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¡Adelante! ¡Sigamos avanzando!

Ahora que muchos usan la palabra “diversidad” como un insulto, tengamos presente que somos una comunidad que celebra la diversidad y camina con fe y esperanza, lo que nos da un claro sentido de pertenencia, porque avanzamos juntos, con un espíritu renovado de fraternidad y solidaridad, a sabiendas de que no debemos aislarnos porque de lo contrario seremos presa fácil de nuestros miedos. Foto/EFE

La persecución desatada contra las comunidades de migrantes y refugiados y sus familias -que viven entre nosotros y contribuyen al bienestar del país- ha desatado una explicable ola de indignación, miedo y terror. Muchos han sido detenidos por agentes de ICE para su expulsión inmediata del país. Lo irónico de esta cruel realidad es que, a estas tierras, donde la mayoría fuimos extranjeros o descendientes de inmigrantes, han llegado millones de personas para perseguir su sueño de construir un futuro en libertad. Sin embargo, hoy, los trabajadores inmigrantes, que hacen los trabajos más duros y viven en la sombra sin beneficios, están siendo tratados como criminales y viviendo bajo la amenaza constante de la deportación. Demás está subrayar que, por décadas, los legisladores, responsables de reparar el obsoleto sistema migratorio, han preferido adoptar el juego político del avestruz. Defender, en este contexto, la dignidad y los derechos de los trabajadores inmigrantes, de los pobres y perseguidos -más que un imperativo- es una exigencia moral.

La comprensión del pasado puede profundizarse y volverse más sofisticada con el tiempo, como pasa en estos tiempos tensos para la historia de Estados Unidos, donde ciertos capítulos de ella están siendo ‘reinterpretados’. Eric Foner -en Our Fragile Freedoms-argumenta que “lo que no se conmemora nos dice tanto sobre el sentido del pasado de una sociedad como lo que sí lo es”. En Carolina del Sur, en Fort Mill, por ejemplo, hay un marcador que conmemora a los “esclavos fieles" de la Confederación, pero sería difícil encontrar monumentos en cualquier parte del país a rebeldes esclavos como Denmark Vesey y Nat Turner. Una estatua que celebra a Vesey se inauguró en Charleston, Carolina del Sur, en 2014 y el nombre de Turner está inscrito en un monumento a la emancipación en Richmond que se erigió en 2021, tras las protestas mundiales de Black Lives Matter. No hace mucho -otro ejemplo- la Casa Blanca, luego de acusar a la Institución Smithsonian que estaba “fuera de control” y que se centraba demasiado en “lo mala que fue la esclavitud”, emitió una orden ejecutiva para “restaurar la verdad y cordura en la historia estadounidense” alegando que el Smithsonian ha “estado bajo la influencia de una ideología divisiva y centrada en la raza” y está transmitiendo “narrativas que retratan los valores estadounidenses y occidentales como inherentemente dañinos y opresivos”.

En esta lucha por el pasado aparece Our Fragile Freedoms, una lección objetiva sobre cómo evoluciona la comprensión y nos permite presenciar cómo Foner profundiza su pensamiento a lo largo del tiempo sin tener que refutar o reevaluar viejas afirmaciones. En última instancia, escribe: “Los monumentos públicos son construidos por aquellos con suficiente poder para determinar qué partes de la historia vale la pena conmemorar y qué visión de la historia debe transmitirse”. Foner entiende, mejor que la mayoría, que nada, ni siquiera la historia, está realmente resuelta, no mientras haya personas que puedan retorcerla.

Ahora que muchos usan la palabra “diversidad” como un insulto, tengamos presente que somos una comunidad que celebra la diversidad y camina con fe y esperanza, lo que nos da un claro sentido de pertenencia, porque avanzamos juntos, con un espíritu renovado de fraternidad y solidaridad, a sabiendas de que no debemos aislarnos porque de lo contrario seremos presa fácil de nuestros miedos. Ahora es el momento de actuar con valentía y con estrategias audaces. Y como dijo el santo Junípero Serra, canonizado por Francisco en la Basílica Nacional de la Inmaculada Concepción, ‘¡Adelante! ¡Sigamos avanzando!’



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