Los prelados estadounidenses y "Catholic Relief Services" realizan un llamado con motivo de la Conferencia de la ONU sobre el cambio climático (COP30), que se celebrará en Belém, Brasil, del 10 al 21 de noviembre. En el texto recuerdan la invitación del papa León XIV a los participantes a escuchar el clamor de la tierra y el clamor de los pobres.
“El cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental están devastando comunidades ya marcadas por la pobreza y la exclusión. Por eso, pedimos a los líderes mundiales que actúen con urgencia y valentía para proteger la creación de Dios y a la humanidad.”
Con estas palabras, monseñor Borys Gudziak, arzobispo metropolitano de Filadelfia de los greco-católicos ucranianos y presidente del Comité para la Justicia Interna y el Desarrollo Humano de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, junto con monseñor Abdallah Elias Zaidan, obispo maronita de Our Lady of Lebanon de Los Ángeles y presidente del Comité Internacional de Justicia y Paz del mismo episcopado, y Sean Callahan, presidente y director general de la agencia humanitaria internacional Catholic Relief Services (CRS), lanzaron un llamado conjunto con motivo de la próxima Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP30), que se celebrará en Belém (Brasil) del 10 al 21 de noviembre.
Una sola familia humana
En su mensaje, los obispos subrayan que muchas familias de agricultores y pescadores “ven amenazados sus medios de vida”, que “los pueblos indígenas corren el riesgo de perder sus tierras ancestrales” y que “la salud y el futuro de los niños están en peligro”.
“No cuidar la creación de Dios significa ignorar nuestra responsabilidad como única familia humana”, advierten.
El texto recuerda además que “el papa León XIV ha invitado a los participantes de la COP30 a escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres”, y que “este Año Jubilar de la Esperanza es un tiempo sagrado para restaurar las relaciones y renovar la creación”.
Apoyándose en la encíclica Laudato si’, los prelados insisten en que “la solidaridad intergeneracional no es opcional” y exhortan a una implementación ambiciosa del Acuerdo de París (12 de diciembre de 2015) —el primer pacto universal y jurídicamente vinculante sobre el cambio climático—, cuyo objetivo es mantener el aumento de la temperatura global muy por debajo de los 2 °C respecto de los niveles preindustriales y limitarlo a 1,5 °C.
Hacia una ecología integral
Según los firmantes, en la COP30 los países, junto con las organizaciones de la sociedad civil y las empresas, deberían renovar su compromiso con una acción climática que: invierta en adaptación, creando resiliencia y fomentando oportunidades económicas; asuma con valentía la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero; priorice la financiación para pérdidas y daños sufridos por las comunidades más vulnerables; garantice una transición justa hacia una economía sostenible centrada en los trabajadores, las comunidades y la creación; y haga que los fondos climáticos sean transparentes y oportunos, incluyendo la reducción de la deuda y la protección de la dignidad humana.
“Juntas, todas estas acciones pueden contribuir a una ecología integral y dar prioridad a los pobres y marginados en este proceso”, concluyen los obispos.
“Juntos podemos salvaguardar el futuro de nuestra casa común”.
