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Madres migrantes con “coraza de acero”

La hermana Norma Pimentel saluda en un centro de migración a una madre salvadoreña y su menor hija que lograron cruzar la frontera por McAllen (Texas). Foto/OSV/David Agren/archivo

Ser madre soltera y migrante recién llegada al país no es fácil. El amor las reviste de una “coraza de acero” que les permitió proteger a sus hijos durante la peligrosa travesía rumbo a Estados Unidos, superar los obstáculos de la frontera y ahora trabajar incansable para mantener la familia e incrementar sus ahorros para solventar los gastos legales que implica luchar en los tribunales para conseguir el ansiado asilo.

Esta es la descripción de “vía crucis” que viven la hondureña Carmen (31) y la peruana Marilyn (37), quienes a pesar de no conocerse siguen luchando y compartiendo el sueño de una vida mejor para ellas y para sus hijos. La primera decidió vivir en Roanoke (Virginia), mientras que la segunda optó por instalarse en Takoma Park (Maryland).

Carmen, quien hasta hace dos años vivía en San Pedro de Sula, admitió que la decisión de abandonar su país fue por las amenazas de los traficantes de drogas que querían obligarla a que venda su mortal producto. “Una noche me golpearon y me dijeron que si no aceptaba se llevarían a mis hijas de ocho y siete años. Tuve que aceptar para que no me hagan daño, pero a la semana siguiente junte el poco dinero que tenía y me puse a caminar rumbo a Estados Unidos”.

Ella reconoció que la travesía con dos niñas fue difícil y horrible. “Mis hijas caminaron por tres semanas con hambre, pero sin quejarse, ellas estaban ilusionadas con vivir en Estados Unidos, soñaban con hablar inglés y en cada parada jugaban con otros pequeños. Durante todo el trayecto tenía miedo de que los delincuentes les hicieran daño, especialmente en México, pero gracias a Dios no pasó nada”.

Con la ayuda de sus familiares que viven Virginia pagó la “cuota” que cobran los “coyotes” y luego de tres intentos pudo cruzar el Río Bravo para entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza. “Jamás podre olvidar la madruga del 22 febrero de 2022. El agua estaba tranquila, mis hijas lloraban al no soportar el agua helada, pero había poca vigilancia. Al llegar a la otra orilla nos tocó caminar sin zapatos por más de una hora con la ropa mojada hasta que nos detuvieron los de inmigración”.

Luego de pasar tres semanas en un centro de detención en McAllen (Texas) le permitieron salir y viajar a Virginia. “Mis primos me consiguieron un trabajo en una procesadora de pollos en las montañas de Roanoke, ganó 450 dólares semanales, vivo sola con mis hijas en un cuarto rentado y ellas ya están asistiendo a la escuela. Mi cita en la Corte en septiembre y espero que me concedan el asilo, pues no puedo volver a mi país, allí no tengo nada”.

Una madre de familia venezolana juega con su hijo en medio del Río Grande mientras espera poder cruzar a Estados Unidos por el puente de Eagle Pass, Texas. Foto/OSV/Adrees Latif, Reuters/archivo
Una madre de familia venezolana juega con su hijo en medio del Río Grande mientras espera poder cruzar a Estados Unidos por el puente de Eagle Pass, Texas. Foto/OSV/Adrees Latif, Reuters/archivo

La inmigrante hondureña manifestó que el abogado que la ayuda con los trámites le cobra 7 mil dólares por sus servicios, por lo que tienen que ahorrar al máximo para cumplir con ese gasto. “Es difícil ser madre y padre a la vez, pero no me quejo. Soy madre soltera, vivo para mis hijas y tengo mi corazón en paz. Solo le pido a Dios que me conceda vida y salud para cuidar de mis hijas”.

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La historia de la peruana Marilyn es bastante similar a la de Carmen. Ella tiene un año viviendo con su hermana en un sencillo departamento en Takoma Park y es responsable de criar, mantener y educar a un hijo adolescente y dos niños. “Tenía un negocio de venta de ropa al por mayor, pero tuve que cerrar mi local debido a la extorsión de los delincuentes. Ellos querían un pago de 5 mil dólares mensuales para dejarme trabajar y ante mi negativa, en dos ocasiones balacearon la entrada de mi casa. Ante la inseguridad e indiferencia de la policía, no tuve otra alternativa que salir del país”.

La peruana pudo comprar los pasajes aéreos hasta ciudad de México, gracias a sus ahorros, para luego seguir viaje a la ciudad de Nogales y esperar el momento oportuno en la frontera para cruzar el desierto con sus hijos hacia Estados Unidos. “Felizmente que el padre de mis hijos firmó los permisos correspondientes y salimos de Lima, Perú, sin despedirnos de nadie. Fue triste salir huyendo sin haber hecho nada”.

Marilyn reconoció que en México todos te piden dinero en cada tramo del viaje: “Los policías, empleados de aeropuertos, taxistas y los delincuentes que están parados en la calle. En la frontera esperamos una semana, el ‘coyote’ nos cobró mil dólares adicionales para no separarme de mis hijos y burlar la vigilancia de los traficantes de drogas. Caminamos unas siete horas en plena oscuridad hasta que un helicóptero de la Patrulla Fronteriza nos detectó y nos detuvieron. Mis hijos pequeños necesitaron ser atendidos por sufrir cuadros de deshidratación, mientras que el mayor tenía decenas de espinas clavadas en los brazos. Una semana después nos dejaron libres y viajamos a Maryland”.

Una migrante y su hija esperan ayuda fuera de las oficinas de Caridades Católicas en la ciudad de Nueva York después de haber sido transportadas en un autobús desde Texas. Foto/ OSV/David Delgado, Reuters/archivo
Una migrante y su hija esperan ayuda fuera de las oficinas de Caridades Católicas en la ciudad de Nueva York después de haber sido transportadas en un autobús desde Texas. Foto/ OSV/David Delgado, Reuters/archivo

La madre de familia espera su día de Corte en enero del próximo año, tiene dos trabajos diferentes, sus hijos van a la escuela y tiene fe que le concedan el asilo. “Muchos no entienden lo que realmente significa ser ‘madre soltera’. Es difícil enfrentarse a una vida nueva sin tener el apoyo económico y emocional de un esposo. Soy lo único seguro que tienen mis hijos en este país. Agradezco la ayuda de mi hermana, pero ella también tiene sus problemas personales”.

Carmen y Marilyn forman parte de las recientes estadística de la Patrulla Fronteriza, que el año pasado advirtió que más de 50 por ciento de migrantes que cruzaron la frontera son madres de familia con sus hijos y mujeres viajando solas. Actualmente, para ambas los festejos por el “Día de la Madre” no tienen mayor significado.



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