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¡Aquí, haciendo lo que se puede!

‘Hacer lo que se puede’ refleja una inhabilidad de manejar la vida con empeño renovado y el esfuerzo requerido para el éxito y la felicidad. Foto/EFE

Conocida y familiar es esa expresión de, ‘Aquí, haciendo lo que se puede’. Es la respuesta que usualmente se escucha cuando alguien pregunta, “Y qué, ¿cómo están las cosas?”. En un esfuerzo de entender la frase, se pudiese decir que es parte cultural de un pueblo que ha aprendido a vivir desde la carencia y necesidad. ¡Interesante caer en cuenta, que en inglés no existe una respuesta equivalente a esa expresión! La herencia cultural que se aprende desde temprana edad es un fenómeno que no siempre se toma en cuenta. Actitudes, comportamientos, modos de relacionarse, son todos aprendidos en el seno familiar. Aquí, se insiste en señalar que la cultura no se hereda, ¡se aprende! Y como tal, se repiten patrones de pensamiento y actuación, que no siempre se toman en cuenta.

‘Hacer lo que se puede’ refleja una inhabilidad de manejar la vida con empeño renovado y el esfuerzo requerido para el éxito y la felicidad. Como fieles creyentes en el poder del Espíritu que acompaña a todos los bautizados, todos son capaces de enfrentarse a lo impredecible de la vida y a sus desafíos. Vivir con la fuerza del Resucitado es el logro mayor en toda la experiencia de fe. El propósito del bautismo es iniciarse, es injertarse en la mismísima Vida de Cristo Jesús, quien mató la muerte y con ella, todos los impedimentos que limitan al ser humano. A esto es lo que le llaman conversión. Y convertirse no es una experiencia aislada o ajena a lo cotidiano de la vida. Conversión es un proceso continuo que requiere conciencia de compromiso permanente. De ahí la sabiduría de nuestra Madre Iglesia, de crear ‘espacios fuertes’ de oración, ayuno y penitencia como lo son el Adviento y la Cuaresma.

Es siempre impresionante cuando vemos un templo abarrotado de fieles. Usualmente, no se cae en cuenta que, según las estadísticas, “de los niños que hicieron su primera comunión, un 20% o menos seguirá, pasados los 18 años, como creyentes y practicantes. El 80% o más de los bautizados mayores de edad, asegura que es católico pero alejado de la práctica religiosa. Y muchos de ellos también viven al margen de la fe como indiferentes, agnósticos o ateos”. (‘Ser y vivir hoy’, el blog de Urbano Sánchez). Este hecho es evidente en todas las parroquias. El peligro en todo esto es que, aquellos que pastorean al pueblo, se sientan satisfechos y no se siga haciendo el esfuerzo de alcanzar a tantos que todavía permanecen al margen de la vida parroquial. Es interesante notar, que actualmente y desde el tiempo del Concilio Vaticano II, se nota una continua efervescencia en la Pastoral, creando e implementando nuevos métodos para dinamizar la vida apostólica.

En otros renglones de la vida, como en el ambiente del hogar y el trabajo, la actitud de conformismo perjudica toda la relación entre compañeros de trabajo y miembros de la familia. Cuando no se está atento y la distracción predomina, se deteriora toda la relación humana. Incidentes que causan enojo y malestar, pasan desapercibidos o se ignoran. Por naturaleza, el ser humano evita manejar conflictos y desacuerdos que surgen naturalmente. Aquí se recuerdan las palabras sabias del Señor Jesús, cuando dijo, “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18\20).

El ’pregón pascual’ que se cantó en la Vigilia de la Pascua, sacudió el corazón de los creyentes y afirmó una verdad que es la clave para continuar viviendo con convicción de ‘ganadores’ sobre el poder de Satanás. Memorable son las palabras de ese poema litúrgico, cuando reza:

“Porque él ha pagado por nosotros

al eterno Padre la deuda de Adán,

y ha borrado con su Sangre inmaculada

la condena del antiguo pecado.”

Flojera de perdedores, aunque no se caiga en cuenta, es la actitud de todo bautizado que todavía no ha descubierto el poder de la resurrección del Señor Jesús. ¡La mediocridad y el conformismo son incompatibles con el poder de la gracia! La respuesta a la pregunta de “Y qué, ¿cómo están las cosas?”, entonces es, Aquí, haciendo lo que se tiene que hacer”, que es mucho más de lo que se puede.



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