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Obispos de Maryland responden al rápido crecimiento de la inteligencia artificial en nueva carta pastoral

Un vitral representando la imagen del Espíritu Santo se muestra en una parroquia de Pennsylvania. El Espíritu Santo es el Espíritu de la justicia y la paz. Debemos preguntarnos si los sistemas que diseñamos reflejan estos valores o si, por el contrario, afianzan la inequidad y la violencia. Foto/OSV/CNS

Los obispos católicos de Maryland ofrecen un marco para responder al rápido crecimiento de la inteligencia artificial en una nueva carta pastoral, “El Rostro de Cristo en la Era Digital”, publicada con motivo de Pentecostés.

Entre los firmantes se encuentran el cardenal Robert McElroy, arzobispo de Washington; el arzobispo de Baltimore William E. Lori; el obispo de Wilmington William Koenig; y cuatro obispos auxiliares.

En la carta pastoral, los obispos preguntan: “¿Permitiremos que la tecnología nos moldee a su imagen o la moldearemos según el Evangelio?”

A continuación, el texto completo:

El rostro de Cristo en una era digital

Carta pastoral de los Obispos Católicos de Maryland sobre la inteligencia artificial
Pentecostés 2025

La dignidad intrínseca de cada persona y la fraternidad que nos vincula como miembros de una única familia humana deben estar en la base del desarrollo de las nuevas tecnologías y servir como criterios indiscutibles para valorarlas antes de su uso, de modo que el progreso digital pueda realizarse en el respeto de la justicia y contribuir a la causa de la paz. — Papa Francisco, mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz 2024

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:

En esta santa solemnidad de Pentecostés, cuando la Iglesia se regocija en la efusión del Espíritu Santo, que sopla vida en el Cuerpo de Cristo y nos envía al mundo a proclamar el Evangelio en todos los tiempos, culturas e idiomas, nosotros, sus obispos, les escribimos estas líneas. Así como los apóstoles fueron colmados de valentía y claridad para hablar la verdad en nuevas lenguas (Hechos 2,1-11), así también nosotros, como Iglesia, debemos proclamar y vivir el Evangelio en el contexto del nuevo lenguaje y los nuevos poderes que emergen a través de la inteligencia artificial (IA).

Pentecostés nos recuerda que la tecnología no es ajena a la obra del Espíritu, porque el Espíritu de Dios se mueve a través de la historia, la cultura y la creatividad humana. Sin embargo, también sabemos que el Espíritu nos conduce a la verdad, a la justicia, a la paz y a la comunión —nunca hacia la dominación, el engaño o la deshumanización. Las tecnologías de IA están transformando nuestras vidas, nuestros lugares de trabajo, nuestras relaciones e incluso nuestro sentido de identidad. En ese contexto la Iglesia debe ser una voz profética, que llame al mundo a ubicar a la persona humana, hecha a imagen de Dios, en el centro de esta transformación.

Esta carta pastoral, dirigida a los fieles de Maryland, y a todas las personas de buena voluntad, se ofrece como un marco para la reflexión, la formación y la respuesta pastoral, un marco enraizado en la sabiduría de la Iglesia y la inspiración de Pentecostés —el Espíritu que renueva la faz de la tierra, no a través de máquinas, sino a través de la gracia, la verdad y el amor.

La persona humana en el centro de todo desarrollo

En la base de la doctrina social católica está la eterna verdad de que todas las personas están hechas a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1,27). No importa cuán avanzadas se vuelvan las máquinas: nunca podrán replicar el alma, la conciencia o el destino eterno que pertenece a cada ser humano.

El Espíritu derramado en Pentecostés nos une, no a través de sistemas, códigos o datos, sino a través de la comunión, la compasión y la misión. La IA debe estar siempre al servicio de las personas: jamás debe disminuir o reemplazar la dignidad humana.

Justicia, equidad y bien común

Maryland, una tierra rica en innovación y diversidad, está experimentando las promesas, y también los riesgos, de las nuevas tecnologías. Reconocemos el potencial de la IA para revolucionar el sistema de salud, la educación y el servicio público. Sin embargo, también nos preocupa lo siguiente:

  • El desplazamiento de trabajadores y la erosión del trabajo estable.
  • Algoritmos sesgados que reflejan y refuerzan la injusticia.
  • La manipulación de la verdad y la distorsión de los procesos democráticos.
  • El uso de IA en armas autónomas letales, que eliminan la responsabilidad moral en las decisiones de vida o muerte.

El Espíritu Santo es el Espíritu de la justicia y la paz. Debemos preguntarnos si los sistemas que diseñamos reflejan estos valores o si, por el contrario, afianzan la inequidad y la violencia.

Llamamos a las instituciones católicas, a los líderes empresariales y a los formadores de políticas de Maryland a:

  • Promover el desarrollo ético de la IA, centrado en el bien común.
  • Establecer garantías que protejan a las comunidades vulnerables.
  • Abogar por la transparencia, la regulación y la rendición de cuentas en el diseño y la implementación de tecnologías.

Verdad, libertad y formación de conciencia

El Espíritu que descendió en Pentecostés es también el Espíritu de la Verdad (Juan 16,13). En una era en la que el contenido generado por la IA puede crear imágenes, voces e incluso acontecimientos históricos falsos, la línea entre la verdad y la falsedad es cada vez más estrecha.

Es esencial que formemos conciencias capaces de discernir, especialmente entre los jóvenes, para que no sean dirigidos por algoritmos, sino por la verdad y la gracia. Las herramientas digitales pueden informar, pero no pueden formar el corazón.

Los educadores católicos, las familias y las parroquias deben renovar su compromiso con:

  • La alfabetización mediática y el razonamiento moral.
  • El desarrollo de la virtud, la empatía y las relaciones auténticas.
  • Enraizamiento del compromiso digital en la Sagrada Escritura, la tradición y la vida sacramental de la Iglesia.

Solidaridad y familia global

En Pentecostés, personas de todas las naciones escucharon el Evangelio en su propia lengua. La Iglesia es radicalmente universal y así también debe serlo nuestra preocupación ética. El desarrollo y la implementación de la IA no deben beneficiar a unos pocos adinerados a costa de extraer datos y recursos de los pobres o violar los derechos de otros.

La IA nunca debe utilizarse para profundizar el colonialismo digital, vigilar a poblaciones vulnerables o crear armas de opresión. Debemos actuar en solidaridad con las personas de todo el planeta, garantizando que los frutos de la innovación sean compartidos con justicia y utilizados para la paz.

IA al servicio de la misión de la Iglesia y el bien de la humanidad

A pesar de las preocupaciones que hemos expresado, también afirmamos que la IA, éticamente desarrollada y utilizada, puede contribuir a la misión de la Iglesia y al bien común. Al igual que la imprenta, la radio o internet, la IA es una herramienta y todas las herramientas pueden ser orientadas hacia la santidad, la sanación o el desarrollo humano.

Evangelización y accesibilidad

  • Ayudar a traducir documentos de la Iglesia y homilías a diferentes idiomas, ampliar el acceso a la Sagrada Escritura y llevar el Evangelio a comunidades aisladas o marginadas mediante herramientas impulsadas por IA.
  • Hacer que las liturgias y los medios católicos sean más inclusivos para las personas con discapacidad, con subtítulos generados por IA y asistencia por voz basada en IA.
  • Apoyar los programas de formación parroquial y ayudar a las personas a crecer en la fe mediante plataformas catequísticas personalizadas.

Educación y formación

  • Adaptar las experiencias educativas a las necesidades individuales de cada estudiante en escuelas católicas, universidades y seminarios; ofrecer retroalimentación adaptativa y brindar oportunidades de recuperación a los estudiantes que tienen dificultades, manteniendo, al mismo tiempo, el compromiso con la virtud, la sabiduría y un auténtico acompañamiento humano.
  • Ayudar a los profesores, los teólogos y el clero con el análisis comparativo de textos, la síntesis de datos y el estudio de documentos eclesiales en el contexto de diferentes etapas históricas, idiomas y culturas.

Cuidado de la salud y ayuda humanitaria

  • Mejorar diagnósticos y resultados médicos al tiempo de sostener la dignidad del paciente.
  • Mejorar la respuesta ante desastres y fortalecer la logística humanitaria.
  • Analizar datos para identificar mejor las necesidades sistémicas en la reducción de la pobreza, la distribución de alimentos y el reasentamiento de refugiados.

Cuidado de la creación

  • Monitorear el cambio climático y la degradación ambiental.
  • Mejorar la sostenibilidad agrícola.
  • Promover una mejor administración de la creación a través de decisiones informadas, basadas en datos, en tiempo real.

Protección de la vida humana y promoción de la justicia y la paz

  • Ayudar a detectar y prevenir la trata de personas.
  • Mejorar los sistemas de alerta temprana para conflictos y desastres naturales.
  • Mejorar el acceso a la asistencia legal y a los servicios públicos para las personas marginadas y vulnerables.

La imaginación moral de la Iglesia en un mundo tecnológico

Así como el Espíritu Santo envió a los apóstoles a un mundo diverso y complejo, así hoy la Iglesia debe avanzar hacia el continente digital con audacia y esperanza. Debemos formar generaciones de líderes católicos que puedan abordar la IA con conocimiento técnico y una profunda imaginación (discernimiento) moral.

Estamos orgullosos de las maneras en que nuestras comunidades católicas de Maryland están logrando discernir el papel de la tecnología en la educación, la salud, la comunicación y el servicio. Pero hay más para hacer. Como obispos de todos ustedes, nos comprometemos a lo siguiente:

  • Promover la formación continua en “ética aplicada a IA” dentro de nuestras diócesis.
  • Apoyar a los tecnólogos, pensadores y artistas católicos que se esfuerzan por dar testimonio del Evangelio.
  • Garantizar que nuestras instituciones utilicen tecnologías digitales de maneras que respeten la dignidad humana.
  • Trabajar a través de la Conferencia Católica de Maryland para abogar por leyes que protejan el bien común en esta nueva frontera.
  • Dar prioridad al uso de IA para ofrecer un mayor acceso educativo en escuelas, colegios y universidades católicas a comunidades desatendidas y marginadas, y asegurarse de que las nuevas tecnologías no profundicen las desigualdades existentes.

Ven Espíritu Santo; renueva la faz de la tierra

La Iglesia ha enfrentado muchos puntos de inflexión en la historia -la imprenta, la revolución industrial y el surgimiento de internet. En cada caso, hemos sido llamados, no simplemente a adaptarnos, sino también a discernir. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a no temer al futuro, sino a moldearlo con valentía y fe, proclamando a Cristo de nuevas maneras, a nuevos pueblos, con nuevas lenguas.

Hoy, la inteligencia artificial pone a prueba nuestra humanidad, nuestra ética y nuestra fe. ¿Permitiremos que la tecnología nos moldee a su imagen, o la moldearemos nosotros según el Evangelio?

Invoquemos al Espíritu Santo (Espíritu Santo, que “renuevas la superficie de la tierra” [Salmo 104,30]), para que nos guíe en este tiempo. Seamos sabios, valientes y solidarios; hablemos la verdad con amor y formemos una sociedad donde se respete y proteja la imagen de Dios en cada persona.

Que la Virgen María, Sede de la Sabiduría, y San José, patrono de los trabajadores, intercedan por nosotros.

Cardenal Robert McElroy, arzobispo de Washington

Mons. William E. Lori, arzobispo de Baltimore
Mons. William Koenig, obispo de Wilmington
Mons. Roy E. Campbell, obispo auxiliar de Washington
Mons. Juan Esposito-García, obispo auxiliar de Washington
Mons. Evelio Menjivar-Ayala, obispo auxiliar de Washington
Mons. Adam J. Parker, obispo auxiliar de Baltimore



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