pues Dios ha hecho habitar a todo el género humano sobre toda la faz de la tierra». Es imposible ignorar a Dios, enfatizó el papa Pablo VI en la audiencia general del 18 de diciembre de 1968.
“No digamos que antes de Jesucristo, Dios era desconocido: el Antiguo Testamento ya es una revelación y forma a sus seguidores en una espiritualidad maravillosa y siempre vigente: basta pensar en los Salmos, que aún hoy nutren la oración de la Iglesia con una riqueza insuperable de sentimiento y lenguaje. Incluso en las religiones no cristianas, se puede encontrar una sensibilidad religiosa y un conocimiento de la Divinidad, que el Concilio nos exhortó a respetar y venerar (véase la Declaración Nostra Aetate)”.
Respeto mutuo entre cristianos y judíos
La fuerza de este documento y su interés perdurable residen en que «se dirige a todos los pueblos y de todos los pueblos desde una perspectiva religiosa». El 6 de diciembre de 1990, en el marco de las celebraciones del 25º aniversario de «Nostra Aetate», el papa Juan Pablo II se reunió con delegados del Comité Judío Internacional para las Consultas Interreligiosas y miembros de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo. El papa Juan Pablo II destacó la vitalidad de este texto conciliar, «breve pero significativo», considerado también un hito en las relaciones entre la Iglesia y la religión judía. «La Iglesia de Cristo», leemos en «Nostra Aetate», «reconoce que los inicios de su fe y su elección se encuentran ya, según el divino misterio de la salvación, en los patriarcas, en Moisés y en los profetas».
“La apertura universal de «Nostra Aetate» se fundamenta y se orienta en un profundo sentido de la absoluta singularidad de la elección de Dios por un pueblo particular, «su» pueblo, Israel según la carne, ya llamado «Iglesia de Dios» (Lumen Gentium, 9); (cf. Neh 13,1; cf. Nm 20,4; Dt 23,1ss). Así, la reflexión de la Iglesia sobre su misión y su verdadera naturaleza está intrínsecamente ligada a la reflexión sobre el linaje de Abraham y la naturaleza del pueblo judío (cf. Nostra Aetate, 4). La Iglesia es plenamente consciente de que las Sagradas Escrituras dan testimonio de que el pueblo judío, esta comunidad de creyentes y custodios de una tradición milenaria, es parte esencial del «misterio» de la revelación y la salvación”.
La estima de la Iglesia por los musulmanes
"Nostra Aetate" sigue inspirando a los miembros de la Iglesia católica, en diversos niveles, a fomentar relaciones respetuosas y el diálogo con personas de otras confesiones. Respecto al islam, el documento conciliar enfatiza que «la Iglesia también considera con estima a los musulmanes, que adoran al único Dios, vivo y subsistente, misericordioso y omnipotente, creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a la humanidad». Cuarenta años después de la publicación de la Declaración sobre las Relaciones de la Iglesia con las Religiones No Cristianas, el papa Benedicto XVI enfatizó en el Ángelus del 30 de octubre de 2005 que este documento no ha perdido nada de su relevancia.
“Es sumamente relevante porque se refiere a la actitud de la comunidad eclesial hacia las religiones no cristianas. Partiendo del principio de que «todos los hombres constituyen una sola comunidad» y de que la Iglesia «tiene el deber de promover la unidad y el amor» entre los pueblos, el Concilio «no rechaza nada de lo que es verdadero y santo» en otras religiones y proclama a todos a Cristo, «camino, verdad y vida», en quien los hombres encuentran la «plenitud de la vida religiosa». Con la Declaración Nostra Aetate, los Padres del Vaticano II propusieron varias verdades fundamentales: recordaron claramente el vínculo especial que une a cristianos y judíos, reafirmaron su estima por los musulmanes y los seguidores de otras religiones, y confirmaron el espíritu de fraternidad universal que prohíbe cualquier discriminación o persecución religiosa”.
La contribución del hinduismo, el budismo y otras religiones
«Nostra Aetate» también destaca la contribución de las diferentes religiones: «En el hinduismo», afirma el documento, «los hombres exploran el misterio divino y lo expresan a través de la inagotable fecundidad de los mitos y las penetrantes exploraciones de la filosofía». El budismo reconoce "la insuficiencia radical de este mundo cambiante y enseña un camino por el cual los hombres, con corazones devotos y confiados, son capaces de alcanzar el estado de perfecta liberación". Otras religiones, recuerda la Declaración, también se esfuerzan por superar "la inquietud del corazón humano proponiendo caminos, es decir, doctrinas, preceptos de vida y ritos sagrados".
Fraternidad universal
"No podemos invocar a Dios como Padre de todos los hombres si nos negamos a comportarnos como hermanos con algunos de entre los hombres, creados a imagen de Dios". Estas palabras abren el capítulo final de "Nostra Aetate". Con motivo del 50.º aniversario de la promulgación de la declaración conciliar, el papa Francisco, en la Audiencia general del 28 de octubre de 2015, indicó el camino de la fraternidad. "Somos hermanos", afirmó el pontífice, dirigiéndose a judíos y musulmanes, hindúes y budistas, jainistas y sijs, representantes del confucianismo, el tenrikyo y las religiones tradicionales africanas. «Somos hermanos», llamados a recorrer el camino del diálogo, enfatizó el Papa argentino quien, el 4 de febrero de 2019, junto con el Gran Imán de Al-Azhar, firmó el «Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia».
“El diálogo que necesitamos debe ser abierto y respetuoso, y entonces resultará fructífero. El respeto mutuo es tanto la condición como el objetivo del diálogo interreligioso: respetar los derechos de los demás a la vida, la integridad física y las libertades fundamentales, es decir, la libertad de conciencia, pensamiento, expresión y religión. El mundo nos mira a los creyentes, instándonos a colaborar entre nosotros y con los hombres y mujeres de buena voluntad que no profesan ninguna religión, exigiendo respuestas eficaces a numerosos problemas: la paz, el hambre, la pobreza que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la violencia, en particular la cometida en nombre de la religión, la corrupción, la decadencia moral, las crisis de la familia, la economía, las finanzas y, sobre todo, la crisis de la esperanza. Los creyentes no tenemos la solución a estos problemas, pero sí tenemos un gran recurso: la oración. Y los creyentes oramos. Debemos orar”.
Orar juntos
Este año, para celebrar el 60º aniversario de la Declaración sobre las Relaciones de la Iglesia con las Religiones No Cristianas, se celebrará un encuentro especial titulado "Caminando Juntos en la Esperanza", el 28 de octubre, en el Aula Pablo VI. El momento culminante del evento será el discurso del papa León XIV, seguido de una oración silenciosa por la paz. Este mismo camino es uno de los sellos distintivos de este documento. "Nostra Aetate" ha demostrado, desde su publicación, ser un hito en las relaciones con otras religiones. A raíz de este documento conciliar, se han llevado a cabo importantes iniciativas y encuentros a lo largo de los años, como el de Asís, convocado por san Juan Pablo II. El 27 de octubre de 1986, en la ciudad de San Francisco, el papa Wojtyla calificó ese evento, al que asistieron líderes religiosos de diferentes confesiones, como "un signo muy elocuente para la causa de la paz". Siguiendo los pasos de “Nostra Aetate”, este compromiso común se ha fortalecido y el diálogo interreligioso ha adquirido cada vez más el carácter de una oración.
